Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 30 de septiembre de 2022

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz «Diveni Amoris Scientia»

 


El 19 de octubre de 1997 Juan Pablo II  proclama doctora de la Iglesia universal a santa Teresa dle Niño Jesus y de la Santa Faz 

de la homilía de Juan Pablo II

…“Ante todo, se constata la existencia de un particular carisma de sabiduría. En efecto, esta joven carmelita, sin una especial preparación teológica, pero iluminada por la luz del Evangelio, se siente instruida por el Maestro divino que, como ella dice, es «el Doctor de los doctores» (Ms A 83 v), el cual le comunica las «enseñanzas divinas» (Ms B 1 r)”…


… ”Siente que en ella se han cumplido las palabras de la Escritura: «El que sea sencillo, venga a mí...; al pequeño se le concede la misericordia» (Ms B 1 v; cf. Pr 9, 4; Sb 6, 6) y sabe que ha sido instruida en la ciencia del amor, oculta a los sabios y a los inteligentes, que el Maestro divino se ha dignado revelarle a ella, como a los pequeños (cf. Ms A 49 r; Lc 10, 21-22)”…


…”Con la infancia espiritual experimentamos que todo viene de Dios, a él vuelve y en él permanece, para la salvación de todos, en un misterio de amor misericordioso. Ese es el mensaje doctrinal que enseñó9”…


…”La fuente principal de su experiencia espiritual y de su enseñanza es la palabra de Dios, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Ella misma lo confiesa, especialmente poniendo de relieve su amor apasionado al Evangelio (cf. Ms A 83 v). En sus escritos se cuentan más de mil citas bíblicas: más de cuatrocientas del Antiguo Testamento y más de seiscientas del Nuevo. y vivió esta santa”…


…”El "caminito" es el itinerario de la "infancia espiritual". Hay en él algo único, un carácter propio de santa Teresa de Lisieux. En él se encuentra, al mismo tiempo, la confirmación y la renovación de la verdad más fundamental y más universal. ¿Qué verdad hay en el mensaje evangélico más fundamental y más universal que ésta: Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos?» (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de junio de 1980, p. 15)”…

 

Invito visitar:

Carta Apostolica de San Juan Pablo II Divini Amoris Scientia con la que se declara doctora de la Iglesia Universal a Santa Teresa del Niño Jesus y de la Santa Faz


 

Juan Pablo II y los Ángeles

 


En palabras sencillas, personales y tiernas, como gran parte de sus recuerdos, nos confiaba el Santo Padre Juan Pablo II en su libro ¡Levantaos! ¡Vamos! “tengo una devoción especial al Ángel de la Guarda. Desde niño, probablemente como todos los niños, repetí tantas veces esta plegaria: “Ángel de Dios, que eres mi custodio, ilumíname, custódiame, dirígeme y gobiérname…” Mi Ángel de la Guarda sabe lo que estoy haciendo. Mi confianza en él, en su presencia protectora, crece en mi continuamente” . Y allí mismo también reconoce que en sus oraciones invocaba con frecuencia a los arcángeles San Miguel, San Gabriel y san Rafael y nos recuerda “el hermoso tratado de santo Tomas sobre los ángeles, espíritus puros”.

 Durante el año 1986 el Santo Padre Juan Pablo II dedico cuatro de sus catequesis a los Ángeles:

Creador de las cosas visibles e invisibles

Creador de los ángeles, seres libres

Creador de las cosas “invisibles”: los ángeles”

La participación de los ángeles en la historia de la salvación

 En el apartado 6 de esta última nos habla específicamente de los Ángeles guardianes, aquellos que “están también llamados a tener su parte en la historia de la salvación de los hombres, en los momentos establecidos por el designio de la Providencia Divina”….

Alli mismo nos presenta varias citas de los libros sagrados: “ "Pues te encomendará a sus ángeles para que te guarde en todos tus caminos, y ellos te levantarán en sus palmas para que tus pies no tropiecen en las piedras" (Sal 90/91, 11-12). Jesús mismo, hablando de los niños y amonestando a no escandalizarlos, se apela a "sus ángeles" (Mt 18, 10). “Además - sigue diciendo el Santo Padre - , atribuye a los ángeles la función de testigos en el supremo juicio divino sobre la suerte de quien ha reconocido o renegado a Cristo: "A quien me confesare delante de los hombres, el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios. El que me negare delante de los hombres, será negado ante los ángeles de Dios" (Lc 12, 8-9; cf. Ap. 3, 5)….”

En el apartado 7 el Santo Padre nos sigue dando ejemplos “Entre los libros del Nuevo Testamento, los Hechos de los Apóstoles nos hacen conocer especialmente algunos episodios que testimonian la solicitud de los ángeles por el hombre y su salvación. Así, cuando el ángel de Dios libera a los Apóstoles de la prisión (cf. Act 5, 18-20), y ante todo a Pedro, que estaba amenazado de muerte por la mano de Herodes (cf. Act 12, 5-10). O cuando guía la actividad de Pedro respecto al centurión Cornelio, el primer pagano convertido (Act 10, 3-8; 11, 12-13), y análogamente la actividad del diácono Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza (Act 8, 26-29)”…y continúa “la Iglesia confiesa su fe en los ángeles custodios, venerándolos en la liturgia con una fiesta especial, y recomendando el recurso a su protección con una oración frecuente, como en la invocación del "Ángel de Dios". Esta oración parece atesorar las bellas palabras de San Basilio: "Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida" (cf. San Basilio, Adv. Eunomium, III, 1; véase también Santo Tomás, S.Th. I, q. 11, a.3)”En el punto 8 explica el culto litúrgico a los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

 


 

 

Los Ángeles

 


328
“La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición….”


329
“…Con todo su ser los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt, 18.,10) son “agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra” (Sal 103,20)”


330
“En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmorales. Superna en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello”


331
“Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen…”


335
En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo, invoca su asistencia…y celebra particularmente la memoria de ciertos ángeles (san Miguel, san Gabriel, san Rafael, los ángeles custodios)


326
Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida”. Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la saciedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios”.

(del Catecismo de la Iglesia Católica (adición de la Conferencia Episcopal Argentina, 1993)

jueves, 29 de septiembre de 2022

Adam Boniecki – breve reseña de un sacerdote-periodista autor de la Cronología de la vida de Karol Wojtyla

 


Adam Boniecki es el autor de The making of the Pope of the MillenniumKalendarium of the life of Karol Wojtyla – versión ingles) una cronología – “una especie de crónica” de actividades del dia a dia en la vida de Karol Wojtyla desde su natal Wadowice hasta su pontificado, en la cual trabajó los años 1978/1979. Debemos considerar que eran años de estricto socialismo (asi lo llama el) o comunismo, y que no contaba con  tecnología alguna, donde hasta  para  hablar por teléfono debía irse a la oficina de correos y exponerse a ser controlado. Todo lo que tenia era una grabadora, una máquina de escribir y un Fiat 126,  para manejarse por toda Polonia buscando y verificando información.  Antes de llevar a cabo la publicación la obra debía ser sometida a la Oficina de Control de Prensa. Terminado el trabajo resulto ser que los censores exigían el retiro de  ciertos fragmentos del texto, a lo cual tanto el autor como la editora Znak se negaron.  Después de fuertes discusiones, solicitudes y presiones finalmente las autoridades permitieron que el libro fuera publicado con motivo del 2do viaje de Juan Pablo II a Polonia en 1983, pero antes debió lucharse para obtener  papel para la publicación, pues no se permitía impresión alguna sin antes haber presentado las solicitudes pertinentes para la obtención del papel.   Además no se obtuvo permiso para vender el libro en librerías, tan solo podían venderlo por los canales de la Iglesia disponibles. No obstante la primera edición de 40.000 ejemplares se agotó en días.   Reconoce y se disculpa el autor que no tuvo acceso a toda la documentación que hubiera deseado y que utilizó  dos tipos de fuentes: documentos y testimonios orales personales,  cuidando de no publicar anécdotas demasiado “compradoras”  o quizás producto de la imaginación,  y experiencias de terceros (haberlo escuchado – me dijeron que tal cosa) y  la obra comprende anécdotas personales muy valiosas contadas en primera persona.

Adam Boniecki, o más bien Adam Fredro-Boniecki Nació el 25 de julio de 1934 en el Palacio de Potworów (en Mazovia) en una familia de la nobleza terrateniente del escudo de armas Bończa. Una familia emparentada con las grandes familias polacas de los Tyszkiewicz, Wielowieyski, Morstins y Łosiów. Esta infancia pacífica y ordenada se ve interrumpida por la guerra y su primera experiencia fuerte  fue la pérdida de su padre en 1944 cuando los alemanes irrumpen en el Palacio de Potworów  y se lo llevan para no volver a verlo nunca más. (Agnieszka Dajbor). 

 A los dieciocho años Boniecki ingresó en la Congregación de los Padres Marianos y en esa congregación fue  ordenado sacerdote. Estudió filosofía en la Universidad Católica de Lublin. Trabajó con los jóvenes como catequista de estudiantes de secundaria en Grudziądz y  cooperó con la capellanía académica de la Universidad Católica de Lublin. 

En 1964, por invitación del obispo Karol Wojtyła, comenzó a trabajar en Cracovia como editor de Tygodnik Powszechny. Dirigió la capellanía académica en Santa Ana en Cracovia. Fue a Francia durante dos años, donde estudió en el Instituto Católico de París.  Desde Francia, escribió para Tygodnik Powszechny sobre el nuevo rostro de la Iglesia.

Después de su regreso, continuó trabajando como editor de Tygodnik Powszechny y capellán académico. En 1979, a petición de Juan Pablo II partió para Roma. Allí preparó la edición polaca del diario "L'Osservatore Romano", y más tarde se convirtió en su editor en jefe. Sin embargo, no dejó de trabajar con Tygodnik Powszechny como su  corresponsal en Roma.

Acompañó a Juan Pablo II en numerosos viajes. En 1991, después de la caída del comunismo, el P. Boniecki volvió a la redacción de Tygodnik Powszechny. 
De 1999 a 2011, el P. Adam Boniecki fue editor en jefe de Tygodnik Powszechny.
A pesar de su retiro en 2011, continuo activo y como  editor senior continuo publicando en   Tygodnik.  A partir de noviembre de 2011, cuando el Superior Provincial de la Congregación de los Padres Marianos le impuso el silencio,  Tygodnik fue el único medio por el cual podía expresarse, quien siempre se sintió periodista. Esa prohibición duro tan solo unos meses, aunque luego volvió a recibirla en 2017. 

Boniecki  se mantuvo siempre  públicamente activo y expuesto ofreciendo conferencias y participando en debates y encuentros,  representando el periodismo religioso, confesional y espiritual y - al igual que Juan Pablo II, quien le era muy cercano y a quien dedico varias publicaciones, incluido el Calendario de vida -   apreciaba la importancia de las redes sociales en la evangelización.  El espectro de sus intereses fue siempre multifacético, ha escrito cientos de artículos y numerosos libros  (ver algunas de sus publicaciones)  y recibido cantidades de reconocimientos y premios. 

 Agnieszka Dajbor ha escrito un interesante comentario celebrando su 88 cumpleaños.

Indudablemente Boniecki es  un personaje extremadamente interesante intelectual y espiritualmente, original y también controvertido; sin embargo gran buscador de la verdad y como el mismo explica en la introducción de la valiosísima fuente de información del Kalendarium  - crónica de la vida de Karol Wojtyla hasta su nombramiento como Pontífice - su interés en dedicarse a la obra fue debido a la aparición de cantidades de biografías  sin sentido  que iban apareciendo sobre el nuevo Papa. Sentía que esas biografías “fabricadas” no hacían justicia a la real, y por otro lado se preguntaba cual era la biografía real?  Y así comenzó a dedicarse a la investigación para descubrir la historia de la vida del nuevo Papa a quien le parecía que conocía bastante bien, y sin embargo resulto ser “una aventura fascinante, una aventura llena de sorpresas”

 

 

martes, 27 de septiembre de 2022

Jerzy Turowicz

 

(foto de Wikipedia)

Jerzy Turowicz (1912-1999) fue uno de los miembros fundadores de Tygodnik Powszechny, columnista de renombre y director hasta 1999.

Nacido en Cracovia en 1912, estudio historia y filosofía en la Universidad Jaguellonica. En su juventud participo activamente en los centros académicos católicos y cristianos. Durante la ocupación nazi, tomo parte en actividades culturales clandestinas. Intelectual carismático, de personalidad cautivante, Turowicz fue durante décadas una suerte de guía espiritual de la oposición polaca democrática durante la era comunista y su semanario voz lider independiente. Hasta 1969 Turowicz fue miembro de la comisión del Episcopado polaco en temas apostólicos de los laicos y en el crucial año 1981 miembro del Consejo social del Primado. Turowicz fue además agudo observador y critico del gobierno democrático de la Polonia post comunista, advirtiendo sobre el peligro de nacionalismos y abogando por mejorar las relaciones polaco-alemanas. Escribió también sobre el rol de la Iglesia en la vida pública. En 1992, el entonces presidente Lech Walesa, lo condecoro con la Cruz de Mando y la Estrella de la Orden “Polonia Restituta”. Recibió además distinciones del papa Juan Pablo II, de la Universidad de Yale y el Boston Collage.

 Debido a su enfoque tenaz y su visión perspicaz en tiempos de crisis políticas, Turowicz llego a ser una autoridad moral “intocable”, moralidad que extrapoló concienzudamente en su liderazgo de Tygodnik Powszechny. A partir de 1999 y hasta 2011, y cumpliendo sus deseos, el editor en jefe del Semanario fue el sacerdote Adam Boniecki.

Karol Wojtyla, ensayista novel

 


En medio de la ocupación nazi de Polonia el Principe Adam Sapieha habia subdividido grandes parroquias en parroquias mas pequeñas, acercándolas a la gente. Había reformado el seminario, insistiendo en una formación teológica mas profunda y continuaba planeando para el futuro: publicar un diario católico : Tygodnik Powszechny (Semanario Universal) poniendo como director al joven periodista Jerzy Turowicz. y nombrando como “colaborador para temas eclesiales” al sacerdote Jan Piwowarczyk, antes rector del Seminario.


En las vacaciones de 1941 , con la venia del cardenal Sapieha, su “protegido” Karol Wojtyla - a quien había enviado a Roma a proseguir sus estudios – junto con Stanislaw Starowieyski realizarían unas vacaciones particulares, “vacaciones apostólicas” podría decirse y que dieran origen al primer articulo de Karol Wojtyla a ser publicado en el semanario Tygodnik Powszechny.

 

Y así a principios de 1949 Jerzy Turowicz, su director, recibía la visita del joven sacerdote Wojtyla, con su artículo bajo el brazo. Turowicz lo recibió amablemente sin prometer nada. Estaba ya habituado a recibir cantidades de artículos y ensayos del clero local que deseaba hacer conocer sus escritos. Sin embargo – dice Weigel, - al leer Turowicz el articulo se mostró interesado, hasta podría decirse entusiasmado. Y el articulo no tardaría en publicarse en aquel semanario que “debido a la calidad literaria y su dinamismo intelectual era el mejor periódico de la Polonia comunista, la fuente más fiable” .



Mision de France” el “ensayo inaugural” de Karol Wojtyla para el periódico, constituía un análisis críticamente favorable al movimiento del sacerdote obrero como respuesta pastoral innovadora a las desesperadas circunstancias del catolicismo francés de posguerra, siempre foco de interés para los intelectuales católicos polacos. Karol Wojtyla había quedado impresionado – diría el miso en Don y Misterio “por el vigor de la Iglesia y el ministerio pastoral de la Iglesia en Francia entonces. “Misión de France” fue publicado en primera plana del Semanario el 6 de marzo de 1949. “un prestigioso debut para un principiante” según Weigel.


El segundo ensayo del padre Wojtyla en Tygodnik Powszechny fue su tributo a Jan Tyranowski, titulado “Apóstol”. Luego continuaría colaborando con ensayos y escritos bajo los seudonimos: Andrzej Jawien y Stanislaw Andrzej Gruda.


Turowicz - quien en 1983 se negó a publicar dos homilías del Papa Juan Pablo II antes que publicarlas mutiladas como le exigía la censura. - comentaría muchos años mas tarde que Wojtyla empezó a colaborar con la revista desde muy joven y lo continuo haciendo hasta antes del cónclave.


(Fuente: George Weigel: Testigo de esperanza,  Plaza & Janes Editores, 1999

 

jueves, 22 de septiembre de 2022

El cardenal Deskur (amigo de Karol Wojtyla) revela la relación entre Wojtyla y el Padre Pio

 


Wlodzimierz Redzioch / La Brújula Cotidiana entrevista al director de Padre Pio TV, Stefano Campanella, que recogió en su momento las confidencias de Deskur 

 

 (…)

¿Qué papel jugó el cardenal Deskur en las relaciones entre Juan Pablo II y el Padre Pío?
El 30 de enero de 2004 tuve el honor de entrevistar al cardenal Deskur en su apartamento en el Vaticano y preguntarle sobre la relación entre Juan Pablo II y el Padre Pío. El cardenal fue testigo directo de algunos de los acontecimientos que unen al Papa y al fraile y es también una persona que pudo recoger otros hechos de la voz de Juan Pablo II, porque estaba vinculado al Santo Pontífice por una profunda y larga amistad que había comenzado en el seminario de Cracovia. Deskur me dijo que los compañeros del seminario de Wojtyla se dieron cuenta de que estaban tratando con un joven especial. Descubrieron, de hecho, que tenía el don de la “contemplación infusa”: “Durante la hora de meditación todos se giraban, mirando quién entraba y quién salía. Él era el único que nunca se movía”. Deskur también reveló que Wojtyla siempre fue “muy reservado en todo lo relacionado con su vida espiritual”.

 

Tras el seminario, los caminos de Deskur y Wojtyla se separaron.
Sí, pero se volvieron a ver durante los años del Concilio Vaticano II. Monseñor Deskur –que en 1952 había sido llamado al servicio de la Santa Sede con el cargo de Subsecretario de la Comisión Pontificia de Cinematografía, Radio y Televisión- tenía asignado un apartamento en el Vaticano, donde ocasionalmente alojaba a su amigo el Arzobispo de Cracovia. Una noche, por casualidad, Deskur encontró al futuro Papa en la habitación que se usaba como capilla. Estaba tendido en el suelo frente al tabernáculo, con los brazos abiertos en forma de cruz, profundamente inmerso en la oración. Esta forma de sumergirse en un profundo diálogo con el Señor continuó incluso después de su elección al trono papal. Quienes han leído la Positio de la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II también han contado que al menos dos testigos dijeron que habían visto al Pontífice en una oración tan intensa que parecía un diálogo con alguien invisible que estaba antes que él: una vez en los Jardines Vaticanos y la otra ante la Virgen Negra de Czestochowa.

 

El primer episodio que vincula a Wojtyla, Padre Pío y Deskur también se remonta al período del Concilio.
Sí, porque en noviembre de 1962 monseñor Wojtyla, que estaba en Roma, recibió la noticia de la grave enfermedad de Wanda Poltawska, su hija espiritual y amiga. Entonces Wojtyla se acordó del Padre Pío, al que ya había conocido en 1948, y pensó en pedirle oraciones por la mujer, madre de cuatro hijas. Fue el mismo Deskur quien le permitió establecer correspondencia con el Padre Pío. El 17 de noviembre de 1962 Wojtyla le escribió una primera carta, que Deskur envió a San Giovanni Rotondo a través del mecanógrafo de la Secretaría de Estado, Angelo Battisti, que era hijo espiritual del Padre Pío. Battisti hizo llegar la carta al Padre Pío, quien después de haber leído el contenido pronunció la famosa frase: “No se le puede decir que no a esto”. Unos días más tarde, antes de la cirugía programada para eliminar la masa neoplástica, la mujer se sometió a un nuevo examen diagnóstico que mostró que el tumor había desaparecido completamente. Esta noticia llegó inmediatamente a Wojtyla, que se sintió obligado a dar las gracias al Padre Pío: el 28 de noviembre escribió la segunda carta que, de nuevo a través de monseñor Deskur y Battisti, fue entregada al Padre Pío. En esa ocasión el fraile dijo: “¡Alabado sea el Señor!”. Y le dio las dos cartas a Battisti, añadiendo: “Guarda estas cartas”. El empleado del Vaticano las puso en un cajón y las encontró por casualidad en el mismo mes y año en que el obispo que las había escrito se convirtió en Papa con el nombre de Juan Pablo II.

 

(…)

Gracias al cardenal Deskur pudo descubrir muchos hechos extraordinarios sobre Juan Pablo II y su relación con el Padre Pío.
Deskur me contó sólo una parte de las cosas que sabía porque, como explicó, “otras cosas las he conocido a través de la confesión y no puedo contarlas”. Pero entre las cosas que me dijo había algunas muy significativas. Un día monseñor Jozef Michalik le preguntó al Papa algo más sobre su relación con el Padre Pío. Y Juan Pablo II le habló de una relación especial desde el principio. Cuando en los primeros días de abril de 1948 el joven sacerdote Wojtyla fue a San Giovanni Rotondo, el sacerdote capuchino le reveló lo que no le había confiado y no confiaría nunca a nadie, ni siquiera de sus confesores, y es que además de las cinco heridas de los estigmas y la de la transverberación, tenía también una sexta herida en el hombro, como la que Jesús sufrió llevando la cruz o el patibulum en el camino del Calvario. Era la plaga “que más dolía”, porque había “supurado” y nunca había “sido tratada por los médicos”.

 

En ese momento no pude publicar más, pero cuando Juan Pablo II fue beatificado, me sentí libre de publicar otras revelaciones: la primera, de la que ya he hablado, es el don de la contemplación infusa. El otro concierne a Nuestra Señora de Fátima. En 1997 Deskur fue a Coimbra, por mandato de Juan Pablo II, para reunirse con la hermana Lucía y preguntarle si el acto de consagración a María en 1984, hecho junto con todos los obispos del mundo, se había hecho de la manera deseada por Nuestra Señora. Al final de la entrevista, después de recibir las garantías solicitadas, el cardenal preguntó a la religiosa si debía “informar de algo al Santo Padre” en nombre de Nuestra Señora. Y sor Lucía respondió: “No es necesario, porque la Virgen le habla directamente”. Y esto es una confirmación más del carácter místico de Juan Pablo II.

Memoria litúrgica de San Pio de Pietrelcina

 


Vaya  esta pequeña reflexión suya del librito Buenos días… (Un pensamiento para cada día del año) para la celebración de la memoria litúrgica de este gran santo:

 “La vida no es otra cosa que una contnua reacción contra uno  mismo, y no se are a la belleza, si no es a precio de sufrimiento. Manteneos siempre en compañía de Jesús en Getsemani y el sabra confortaros cuando os lleguen las horas de angustia-“

y mi invitación a visitar los posts ya publicados en este blog y los enlaces recomendados. Perdón si hay alguno que se superponga.

 Benedicto XVI en San Giovanni Rotondo

Mis dias en Romna (5) con Pietrelcina

Carta de Mons. Wojtyla al Padre Pio

Padre Pio de Pietrelcina – canonización

Juan Pablo II, el santo Padre Pio y mi visita a San Giovanni Rotondo

 

enlaces recomendados:

San Pio de Pietrelcina franciscano capuchino

Teleradio Padre Pio

SanPio de Pietrelcina, San Giovanni Rotondo 

FratiMinori Cappuccini, San Giovanni Rotondo l

CappucciniPietrelcina 

miércoles, 21 de septiembre de 2022

La vida es bella porque es un don de amor- Filippo Morlacchi

 


“La vida es bella” se titula una película famosa ambientada en el trágico marco de un campo nazi. Si, también en las condiciones más inhumanas, el hombre sabe – o quizás siente, percibe, de alguna manera intuye – que la vida es un bien precioso, si bien a menudo amasada entre dolor y lágrimas. Esta sana toma de conciencia – que la vida es en sí misma un bien – hoy parece nublarse en la conciencia de algunas personas. Existen fuertes presiones que conminan a pensar que solamente una vida “cualitativamente gratificante” puede ser considerada “bella” y por ende digna de ser vivida. El valor de la vida esta en riesgo de sufrir «una especie de “eclipse”, aun cuando la conciencia no deje de señalarlo como valor sagrado e intangible» (Evangelium vitae, n11)

 ¿Porque la vida humana siempre debe ser considerada un bien? La respuesta de la fe es clara y luminosa: porque viene de Dios y a Dios retorna. «La vida que Dios da al hombre es original y diversa de la de las demás criaturas vivientes, ya que el hombre, aunque proveniente del polvo de la tierra, es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencia, resplandor de su gloria» (EV, n34). De igual manera «el destino de comunión con Dios en su conocimiento y amor» (EV, n38) o sea su vocación eterna, convierte toda vida humana en don para acoger con respeto y custodiar con amor. Y permanece por siempre, aun cuando su fragilidad es más tangible, y la tentación de apoderarse de ella desafiante.

El deber primordial de caridad del cristiano, en medio de la confusión de nuestro tiempo, es hablar con claridad, aun a costo de ser impopulares. «Se requiere,  más que nunca,  el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño». (EV 58)  Ninguna formula políticamente correcta, ningún juego de palabras, ninguna perífrasis “sanitaria” podrán convertir jamás la supresión deliberada de una vida humana en un acto irrelevante, o – peor aun – en un derecho adquirido. Ninguna supuesta “buena intención” por ejemplo, la de suprimir el sufrimiento – ninguna legitimación burocrática, ningún artículo de ley estará jamás en condiciones de convertir en moralmente bueno un acto intrínsecamente malo.

Esta forma de “resistencia cultural” si bien necesaria, no es suficiente, sin embargo, para promover en dirección positiva una nueva “cultura de la vida”. Hace falta también un testimonio concreto de amor. El Señor nos ha dado el ejemplo, anticipando voluntariamente en la Eucaristía el ofrecimiento de su vida por el mundo, ofrecimiento realizado después en modo definitivo en la cruz.  Solamente si también nosotros sabremos hacer de nuestra vida un don consciente de amor lograremos hacer comprender a nuestros contemporáneos que la vida – toda vida – viene del amor, que lleva el sello y la esencia, y es en si misma don de amor, y como tal es siempre acogida y custodiada.  La celebración del Evangelio de la vida debe realizarse sobre todo en la existencia cotidiana, vivida en el amor por los demás y en la entrega de uno mismo.  Así, toda nuestra existencia se hará acogida autentica y responsable del don de la vida y alabanza sincera y reconocida a Dios que nos ha hecho este don.

En este contexto, rico en humanidad y amor, es donde surgen también los gestos heroicos. Estos son la celebración más solemne del Evangelio de la vida, porque lo proclaman con la entrega total de si mismos. Son la elocuente manifestación del grado más elevado del amor que es dar la vida por la persona amada (Jn, 15,13), son la participación en el misterio de la Cruz, en la que Jesus revela cuánto vale para El la vida de cada hombre y como esta se realiza plenamente en la entrega sincera de si mismo. Mas allá de casos clamorosos, está el heroísmo cotidiano, hecho de pequeños o grandes gestos de solidaridad que alimentan una autentica cultura de la vida. (EV, 86)  Aquí estamos comprometidos todos. EL anuncio del “Evangelio de la vida” comprende también nuestras decisiones.

 

(publicado en Totus Tuus, revista de la Postulación, Nr 1 Ene/Feb 2010)  

 

lunes, 19 de septiembre de 2022

Benedicto XVI: ataques a la vida

 


 (…) El cristiano está continuamente llamado a movilizarse para afrontar los múltiples ataques a que está expuesto el derecho a la vida. Sabe que en eso puede contar con motivaciones que tienen raíces profundas en la ley natural y que por consiguiente pueden ser compartidas por todas las personas de recta conciencia.

Desde esta perspectiva, sobre todo después de la publicación de la encíclica Evangelium vitae, se ha hecho mucho para que los contenidos de esas motivaciones pudieran ser mejor conocidos en la comunidad cristiana y en la sociedad civil, pero hay que admitir que los ataques contra el derecho a la vida en todo el mundo se han extendido y multiplicado, asumiendo nuevas formas.

Son cada vez más fuertes las presiones para la legalización del aborto en los países de América Latina y en los países en vías de desarrollo, también recurriendo a la liberalización de las nuevas formas de aborto químico bajo el pretexto de la salud reproductiva:  se incrementan las políticas del control demográfico, a pesar de que ya se las reconoce como perniciosas incluso en el ámbito económico y social.

Al mismo tiempo, en los países más desarrollados aumenta el interés por la investigación biotecnológica más refinada, para instaurar métodos sutiles y extendidos de eugenesia hasta la búsqueda obsesiva del "hijo perfecto", con la difusión de la procreación artificial y de diversas formas de diagnóstico encaminadas a garantizar su selección. Una nueva ola de eugenesia discriminatoria consigue consensos en nombre del presunto bienestar de los individuos y, especialmente en los países de mayor bienestar económico, se promueven leyes para legalizar la eutanasia.

Todo esto acontece mientras, en otra vertiente, se multiplican los impulsos para legalizar convivencias alternativas al matrimonio y cerradas a la procreación natural. En estas situaciones la conciencia, a veces arrollada por los medios de presión colectiva, no demuestra suficiente vigilancia sobre la gravedad de los problemas que están en juego, y el poder de los más fuertes debilita y parece paralizar incluso a las personas de buena voluntad.

Por esto, resulta aún más necesario apelar a la conciencia y, en particular, a la conciencia cristiana. Como dice el Catecismo de la Iglesia católica, "la conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la calidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto" (n. 1778).

Esta definición pone de manifiesto que la conciencia moral, para poder guiar rectamente la conducta humana, ante todo debe basarse en el sólido fundamento de la verdad, es decir, debe estar iluminada para reconocer el verdadero valor de las acciones y la consistencia de los criterios de valoración, de forma que sepa distinguir el bien del mal, incluso donde el ambiente social, el pluralismo cultural y los intereses superpuestos no ayuden a ello.

 

(del Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en la asamblea general de la Academia Pontificia parala Vida, 24 de febrero de 2007)

viernes, 16 de septiembre de 2022

La Santa Cruz, nuestras cruces y los planes de Dios

 


El pequeño Karol no lo sabía, pero Él, el Señor,  ya lo había elegido. Había elegido su familia, su entorno, su cercanía a la capilla de la Santa Cruz en su iglesia parroquial de Wadowice,  donde conoció al padre Kazimierz Figlewicz que luego fue su confesor y guía espiritual y que,  años más tarde,  cuando ya  fue ordenado sacerdote,  estaba a su lado cuando celebro en la cripta de san Leonardo de Wawel su primera misa.  

“Las manos de mi madre me enseñaron este misterio uniendo las manitas del niño para la oración, me enseñaron a hacer la señal de la cruz, la señal de Cristo, que es el Hijo de Dios vivo” decia en la visita a su ciudad natal allí a orillasdel rio Skawa.   “Con profunda veneración beso el umbral de la casa de Dios, de la iglesia parroquial de Wadowice, y en ella el baptisterio, en el que fui injertado a Cristo y acogido en la comunidad de su Iglesia (1983) 



(…) Hoy, después de tantos años, ¡cuán agradecido estoy contigo, mi madre, mi padre y mi hermano ! “ Allí había escuchado por primera vez las palabras " Tú eres el Cristo (el Mesías), el Hijo de Dios vivo " ( Mt 16,16 ). Esta confesión de Pedro me llegó como un don de la fe de la Iglesia. 

 Después de fallecida su madre fue su padre quien se encargo de fortalecer la vida religiosa de su hijo. Juntos peregrinaban a la cercana Kalwaria “ Ese itinerario desde niño, y más aún como sacerdote y como obispo, me llevaba frecuentemente por los senderos marianos de Kalwaria Zebrzydowska,… Iba allí con frecuencia y caminaba en solitario por aquellas sendas presentando en la oración al Señor los diferentes problemas de la Iglesia, sobre todo en el difícil período que se vivía bajo el comunismo. Mirando hacia atrás constato como "todo está relacionado'' (Don y Misterio)


Ya mudados a Cracovia con su padre,  para que Karol comenzara sus estudios superiores,  se familiarizo con Adam Chmielowski (Fray Alberto) fallecido en 1916.  “Me pregunto a veces qué papel ha desempeñado en mi vocación la figura del Santo Fray Alberto”  a quien como Papa beatifico en 1983 y  canonizo en 1989 y

 quien ocupara “un puesto preferente en mi recuerdo, y más aun, en mi corazón, fra Albert-Adam Chmielowski (1845-1916) de Cracovia…..para mi era una figura admirable. Espiritualmente me sentía muy unido a él. Escribí sobre él un drama que titulé “Hermano de nuestro Dios”. Su personalidad me fascinaba. Vi en él un modelo para mí….su historia me ayudó mucho a abandonar el arte y el teatro y para entrar en el seminario…” (Levantaos, Vamos!) p 167-168



Alli en Cracovia  conoció también a JanTyranowski, el sastre-apóstol :  “Cuando me encontraba en Cracovia, en el barrio Debniki, entré en el grupo del "Rosario vivo'', en la parroquia salesiana. Allí se veneraba de modo especial a María Auxiliadora. En Debniki, en el período en el que iba tomando fuerza mi vocación sacerdotal, gracias también al mencionado influjo de Jan Tyranowski, mi manera de entender el culto a la Madre de Dios experimentó un cierto cambio. Estaba ya convencido de que Maria nos lleva a Cristo, pero en aquel período empecé a entender que también Cristo nos lleva a su Madre.”

 En Don y Misterio Juan Pablo II se pregunta: ¿Cuál es la historia de mi vocación sacerdotal? La conoce sobre todo Dios. En su dimensión más profunda, toda vocación sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera infinitamente al hombre…La vocación es el misterio de la elección divina: "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca" (Jn 15, 16). "Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón'' (Hb 5, 4). "Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí" (Jr 1, 5). Estas palabras inspiradas estremecen profundamente toda alma sacerdotal. Y allí mismo reflexiona:  Me veo así, en aquella capilla durante el canto del Veni, Creator Spiritus y de las Letanías de los Santos, mientras, extendido en forma de Cruz en el suelo, esperaba el momento de la imposición de las manos.”

En ¡Levantaos, Vamos!  Juan Pablo II comentaba las palabras del cardenal primado Stefan Wyszynski del 11 de mayo de 1946: «Ser obispo tiene en si mismo algo de cruz, por eso la Iglesia pone la cruz en el pecho del obispo. Sobre la cruz hay que morir a sí mismos, sin esto no hay plenitud de sacerdocio. Tomar sobre si la cruz no es fácil, aunque sea de oro y este cuajada de piedras preciosas.» 





Y como olvidar  las Misas de medianoche a cielo abierto en pleno y crudo invierno  y las cruces que el gobierno comunista mandaba derribar una y otra vez y volvían a ser reemplazadas. Allí en los suburbios de Cracovia, ese entorno de  NowaHuta donde  los soviéticos querían construir un “paraíso obrero”, una ciudad   sin Dios,  llego a ser un icono, un punto de partida sin retorno. Ya nada seria igual. Ya como Papa,  en su primer viaje a su patria nos ha dejado una joya : la  preciosa  homilía en la Santa Misa en el Santuario de la Santa Cruz de Mogila, un verdadero himno a la Cruz : Cuando, en los alrededores de Kraków (Cracovia), surgía Nowa Huta —enorme complejo industrial y una nueva gran ciudad: nueva Kraków—, tal vez nadie se daba cuenta de que estaba surgiendo de hecho al lado de esta cruz, el lado de esta reliquia que, junto a la antiquísima abadía de los cistercienses, hemos heredado desde la época de los Piast. De nuevo estoy aquí, ante esta cruz, junto a la cual he estado tantas veces como peregrino; ante la cruz que sigue siendo para todos nosotros como la más preciada reliquia de nuestro Redentor.  “¡Dejémonos envolver por el misterio de la Redención! ..Como aquel centurión, yo soy la Cruz, que en el momento de la muerte de Cristo confiesa: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" ( Mc 15,39). Dejémonos envolver por el misterio de la Redención. Todos estamos bajo la Cruz. Toda la humanidad está continuamente bajo la Cruz. Nuestra nación ha estado bajo la Cruz por mil años. Dejémonos envolver por el misterio de la Redención: por el misterio del Hijo de Dios, en él se revela hasta el fondo lo que a veces es tan difícil de resolver, el misterio del hombre. Y a través de todos sus sufrimientos y humillaciones, se manifiesta su suprema vocación: el hombre.  (Homilia en la Misa de la Santa Cruz en laCatedral de Varsovia, 1983)  


Y en la canonización de la Beata Edvigis, Reina de Polonia 
como verdadero patriota emocionado y cautivado por la Santa Cruz, tratando de expresar su intima unión con el pasado de su patria, “Quería destacar mi particular vínculo espiritual con la historia de Polonia, de la cual la colina del Wawel representa casi una síntesis emblemática”  decia:  “poniéndonos a la escucha de las palabras de los Apóstoles, queremos decirte, nuestra reina santa, que tú, como pocos, comprendiste esta enseñanza de Cristo y de los Apóstoles. En muchas ocasiones te arrodillaste a los pies del Crucifijo de Wawel para aprender de Cristo mismo ese amor generoso. Y lo aprendiste. Supiste demostrar con tu vida que lo más grande es el amor. En un antiquísimo canto polaco cantamos:

«¡Oh cruz santa,

árbol único en nobleza!

Jamás el bosque dio mejor tributo
que este que da a Dios mismo (...).
Inaudita bondad es morir
en cruz por otro.
¿Quién puede hacerlo hoy?
¿Por quién dar la propia vida?
Sólo el Señor Jesús lo hizo,
porque nos amó fielmente»
(cf. Crux fidelis, siglo XVI).

De este Cristo crucificado de Wawel, de este Crucifijo negro, al que los habitantes de Cracovia vienen cada año en peregrinación el Viernes santo, aprendiste, reina Eduvigis, a dar la vida por tus hermanos. Tu profunda sabiduría y tu intensa actividad brotaban de la contemplación, del vínculo personal con el Crucifijo. Aquí la contemplación y la vida activa encontraban el justo equilibrio. Por eso, nunca perdiste la «parte mejor », la presencia de Cristo. Hoy queremos arrodillarnos junto contigo, Eduvigis, a los pies del Crucifijo de Wawel, para oír el eco de esa lección de amor, que tu escuchabas. Queremos aprender de ti el modo de actuarla en nuestros tiempos.”

En la peregrinación apostolica a Polonia en la Misa celebrada en le campo de concentración deAuschwitz-Birkenau se arrodillaba ante "este Gólgota del mundo contemporáneo…. Ciertamente, vengo para orar junto con todos vosotros que habéis llegado aquí —y al mismo tiempo con toda Polonia— y con toda Europa. Cristo quiere que yo, Sucesor de Pedro, dé testimonio ante el mundo de lo que constituye la grandeza del hombre de nuestros tiempos y de su miseria. De lo que constituye su derrota y su victoria……”

En el ultimo viaje a su patria decia en Kalwaria:  Cuántas veces he experimentado que la Madre del Hijo de Dios dirige sus ojos misericordiosos a las preocupaciones del hombre afligido y le obtiene la gracia de resolver problemas difíciles, y él, pobre de fuerzas, se asombra por la fuerza y la sabiduría de la Providencia divina! ¿No lo han experimentado, acaso, también generaciones enteras de peregrinos que acuden aquí desde hace cuatrocientos años? Ciertamente sí. De lo contrario, no tendría lugar hoy esta celebración. No estaríais aquí vosotros, queridos hermanos, que recorréis los senderos de Kalwaria, siguiendo las huellas de la pasión y de la cruz de Cristo y el itinerario de la compasión y de la gloria de su Madre. Este lugar, de modo admirable, ayuda al corazón y a la mente a penetrar en el misterio del vínculo que unió al Salvador que padecía y a su Madre que compadecía. “


En este intento breve de bosquejo no quiero dejar de mencionar al menos parte de  la homilía de Juan Pablo II en la celebración en la Colina de las Cruces Šiauliai (Lituania) en su visita de 1993, una de las homilías donde el Papa (si exceptuamos las homilías en su propia tierra) más ha sentido y demostrado que comprendía al hombre sujeto a regímenes totalitarios privado de libertad y “pisoteado” por un sistema,  pues lo habia vivido en carne propia en su patria.  



El misterio de la Exaltación de la Cruz: ¡misterio central en la historia de la salvación!

Estamos invitados a reflexionar sobre el misterio de la Cruz en esta localidad, a la que hemos venido en peregrinación por tierra lituana. Es el lugar mismo el que nos invita a hacer esto: se llama la Colina de las Cruces  (Monte delle Croci).

Venimos aquí – a la Colina de las Cruces  - a recordar a todos los hijos e hijas de vuestra tierra, sometidos a sentencias, enviados a prisión, a campos de concentración, deportados a Siberia o Koluma y condenados a muerte.

Los inocentes fueron condenados. En vuestra patria entonces hacía estragos un terrible sistema marcado por la violencia totalitaria. Un sistema que pisoteó y humilló al hombre. Los sobrevivientes, los que se libraron de tales horrores de violencia y muerte, sabían que ante sus ojos, entre sus propios compatriotas y en sus familias, se renovaba y completaba lo ya realizado en el Gólgota, donde el Hijo de Dios "asumiendo condición de siervo", como hombre "se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte" ( Flp 2, 7-8).

Así, la tragedia de la cruz fue vivida por muchos de vuestros compatriotas. Para ellos, Cristo crucificado representó una fuente inestimable de fortaleza del alma en el momento de la deportación y la sentencia de muerte. La cruz ha sido fuente providencial de bendición para toda la nación y para la Iglesia, signo de reconciliación entre los hombres. Ha dado sentido y valor al sufrimiento, a la enfermedad, al dolor. Y hoy, como ayer, la Cruz sigue acompañando la vida del hombre.

Pero la Cruz es, al mismo tiempo, también una "exaltación". Al anunciar su muerte en el Gólgota, es decir, la muerte en la cruz, Cristo dijo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado" ( Jn 3 , 14 ).

Sí, por supuesto, se ha planteado. Esta elevación en la Cruz abrió ante él un horizonte singular. El horizonte del sacrificio de la Cruz abarcaba no sólo a Jerusalén, sino al mundo entero: "Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" ( Jn 12, 32 ).

Y lo que para los hombres constituye una aniquilación mortal, en el horizonte del sacrificio de Cristo se convierte en la revelación del poder divino: del poder de la Redención, de su poder salvador. "Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo el que crea en él tenga vida eterna" ( Jn 3, 14-15).

4. Cristo mismo nos asegura que en su cruz, en el Gólgota, se abre el horizonte de la vida eterna para el mundo, para el hombre que, viviendo en esta tierra, está sometido a la ley ineludible del morir.

Jesús nos asegura cuando afirma: "Tanto amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" ( Jn 3 , 16 ).

Los hijos y las hijas de vuestra tierra llevaron cruces en este monte que eran semejantes a la del Gólgota en la que murió el Redentor. De este modo proclamaban la certeza de su fe en que aquellos de sus hermanos y hermanas que habían muerto -o más bien: habían sido asesinados de diferentes maneras- "tenían vida eterna".

El amor supera al odio mortal, que también se ha extendido violentamente en nuestro continente europeo. Es el amor con que Dios amó al mundo, en Cristo crucificado y resucitado.

La Cruz es un signo de este Amor.

La Cruz es signo de vida eterna en Dios”

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En el heroísmo de su personal “via crucis” ha enseñado como se puede hacer frente a la enfermedad, soportar el dolor y continuar a servir y a amar a los demás, sin empobrecerse en un pesimismo, ha mostrado a un mundo asustado por el futuro, aterrorizado por el sufrimiento y dispuesto a matar con tal de eliminarla del propio horizonte, que la vida del hombre tiene siempre un valor inestimable y que esconde siempre un mejor.  (Giovan Battista Brunori)