Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 20 de enero de 2018

Papa Francisco: La cultura del descarte

“Queridos hermanos, lo primero que me gustaría transmitirles —y lo quiero hacer con fuerza— es que ¡esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la Madre! Y, si hay madre, hay hijos, hay familia y hay comunidad. Y donde hay madre, familia y comunidad, no podrán desaparecer los problemas, pero seguro que se encuentra la fuerza para enfrentarlos de una manera diferente.
Es doloroso constatar cómo hay algunos que quieren apagar esta certeza y volver a Madre de Dios una tierra anónima, sin hijos, una tierra infecunda. Un lugar fácil de comercializar y explotar. Por eso nos hace bien repetir en nuestras casas, comunidades y en lo hondo del corazón de cada uno: ¡Esta no es una tierra huérfana! ¡Tiene Madre! Esta buena noticia se va transmitiendo de generación en generación gracias al esfuerzo de tantos que comparten este regalo de sabernos hijos de Dios y nos ayuda a reconocer al otro como hermano.


En varias ocasiones me he referido a la cultura del descarte. Una cultura que no se conforma solamente con excluir, como estábamos acostumbrados a ver, sino que avanzó silenciando, ignorando y desechando todo lo que no le sirve a sus intereses; pareciera que el consumismo alienante de algunos no logra dimensionar el sufrimiento asfixiante de otros. Es una cultura anónima, sin lazos y sin rostros, la cultura del descarte. Es una cultura sin madre que lo único que quiere es consumir. Y la tierra es tratada dentro de esta lógica. Los bosques, ríos y quebradas son usados, utilizados hasta el último recurso y luego dejados baldíos e inservibles. Las personas son tratadas también con esta lógica: son usadas hasta el cansancio y después dejadas como «inservibles». Esta es la cultura del descarte, se descarta a los chicos, se descarta a los ancianos. Allí, saliendo, cuando hice el recorrido hay una abuela de 97 años, ¿vamos a descartar a la abuela, qué les parece? No, porque la abuela es la sabiduría de un pueblo. ¡Un aplauso a la abuela de 97 años!
Pensando en estas cosas permítanme detenerme en un tema doloroso. Nos acostumbramos a utilizar el término «trata de personas». Al llegar a Puerto Maldonado, en el aeropuerto vi un cartel que me llamó la atención gratamente: “Está atento contra la trata”. Se ve que están tomando conciencia. Pero en realidad deberíamos hablar de esclavitud: esclavitud para el trabajo, esclavitud sexual, esclavitud para el lucro. Duele constatar cómo en esta tierra, que está bajo el amparo de la Madre de Dios, tantas mujeres son tan desvaloradas, menospreciadas y expuestas a un sinfín de violencias. No podemos «naturalizar» la violencia, tomarla como algo natural. No, no se naturaliza la violencia hacia las mujeres, sosteniendo una cultura machista que no asume el rol protagónico de la mujer dentro de nuestras comunidades. No nos es lícito mirar para otro lado, hermanos, y dejar que tantas mujeres, especialmente adolescentes sean «pisoteadas» en su dignidad.
Varias personas han emigrado hacia la Amazonia buscando techo, tierra y trabajo. Vinieron buscando un futuro mejor para sí mismas y para sus familias. Abandonaron sus vidas humildes, pobres pero dignas. Muchas de ellas, por la promesa de que determinados trabajos pondrían fin a situaciones precarias, se basaron en el brillo prometedor de la extracción del oro. Pero no olvidemos que el oro se puede convertir en un falso dios que exige sacrificios humanos.
Los falsos dioses, los ídolos de la avaricia, del dinero, del poder lo corrompen todo. Corrompen la persona y las instituciones, también destruyen el bosque. Jesús decía que hay demonios que, para expulsarlos, exigen mucha oración. Este es uno de ellos. Los animo a que se sigan organizando en movimientos y comunidades de todo tipo para ayudar a superar estas situaciones; y también a que, desde la fe, se organicen como comunidades eclesiales de vida en torno a la persona de Jesús. Desde la oración sincera y el encuentro esperanzado con Cristo podremos lograr la conversión que nos haga descubrir la vida verdadera. Jesús nos prometió vida verdadera, vida auténtica, vida eterna. No vida ficticia, como las falsas promesas deslumbrantes que, prometiendo vida, terminan llevándonos a la muerte.”

(Papa Francisco en su encuentro con la población, Instituto Jorge Basadre Grohmann, Puerto Maldonado 19 de enero 2018)




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