Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 26 de junio de 2023

Ut unum sint – Audacia y dificultades en la unidad de los cristianos - George Weigel (2 de 2)

 


Una vision adelantada a su tiempo.

  Las mayores dificultades en el dialogo ecuménico occidental ya se dieron antes que UtUnum Sint  se firmara.  El 4 de abril de 1995, el Secretario General del Congreso Mundial de Iglesias Dr. Konrad Raiser, dio una conferencia en el Centro Pro Unione de Roma, proponiendo lo que  el llamo un  “cambio paradigmático” en ecumenismo. Finalizando el segundo milenio, un apartheid de hechi entre ricos y pobres” y”una degradación progresiva de toda la ecoesfera” requerían de un “urgente reordenamiento de la agenda ecuménica.”  Era hora, argumentaba Raiser de “dar vuelta la página sobre  esfuerzos pasados y concentrar todas nuestras energías en enfocarlas a temas del presente y futuro a la luz de la Palabra de Cristo”. Ese era el imperativo ecuménico contemporáneo.

El movimiento ecuménico tal concebido a partir de la Conferencia Misional de Edinburgo en 1910 –  reunificación de los cristianos sobre las bases de una doctrina y practica consensuada – había llegado a su fin según ellider del ConsejomUndial de Iglesias, heredero insitucionaldela iniciativa de 1910.  Lo que importaba eran las politicas ideológicas. La lucha  contra el calentamiento global era para las Iglesias más importante que  los debates acerca de nuestra visión ante Dios: la redistribución de ingresos resulto ser un tema cristiano más importante que la celebración de la Cena del Señor juntos. Orlo visto reflejabga un sentimiento genralizado dentro de las autoridades representadas en el Consejo Mundial de Iglesais, que la conferencia de Konrad Raiser en Roma seria vista en el futuro como el fin del viejo ecumenismo. El movimiento ecuménico presentado en Ut Unum Sint era entonces el único movimiento ecuménico global que perseguía el objetivo original.

Un mes después de la publicación de Ut Unum Sint el patriarca ecuménico Bartolomé visitó Roma para la fiesta de San Pedro y San Pablo el 29 de junio y participo de la Misa solemne celebrada por el Papa en el altar papal en la Basilica de San Pedro. Durante la liturgia de la Palabra, Bartolome y Juan Pablo II sentados uno al lado del otro en sendas sillas presidenciales frente al altar. El Evangelio se canto en Latin y en Griego y ambos presentaron sus homilías… en el Evangelio de Lucas Juan Pablo II  le recordó a Bartolomé que la misión de los primeros discípulos se centraba en estos términos: “El los envió de dos en dos “ (Lucas 10.,1) h

No presentaba un mensaje el texto? No sugería que “Cristo también los enviaba de dos en dos como mensajeros del Evangelio al Este y al Oeste?  “No podemos permanecer separados” insistió el Papa.

 El Patriarca Bartolomé no respondió directamente a este requerimiento audaz. Su homilía sugería que no estaba preparado para comprometerse públicamente a la proposición de que se trataba de meras cuestiones de jurisdicciones las que separaban a los  ortodoxos y a la “vieja Roma”  como proponía Ut Unum Sint.   La declaración conjunta firmada por el Papa y el Patriarca Ecumenico la tarde del 29 de Junio decía que “un testimonio común de fe” era “particularmente apropiado en las vísperas del tercer milenio”.  Pero su declaración que el Gran Jubileo seria celebrado como “nuestro peregrinar hacia una real unidad” parecía señalar que la visión de Juan Pablo II para el milenio de Este y Oeste reunificados no llegaría a cumplirse según sus tiempos.

Sin embargo los testimonios y actos simbólicos de reconciliación continuaron avanzando en la agenda ecuménica de Juan Pablo. El Viernes Santo el camino de la  cruz celebrado por el Papa en el Coliseo de Roma fue un nuevo acto ecuménico a mediados de los 1990. Las meditaciones para cada estación del Via Crucis de 1994 fueron preparadas por el Patriarca ecuménico. Las meditaciones de 1995 fueron escritas por la Hermana Minke de Vries, priora de las Hermanas de Grandchamp, una comunidad de monjas reformistas de la tradición calvinista. Y en 1997 las meditaciones fueron preparadas por Karekin I Sarkissian, Catolicos de todos los armenios y líder del la Iglesia Apostólica Armenia, con quien el Papa firmo una Declaración cristológica conjunta en diciembre de 1996.  . 

Juan Pablo II   trato por todos los medios de zanjar las animosidades religiosas que databan de  siglos con Europa del Este. Pero no todo se daba como hubiera planeado. Los planes para la canonización de Jan Sarkander, un mártir católico durante las guerras religiosas de comienzos del siglo 17 en Moravia, encontraron fuerte resistencia por parte de  los protestantes checos. Los líderes protestantes le enviaron cartas en duros términos al  Papa y al cardenal Cassidy argumentando que  Jan Sarkander habría querido influir a la fuerza en aéreas protestantes. Tanto Juan Pablo II como Cassidy demostraron tras exhaustiva investigación que Sarikander nunca había estado envuelto en violencias contra los protestantes, y que su canonización se realizaba en honor a su fiel dedicación sacerdotal, que le costó la vida.

La situación se mantuvo volátil  hasta que Juan Pablo II llegara a la Republica Checa el 20 de mayo. En la ceremonia de bienvenida, hizo llegar un especial saludo a sus amados hermanos en Cristo, los representantes de las distintas iglesias y comunidades cristianas y subrayó que había venido a Bohemia y Moravia como “peregrino de paz y amor”  Aquella tarde hablando a los jóvenes en el santuario mariano de Svatý Kopeček les dijo que el martirio de Sarkander  “tiene una extraordinaria elocuencia ecuménica” hablándoles a los cristianos separados de su mutua “responsabilidad por el pecado de la división” y de la importancia de la oración por el perdón de los pecados. “Sin dudas estamos en deuda unos con otros”, concluyó, reconociendo que el endeudamiento era el comienzo de la reconciliación. Durante toda su peregrinación a Bohemia y Moravia, el Papa pidió perdón por los errores de los católicos habían cometido en la historia de las tierras checas y perdonó a los protestantes por el daño que le habían hecho a los católicos.  Dos meses más tarde, en una peregrinación a Eslovaquia durante la cual canonizó a tres sacerdotes martirizados durante las guerras religiosas Juan Pablo II incluyo en su itinerario  el 2 de julio una visita al monumento en Košiče, para honrar a los calvinistas martirizados en 1687, debido a su rechazo en convertirse al catolicismo por  la fuerza.

Para 1997 fue resuelta una situación embarazosa y difícil  gracias al esfuerzo de Juan Pablo II y al líder local de Praga el Cardenal MIloslaw Vlk, quien había alabado públicamente el testimonio cristiano del reformador y héroe nacional checo Jan Hus, quemado en la hoguera por los católicos en 1415. Cuando el Papa regreso a la Republica Checa en abril de 1997,uno de los herederos de Hus, Pavel Czerny, líder de los Hermanos bohemios de la iglesia evangélica, participo con Juan Pablo II en un servicio ecuménico en la catedral de San Vito en Praga, conmemorando el milenio del martirio de San Adalberto,  primer evangelista de Bohemia.  En una ceremonia el 27 de abril el Papa reconoció el testimonio común a Cristo de  protestantes y católicos  bajo la persecución comunista.  En esos testimonios, dijo encontramos el coraje para perdonar y derribar “las barreras de la sospecha y de la desconfianza recíprocas, para edificar la nueva civilización del amor” en la nueva democracia checa.  

El dialogo de anglicanos y católicos romanos continúo demostrando que era mas facil romper las barreras de prejuicios de siglos que atravesar acuerdos teológicos. Cuando el arzobispo de Canterbury, George Carey, llego al Vaticano en Diciembre de 1996, Juan Pablo II admitió en observaciones al arzobispo y a su entorno que “los pasos a dar quizás no estén del todo claros para nosotros”.   Si bien, continuó, “estamos aquí para comprometernos a seguir  intentándolo”. Luego invito a sus hermanos y hermanas de comunión anglicana a reflexionar sobre los motivos y razones de las posiciones expresadas. Ordinatiosacerdotalis fue una de esas “posiciones” como así también la invitación de pensar en el ejercicio de una primacía papal que pudieran aceptar los anglicanos. Juan Pablo II evidentemente asumió que la invitación no había sido respondida muy satisfactoriamente.

El estancamiento en el dialogo anglicano católico romano, la inhabilidad ortodoxa  de responder con una única voz a los constantes pedidos de Juan Pablo II por la reconciliación del milenio y el abandono del ecumenismo fundado teológicamente que pregonaba Konrad Raiser en su conferencia de 1995 –  hechos concretos  de la vida ecuménica de los 1990 – agregados a la probabilidad que pocos  católicos habían internalizado la visión del catolicismo ecuménico que comprometía a todos  de Lumen Genitim  evidenciaba que Ut unum sint expresaba una vision adelantada a su tiempo, una visión a largo plazo en la historia.  Juan Pablo II reconocía que quizás habría algo de romanticismo  en el inmediato post conciliar  acerca de las posibilidades de una reconciliación eclesial pronta y completa dentro de Occidente y entre Este y Oeste. .Pero Ut Unum Sint le pide a los católicos romanos perseguir ese objetivo fiel y concienzudamente en la convicción que esto es lo que Cristo desea para su Iglesia. No será un camino fácil pero Juan Pablo  II insistió no obstante debía perseguirse.

 

 (George Weigel: Witness of Hope, del capitulo 19 Only One World – A visión ahead of its time)

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