(el
crucifijo de Santa Jadwiga en su altar de la Catedral de Wawel)
“El Hijo del Hombre debe
ser elevado” le dice Jesús a Nicodemo. Y lo dice con mira a su crucifixión: El
Hijo del Hombre debe ser elevado en la cruz. Todos quienes crean en el,
quienquiera que vea en esta Cruz y en el Crucificado al redentor del mundo,
quienquiera que mire con fe la muerte redentora de Jesús en la Cruz, encuentra
en el poder de la vida eterna. Mediante este poder el pecado es
vencido. Los fieles reciben el perdón por sus pecados por el
precio del Sacrificio de Cristo. Encuentran nuevamente la vida de Dios que
habían perdido debido al pecado.
“Este es el significado de la Cruz de Cristo. Este es su poder. “Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn. 3, 17).
La fiesta que celebramos hoy nos habla de la maravillosa e incesante acción de Dios en la historia humana, en la historia de cada hombre, cada mujer, cada niño. La Cruz de Cristo en el Gólgota se ha convertido en el centro de este trabajo salvífico de Dios para todos los tiempos. Cristo es el Salvador del mundo, porque en Él y por medio de Él el amor con el cual Dios tanto amo al mundo nos es revelado constantemente: “Sí, Dios amó tanto al mundo, que le entregó a su Hijo único” (Jn 3,16) El Padre lo dio, para que su Hijo, que es uno en sustancia con Él, se hiciera hombre al ser concebido por la Virgen Maria. El Padre lo dio para que como el Hijo del Hombre proclamase los Evangelios, la buena Nueva de la salvación. El Padre lo dio para que este Hijo, respondiendo con su infinito amor al amor del Padre, pudiera ofrecerse en la Cruz.
Desde un punto de vista humano, Cristo que se inmola en la Cruz fué un signo de contradicción, una deshonra inimaginable. De hecho fue la humillación más profunda posible.
En la liturgia de hoy, el apóstol Pablo, nos habla en palabras que captan el misterio de la Cruz de Cristo:
“El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.” (Fil, 2,6-9)
Por su inmolación en el Gólgota, en la deshonra de la Cruz y la crucifixión (al menos comprendiéndolo desde el punto de vista humano) Cristo ha obtenido la exaltación más gloriosa. Visto con los ojos de Dios, la Cruz es el mayor triunfo. El modo de juzgar humano es muy diferente al de Dios. Lo que a nosotros nos parece un fracaso, a los ojos de Dios es una victoria de amor sacrificial.
Es precisamente esta Cruz de deshonra humana la que lleva en si la fuente de la exaltación de Cristo en Dios.
“ Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor».” (Fil 2, 9-11)
A
los ojos de los Apóstoles esto fue revelado por medio de la Resurrección de
Cristo. En ese momento ellos comprendieron que Cristo es el Señor, que había
sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra. En ese momento sus ojos y
sus corazones se abrieron, para que los labios de Tomas pudieran profesar: “Mi
Señor y mi Dios” (Jn, 20,28). Y una vez que creyeron, por medio del poder del
Espíritu de la Verdad, estaban preparados para salir a todo el mundo a enseñar
a todas las naciones, y bautizarlas en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo . (Mt, 28, 19)
Si, es por medio de la Cruz que Cristo es exaltado. La solemnidad que hoy celebra la Iglesia nos habla de este misterio. Y al mismo tiempo nos habla de Cristo quien por medio de la Cruz eleva a la humanidad, eleva toda la humanidad y también a toda la creación. “Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn, 3, 17)
Ser “salvados” significa que cada hombre y cada mujer puedan ser redimidos del pecado que contaminó la familia humana y la historia. Jesús le dijo a sus apóstoles despues de su Resurrección: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen” (Jn, 20,23). Y cuando dice esto les muestra las heridas de su crucifixión, para hacerles saber que es precisamente en la Cruz que se oculta el poder de perdonar los pecados, el poder para curar conciencias y corazones humanos.
Han pasado generaciones y generaciones. Y en medio de este pasar, la Cruz de Cristo permanece. A través de la Cruz, Dios proclama constantemente al mundo el infinito amor que ningún demonio puede vencer.
Si, la Cruz permanece, para que toda persona humana que habita el mundo pueda encontrar el camino de la salvación. Porque es por esta Cruz que se salva el mundo!”
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