El
13 de mayo de 1981 el Papa Juan Pablo II al cumplirse 90 años de la publicación
de la Encíclica quería “subrayar dignamente una fecha que merece ser escrita
con caracteres de oro en la historia de la Iglesia moderna: el 15 de mayo de
1891. Efectivamente, se cumplen 90 años desde que mi predecesor León XIII
publicaba la fundamental Encíclica social Rerum novarum, que no fue sólo una
vigorosa y apremiante condena de la "inmerecida miseria" en que
yacían los trabajadores de entonces, después del primer período de la
aplicación de la máquina industrial al campo de la empresa, sino que, sobre
todo, puso los fundamentos para una solución justa de los graves problemas de
la convivencia humana que están comprendidos bajo el nombre de "cuestión
social".
2.
¿Por qué, después de tantos años, la Iglesia recuerda todavía la
Encíclica Rerum novarum?
Son
muchas las razones. Ante todo, la Rerum novarum constituye y es
"la Carta Magna de la actividad social cristiana",
como la definió Pío XII (Radiomensaje para el 50 aniversario de la
"Rerum novarum", Discorsi e Radiomessaggi, 1942, vol
III, pág. 911); y Pablo VI añadió que su "mensaje sigue inspirando la
acción en favor de la justicia" (Octogesima adveniens, 1) en la Iglesia y
en el mundo contemporáneo; ella es, además, demostración irrefutable de la viva
y solícita atención de la Iglesia en favor del mundo del trabajo.
La voz
de León XIII se elevó valiente en defensa de los oprimidos, de los pobres, de
los humildes, de los explotados, y no fue sino el eco de la voz de Aquel que
había proclamado bienaventurados a los pobres y los hambrientos de justicia. El
Papa, siguiendo el impulso y la invitación "de la conciencia de su
ministerio apostólico" (cf. Rerum novarum, 1), habló: no sólo
tenía el derecho, sino también y sobre todo el deber. En
efecto, lo que justifica la intervención de la Iglesia y de su Pastor Supremo
en las cuestiones sociales, es siempre la misión recibida de Cristo para salvar
al hombre en su dignidad integral.
3. La Iglesia está llamada por vocación a ser en todas partes la defensora fiel de la dignidad humana, la madre de los oprimidos y de los marginados, la Iglesia de los débiles y de los pobres. Quiere vivir toda la verdad contenida en las bienaventuranzas evangélicas, sobre todo, la primera, "Bienaventurados los pobres de espíritu"; la quiere enseñar y practicar lo mismo que hizo su Divino Fundador que vino "a hacer y a enseñar" (cf. Act 1, 1).
(…)
4. Con toda razón afirmó Pío XI que la Rerum novarum ha presentado a la humanidad un magnífico
ideal social, sacándolo de las fuentes siempre vivas y vitales del Evangelio
(cf. Quadragesimo anno, 16).
(…)
La "Rerum novarum" fue levadura y fermento de estas transformaciones fecundas. Por medio de ella el Romano Pontífice infundió en el alma obrera el sentimiento y la conciencia de su dignidad humana, civil y cristiana; favoreció la aparición de asociaciones sindicales obreras en los diversos países; advirtió a los gobernantes y a las naciones sus deberes hacia los débiles y pobres, invitando a los Estados a la creación de una política social, humana e inteligente que logró el reconocimiento, la formulación y el respeto del derecho de trabajo y el trabajo para todos los ciudadanos.
Lamentablemente ese 13 de mayo pasa a la historia por el triste episodio del atentado al Papa Juan Pablo II. La audiencia no llego a concretarse pero fue publicada en su totalidad. Como sabemos alrededor de las 5 de la tarde ante una plaza inundada de fieles el Papa entrando en la plaza en su jeep blanco, paso junto a las vallas saludando a los presentes y apenas terminada la primera vuelta sucedió el atentado, intento que quedo envuelto en el misterio.
Cuando
a las 6.44 del 16 de octubre de 1978 el Cardenal Pericle Felici pronuncia las
palabras ‘Annuntio
vobis gaudium magnum – habemus papam… ‘(Les anuncio un gran gozo – tenemos
Papa) y dice ‘Carolum’ y
al rato ´Wojtyla´, se detuvo el mundo! Un papa polaco!. A los
pocos días, el 22 de Octubre de
1978 Juan Pablo II desde el altar de la Basílica de San Pedro, repleta de
fieles, lanzaba la fuerza de sus palabras: «No tengáis miedo. Abrid, y aún de par en par,
las puertas a Cristo» comenzando su rico y largo pontificado, anclado en la
letra y espiritu del Concilio Vaticano II.
«Santidad, no olvide a
la Iglesia del silencio!» le dice una mujer en Asís el 5 de noviembre de 1978.
Juan Pablo II le responde: «Ya no existe Iglesia del silencio porque habla con
mi voz!» comentaba
el periodista y escritor francés Bernard
Lecomte.
A los seis meses de asumir presentaba su primera Enciclica: Redemptor Hominis. El Redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia. Pero antes ya había peregrinado a México, una republica laica. Porque no habría de hacerlo a su patria? Y en junio de 1979 realizaba aquel viaje tan emotivo y Polonia y Polonia ya nunca mas seria la misma. Los 2 millones de personas que acudieron habían perdido el miedo, se había encendido la chispa y se expandía, ya no había vuelta atrás. Comenzaban a removerse los cimientos del comunismo del Este y en Polonia se abría el camino del gran vuelco que marco el comienzo del fin del comunismo. En el verano de 1980 apareció el líder Lech Walesa y las huelgas en los astilleros de Gdansk…Y el 13 de mayo de 1981 el Papa quería recordar la Enciclica Rerum Novarum del Papa Leon XIII “levadura y fermento de transformaciones fecundas. Por medio de ella el Romano Pontífice infundió en el alma obrera el sentimiento y la conciencia de su dignidad humana, civil y cristiana; favoreció la aparición de asociaciones sindicales obreras en los diversos países; advirtió a los gobernantes y a las naciones sus deberes hacia los débiles y pobres, invitando a los Estados a la creación de una política social, humana e inteligente que logró el reconocimiento, la formulación y el respeto del derecho de trabajo y el trabajo para todos los ciudadanos.”
Quizás que un Papa polaco recuerde ante el mundo una Encíclica tan valiente molestó y alguien en alguna parte consciente del aniversario, quiso impedirlo….no lo sabemos. El hecho ocurrió, el Papa se recupero, conoció la identidad del casi asesino: Mehmet Ali Ağca, que había escapado de una prisión en Turquía, quien inicialmente expreso que había actuado solo, pero luego confesó que el intento de asesinato fue parte de una conspiración. Juan Pablo II lo visito en la Prisión de Rebibbia en Roma, le perdono y guardó el secreto.
De todas maneras a Polonia le costó recuperar su verdadera libertad. El 13 de diciembre de ese mismo año (1981) el general Jaruzelski impone el “estado de guerra”. El Papa en su Ángelus de ese dia rogaba por la paz y encomendaba a su patria a la Virgen de Czestochowa, ante el proximo Jubileo. Hoy todos los historiadores concuerdan que si el Papa elegido en octubre de 1978 hubiera sido de otra nacionalidad, el curso de la historia en el final del siglo XX hubiera sido diferente, aunque el Papa Juan Pablo II expreso en algún momento que “en los planes de la Providencia no hay lugar para las coincidencias”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario