Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 26 de agosto de 2015

Jasna Gora y la estola de San Juan Pablo II


Hoy Polonia celebra la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Jasna Gora (Czestochowa), la Reina de Polonia, madre tan amada por el pueblo polaco.
 Juan Pablo II fue su discípulo fiel desde la más temprana niñez y aun después de haber asumido la responsabilidad de la sede de Pedro.  Cada viaje a su patria era pura emoción para él y todo su comitiva. Polonia seguía sin comprender como un hijo suyo había asumido tamaña responsabilidad. Por otro lado lo seguían extrañando y el los extrañaba, sentimiento que nunca ocultó.    Con ocasión de su viaje apostólico a su querida tierra en 1983 (cuando dono la estola manchada con sangre durante el atentado contra su vida al Santuario de Jasna Gora) en su homilía del “llamamiento” de Jasna Gora expresaba:  Oh Madre de Jasna Gora, he venido aquí para decirte una vez mas: “Totus tuus”! Soy, oh Madre todo tuyo, todo lo que es mío es tuyo! Todo lo que es mío, por lo tanto también mi patria, mi nación.
Oh Madre! He sido llamado a servir a la Iglesia universal en la sede romana de San Pedro. Pensando en este servicio universal, repito constantemente “Totus tuus”. Deseo ser siervo de todos! Al mismo tiempo, soy hijo de esta tierra y de esta nación. Esta es mi nación. Esta es mi patria. Madre! Todo lo que es mío es tuyo!. Madre todo lo que es mío es tuyo!  Que mas puedo darte? Que confiarte esta tierra, esta gente, este patrimonio? Te los confío a ti así como son. Tú eres Madre. Tú comprenderás y aceptarás.
(parte de la preciosa homilía del “llamamiento”del  19 de junio de 1983  que traduciré  para publicar en varios posts, pues en la página de la Santa Sede solo está en italiano.

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La estola de seda blanca, adornada con el Escudo Papal - testigo del acontecimiento dramático que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro el día 13 de mayo de 1981, fue entregada por Juan Pablo II al Santuario de Jasna Góra el 19 de junio de 1983 en señal de gratitud por haberle salvado la vida y fue expuesta al público, con la aprobación del Vaticano,  el 4 de junio de 2008 en la Capilla de la Madre de Dios.
La estola de seda blanca y forma rectangular se compone de dos partes : primera parte 110 por 13 cms. Y la segunda parte con escudos papales 175 por 13 cms. Su color es básicamente blanco.   El escudo de Santo Padre Juan Pablo II representa principalmente una cruz, cuya forma, sin embargo, no corresponde a ninguno de los habituales modelos heráldicos en la materia. La razón del inusual desplazamiento de la parte vertical de la cruz se debe al segundo objeto insertado en el escudo: la grande y majestuosa M mayúscula, que recuerda la presencia de la Virgen bajo la Cruz y su excepcional participación en la Redención profundamente ligada con la intensa devoción de Juan Pablo II a la Santísima Virgen. (abreviado de la pagina oficial de Jasna Gora)

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martes, 11 de agosto de 2015

Benedicto XVI Quien era Clara de Asís?


“¿Quién era Clara de Asís? Para responder a esta pregunta contamos con fuentes seguras: no sólo las antiguas biografías, como la de Tomás de Celano, sino también las Actas del proceso de canonización promovido por el Papa sólo pocos meses después de la muerte de Clara y que contiene los testimonios de quienes vivieron a su lado durante mucho tiempo.
Clara nació en 1193, en el seno de una familia aristocrática y rica. Renunció a la nobleza y a la riqueza para vivir humilde y pobre, adoptando la forma de vida que proponía Francisco de Asís. Aunque sus parientes, como sucedía entonces, estaban proyectando un matrimonio con algún personaje de relieve, Clara, a los 18 años, con un gesto audaz inspirado por el profundo deseo de seguir a Cristo y por la admiración por Francisco, dejó su casa paterna y, en compañía de una amiga suya, Bona de Guelfuccio, se unió en secreto a los Frailes Menores en la pequeña iglesia de la Porciúncula. Era la noche del domingo de Ramos de 1211. En la conmoción general, se realizó un gesto altamente simbólico: mientras sus compañeros empuñaban antorchas encendidas, Francisco le cortó su cabello y Clara se vistió con un burdo hábito penitencial. Desde ese momento se había convertido en virgen esposa de Cristo, humilde y pobre, y se consagraba totalmente a él. Como Clara y sus compañeras, innumerables mujeres a lo largo de la historia se han sentido atraídas por el amor a Cristo que, en la belleza de su divina Persona, llena su corazón. Y toda la Iglesia, mediante la mística vocación nupcial de las vírgenes consagradas, se muestra como lo que será para siempre: la Esposa hermosa y pura de Cristo.
En una de las cuatro cartas que Clara envió a santa Inés de Praga, la hija del rey de Bohemia, que quiso seguir sus pasos, habla de Cristo, su Esposo amado, con expresiones nupciales, que pueden ser sorprendentes, pero conmueven: «Amándolo, eres casta; tocándolo, serás más pura; dejándote poseer por él eres virgen. Su poder es más fuerte, su generosidad más elevada, su aspecto más bello, su amor más suave y toda gracia más fina. Ya te ha estrechado en su abrazo, que ha adornado tu pecho con piedras preciosas… y te ha coronado con una corona de oro grabada con el signo de la santidad» (Carta I: FF, 2862).

Para Clara, sobre todo al principio de su experiencia religiosa, Francisco de Asís no sólo fue un maestro cuyas enseñanzas seguir, sino también un amigo fraterno. La amistad entre estos dos santos constituye un aspecto muy hermoso e importante. De hecho, cuando dos almas puras y enardecidas por el mismo amor a Dios se encuentran, la amistad recíproca supone un estímulo fuertísimo para recorrer el camino de la perfección. La amistad es uno de los sentimientos humanos más nobles y elevados que la gracia divina purifica y transfigura. Al igual que san Francisco y santa Clara, también otros santos han vivido una profunda amistad en el camino hacia la perfección cristiana, como san Francisco de Sales y santa Juana Francisca de Chantal. Precisamente san Francisco de Sales escribe: «Es hermoso poder amar en la tierra como se ama en el cielo, y aprender a quererse en este mundo como haremos eternamente en el otro. No hablo aquí del simple amor de caridad, porque ese deberíamos sentirlo hacia todos los hombres; hablo de la amistad espiritual, en el ámbito de la cual dos, tres o más personas se intercambian la devoción, los afectos espirituales y llegan a ser realmente un solo espíritu» (Introducción a la vida devota III, 19).”

(audiencia general Papa Benedicto XVI 15 de septiembre 2010- leer completo

viernes, 7 de agosto de 2015

Un rosario por la Argentina con los Misterios de luz



“ Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial «misterios de luz». En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es «la luz del mundo» (Jn 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino. Deseando indicar a la comunidad cristiana cinco momentos significativos –misterios «luminosos»– de esta fase de la vida de Cristo, pienso que se pueden señalar: 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su autorrevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.
Cada uno de estos misterios revela el Reino ya presente en la persona misma de Jesús. Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace 'pecado' por nosotros (cf. 2 Co 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mt 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera. Misterio de luz es el comienzo de los signos en Caná (cf. Jn 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente. Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (cf. Mc 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe (cf. Mc 2, 3-13; Lc 7,47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia. Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo « escuchen » (cf. Lc 9, 35 par.) y se dispongan a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada por el Espíritu Santo. Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad « hasta el extremo » (Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio.
Excepto en el de Caná, en estos misterios la presencia de María queda en el trasfondo. Los Evangelios apenas insinúan su eventual presencia en algún que otro momento de la predicación de Jesús (cf. Mc 3, 31-35; Jn 2, 12) y nada dicen sobre su presencia en el Cenáculo en el momento de la institución de la Eucaristía. Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná acompaña toda la misión de Cristo. La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los «misterios de luz».”