“El
mes de junio se caracteriza, de modo particular, por la devoción al Sagrado
Corazón de Jesús. Celebrar el Corazón de Cristo significa dirigirse
hacia el centro íntimo de la persona del Salvador, el centro que la
Biblia identifica precisamente con su corazón, sede del amor que ha redimido el
mundo.
Si ya el corazón humano representa un misterio insondable que sólo Dios conoce,
¡cuánto más sublime es el Corazón de Jesús, en el que late la vida misma del
Verbo! En él, como sugieren las hermosas letanías del Sagrado Corazón,
haciéndose eco de las Escrituras, se encuentran todos los tesoros de la
sabiduría y de la ciencia, y toda la plenitud de la divinidad.
Para salvar al hombre, víctima de su misma desobediencia, Dios quiso darle un
"corazón nuevo", fiel a su voluntad de amor (cf. Jr 31,
33; Ez 36,
26; Sal 50,
12). Este corazón es el Corazón de Cristo, la obra maestra del Espíritu Santo,
que comenzó a latir en el seno virginal de María y fue traspasado por la lanza
en la cruz, convirtiéndose de este modo, y para todos, en manantial inagotable
de vida eterna. Ese Corazón es ahora prenda de esperanza para todo hombre.
¡Cuán necesario
es para la humanidad contemporánea el mensaje que brota de la contemplación del
Corazón de Cristo! En efecto, ¿de dónde, si no es de esa fuente, podrá
sacar las reservas de mansedumbre y de perdón necesarias para resolver los
duros conflictos que la ensangrientan?
Al Corazón misericordioso de Jesús quisiera encomendarle hoy de modo especial a
cuantos viven en Tierra
Santa: judíos, cristianos y musulmanes. Ese Corazón que, colmado de
afrentas, no
albergó jamás sentimientos de odio y venganza, sino que pidió el perdón
para sus asesinos, nos señala el único camino para salir de la
espiral de la violencia: el de la pacificación de los ánimos, de la
comprensión recíproca y de la reconciliación.
Junto con el Corazón misericordioso de
Cristo veneramos el Corazón
inmaculado de María santísima, mediadora de gracia y de salvación.
A ella nos dirigimos con confianza ahora para implorar misericordia y paz para
la Iglesia y para el mundo entero.”
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