“Al
cura se le dice “cura” por la cura de almas, que es propia del párroco. Y
de ahí pasó a todos los sacerdotes, obispos. El Papa es un sacerdote, es obispo
y como obispo tiene la plenitud del Sacerdocio de Jesús. Y la imagen de su
primer día de trabajo apostólico en Colombia, como misionero y peregrino de
esperanza y de paz, me ha llevado a la imagen del cirujano que intentan
extirpar un cáncer con una caricia; sí la imagen de un cura que te dice las
cosas de frente directo, pero también las cosas buenas que animan a seguir
adelante y a luchar. Y entiendo que la imagen de cura es la que más pega porque
Colombia, como otros países del mundo y de Latinoamérica, es un país herido.
Herido profunda y largamente por la guerra que maneja a su antojo el dios
dinero, dejando atrás solamente destrucción y cadáveres de ancianos, niños y
adultos, como una máquina infernal sin afectos.
Pero
es ahí donde viene el gesto y la palabra de ternura del Papa Francisco, pero
como cura, que manifiesta que no estamos solos, secuestrados por el dios dinero
que nos masacra, es un gesto y una palabra que actualizan el Evangelio de
Jesús, porque las imágenes confirman esto. La alegría de la gente por la
cercanía del Vicario de Cristo, la esperanza de que los acuerdos se consoliden
y se alcance la paz, pasan a ser verdaderos “sacramentales” del Pueblo de Dios.
Y cuando esto es la oración de la misa todos juntos, se transforma en
sacramento. La que cura; la que nos cura, es la Presencia del mismo Jesús,
porque la paz es un don de Dios. Pidámosle a Jesús y dejemos que nos cure.”
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