Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 6 de marzo de 2021

El Papa Francisco reza en la tierra de Abraham que Juan Pablo II tanto ansiaba visitar

 


ORACIÓN DE LOS HIJOS DE ABRAHÁN

Dios omnipotente, Creador nuestro que amas a la familia humana y a todo lo que han hecho tus manos, nosotros, los hijos e hijas de Abrahán pertenecientes al judaísmo, al cristianismo y al islam, junto a los otros creyentes y a todas las personas de buena voluntad, te agradecemos por habernos dado como padre común en la fe a Abrahán, hijo insigne de esta noble y amada tierra.

Te damos gracias por su ejemplo de hombre de fe que te obedeció hasta el fin, dejando su familia, su tribu y su patria para ir hacia una tierra que no conocía.

También te agradecemos por el ejemplo de valentía, resiliencia y fortaleza, de generosidad y hospitalidad que nuestro padre común en la fe nos ha dado.

Te damos gracias, en particular, por su fe heroica, demostrada por la disponibilidad para sacrificar a su hijo por obedecer tu mandato. Sabemos que era una prueba muy difícil, de la que, no obstante, salió vencedor, porque sin condiciones confió en Ti, que eres misericordioso y abres siempre nuevas posibilidades para volver a empezar.

Te agradecemos porque, bendiciendo a nuestro padre Abrahán, lo has hecho una bendición para todos los pueblos.

Te pedimos, Dios de nuestro padre Abrahán y Dios nuestro, que nos concedas una fe fuerte, diligente en el bien, una fe que abra nuestros corazones a Ti y a todos nuestros hermanos y hermanas; y una esperanza invencible, capaz de percibir en todas partes la fidelidad de tus promesas.

Haz de cada uno de nosotros un testigo de tu cuidado amoroso hacia todos, en particular hacia los refugiados y los desplazados, las viudas y los huérfanos, los pobres y los enfermos.

Abre nuestros corazones al perdón recíproco y haznos instrumentos de reconciliación, constructores de una sociedad más justa y fraterna.

Acoge en tu morada de paz y de luz a todos los difuntos, en particular a las víctimas de la violencia y de las guerras.

Asiste a las autoridades civiles en la búsqueda y el rescate de las personas secuestradas, y en la particular protección de las mujeres y los niños.

Ayúdanos a cuidar el planeta, la casa común que, en tu bondad y generosidad, nos has dado a todos nosotros.

Sostiene nuestras manos en la reconstrucción de este país, y concédenos la fuerza necesaria para ayudar a cuantos han tenido que dejar sus casas y sus tierras con vistas a alcanzar seguridad y dignidad, y a comenzar una vida nueva, serena y próspera. Amén.

(Encuentro interreligioso en Iraq)

En su Audiencia general del 16 de febrero de 2000,l después de la apertura de  la Puerta santa en las cuatro basílicas romanas,  Juan Pablo II anunciaba su próxima peregrinación  a Tierra Santa y al Monte Sinai “la tierra que ha sido marcada de modo singular por las intervenciones de Dios en la historia de la salvación. Agregando: Mi deseo habría sido visitar ante todo Ur de los caldeos (cf. ib., 5), la actual Tal al Muqayyar, en el sur de Irak, lugar de origen de Abraham, que se marchó después con su familia a Jarán (cf. Gn 11, 31), donde, según la narración bíblica, escuchó la palabra de Dios que lo invitaba a dejar su tierra y ponerse en camino hacia el país que él le indicaría (cf. Gn 12, 1-3).Con esa invitación, Abraham se constituía en instrumento de un designio de salvación que abrazaría al futuro pueblo de la Alianza y, más aún, a todos los pueblos del mundo. Obedeció y se puso en camino. Con él, la salvación de Dios comenzó a recorrer los caminos de la historia humana.Por este motivo, es importante "seguir los pasos de Abraham", para redescubrir las huellas de la presencia amorosa de Dios junto al hombre y revivir la experiencia de fe de aquel a quien san Pablo calificará como padre de todos los que, circuncisos o incircuncisos, creen (cf. Rm 4, 11-12). Con su fe, traducida en opciones concretas y a veces incluso dramáticas, como el abandono de la seguridad  de la propia  tierra o  el sacrificio de su único hijo Isaac, Abraham obtuvo la justicia que lo hizo amigo de Dios, se adhirió plenamente al plan divino para sí y para su descendencia, y se convirtió en el padre de una multitud de creyentes.”

Como Juan Pablo II no pudo orar y reflexionar en Ur de los caldeos, el lugar desde donde Abraham se puso en camino,  realizo una peregrinación espiritual  durante una celebración especial en la sala Pablo VI,

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