Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 8 de marzo de 2023

Juan Pablo II y la vocación de la mujer – Jutta Burggraf

 


“Sin duda, Juan Pablo II es un gran filósofo y teólogo; pero, antes que nada es un hombre que ha vivido en el mundo real. Antes de llegar a ser un renombrado profesor universitario, trabajó en una fábrica e hizo teatro. Así conoció el mundo del trabajo y del arte. Desde cerca, experimentó las necesidades de las mujeres. Durante el comunismo, «con ojos atentos y un corazón nada frío», como señala un escritor italiano . Atentamente observó todo lo que las mujeres polacas habían logrado en el ámbito de la familia, la cultura y la sociedad, en general. Y pese a que, muchas veces, la ideología de la igualdad de los sexos conducía a la mujer al agotamiento físico.

 

 Tal vez por ello, Karol Wojtyla aprecia tanto a las mujeres, les agradece tan sinceramente su compromiso «en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política»  Quizás, por esta razón, en sus innumerables viajes por el mundo, se muestra solidario con las mujeres de todos los países y continentes, especialmente con aquellas que son humilladas y rebajadas, objeto de la violencia y dominación masculinas. ¿Quién se acuerda de esa pobre negrita de Kisangani que, temblando en sus harapos, apareció de pronto frente al Santo Padre? Juan Pablo II comprendió de inmediato todo su sufrimiento y la abrazó espontáneamente. Este es sólo un ejemplo entre muchos.

 

No sólo en África acostumbra Juan Pablo II a romper con las convenciones y el protocolo, cuando se trata de estar más cerca de las mujeres. En Suecia en 1990 aceptó una invitación a «cenar sólo con mujeres». De esta manera, las prioras de diferentes congregaciones que así lo habían solicitado, tuvieron la oportunidad de conversar con él en un ambiente familiar y relajado, como comentaron después. Las hermanas quedaron impresionadas de lo «alegre y bien informado» que está el Papa.

 

 No es pues de extrañar «la gran apertura hacia el mundo femenino» del Santo Padre, pues Juan Pablo II rechaza toda clase de discriminación y de prejuicios frente a las mujeres. Él no rompe sólo con el protocolo, sino con una antigua tradición, que creía comprobar la inferioridad moral y espiritual de la mujer y, por esta razón, le impedía adoptar decisiones importantes y exigía que la esposa se sometiera incondicionalmente a su marido y señor. Estas disposiciones restringían la libertad de la mujer y podían ofender mucho. No obstante, también afectaban al hombre pues, en cuanto éste se sujetaba a tales normas, renunciaba a una auténtica amistad y colaboración con la mujer. En vez de una amiga, tenía un esclavo más. Ciertamente, hay que considerar que en tiempos pasados existía una mentalidad, diferente a la actual; sin embargo, el Papa no duda en reconocer con humildad, junto a todos los avances, también los errores que ha cometido la Iglesia en lo que respecta a la mujer. «Me gustaría que todos los fanáticos del mundo razonaran con el equilibrio de! Papa», señala Gertrude Mongella, Presidenta de la Conferencia Internacional de la Mujer de Peking, después de su encuentro con el Santo Padre, en agosto de 1995. 

 

Juan Pablo II ha sido reconocido como un «pionero» de los derechos humanos de la mujer, como un «innovado». Lejos de cualquier entusiasmo romántico, se pone del lado de aquellos que se la «juegan» por la justicia social y política. «Emancipación» significa para él, abandono de las tradiciones represivas, de clichés y de prejuicios; pero, sobre todo, de formas de vida que se han vuelto estrangulantes. Hace ver que, actualmente, la comunidad cristiana es la más importante organización mundial de ayuda a la mujer. En efecto, no hay ninguna institución de las Naciones Unidas que, en un sinnúmero de pueblos africanos o islas del Sudeste asiático, sostenga tantos programas de ayuda a la mujer, como la Iglesia Católica. Sobre todo, considerando que el fin de tales proyectos es, precisamente, ofrecer educación a las mujeres, para permitirles salir de su aparente insignificancia.

  

(leer completo con citas en Jutta Burggraf: Juan PabloII y la vocación de la mujer)


 

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