El 20 de agosto de 1986 tuvo lugar la ultima Audiencia de la serie sobre los ángeles (parte del grupo de las catequesis sobre Dios, Creador de las cosas "invisibles) referida a la verdad sobre el maligno o Satanás”, no ciertamente
querido por Dios, sumo Amor y Santidad, cuya Providencia sapiente y fuerte sabe
conducir nuestra existencia a la victoria sobre el príncipe de las tinieblas.”
En este encuentro el Papa de alguna manera nos “consolaba” y reiteraba que “ la Iglesia nos enseña que la potencia de Satanás no es infinita. El es sólo una creatura, potente en cuanto espíritu puro, pero siempre una creatura, con los límites de la creatura, subordinada al querer y el dominio de Dios. Si Satanás obra en el mundo por su odio contra Dios y su reino, ello es permitido por la Divina Providencia que con potencia y bondad ("fortiter et suaviter") dirige la historia del hombre y del mundo. Si la acción de Satanás ciertamente causa muchos daños —de naturaleza espiritual e indirectamente de naturaleza también física— a los individuos y a la sociedad, él no puede, sin embargo, anular la finalidad definitiva a la que tienden el hombre y toda la creación, el bien. El no puede obstaculizar la edificación del reino de Dios, en el cual se tendrá, al final, la plena actuación de la justicia y del amor del Padre hacia las creaturas eternamente "predestinadas" en el Hijo-Verbo, Jesucristo. Más aún, podemos decir con San Pablo que la obra del maligno concurre para el bien y sirve para edificar la gloria de los "elegidos" (cf. 2 Tim 2, 10).
Nos recordaba también el Papa palabras y expresiones de la Biblia y de los Evangelios “la victoria de Cristo sobre "el príncipe de este mundo" (Jn 12, 31; 14, 30; 16, 11) y las terminantes palabras de Cristo a Satanás: "Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás" (Lc 4, 8),.
(…)
Y aquellas “severas y
confortantes a la vez :"Todo reino en sí dividido será desolado y
toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás,
está dividido contra sí: ¿cómo, pues, subsistirá su reino?... Mas si yo arrojo
a los demonios con el poder del espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a
vosotros el reino de Dios" (Mt 12, 25-26. 28). (…) Las
palabras pronunciadas por Cristo a propósito del tentador encuentran su
cumplimiento histórico en la cruz y en la resurrección del Redentor.(…)
"El príncipe de este mundo está
ya juzgado" (Jn 16, 11); "Y para esto apareció el
Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo" (1 Jn 3,
8), como nos atestigua San Juan. Así, pues, Cristo crucificado y resucitado se
ha revelado como el "más fuerte" que ha vencido "al hombre
fuerte", el diablo, y lo ha destronado.
(…) Cristo, en efecto, ha dado a sus discípulos el poder de
arrojar los demonios (cf. Mt 10, 1, y paral.; Mc 16,
17). La Iglesia ejercita tal poder victorioso mediante la fe en Cristo y la
oración (cf. Mc 9, 29; Mt 17, 19 ss.), que en casos
específicos puede asumir la forma del exorcismo.
(…) los creyentes saben que están llamados a luchar para el definitivo
triunfo del bien: "No es nuestra lucha contra la sangre y la carne,
sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de
este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires" (Ef 6,
12).
La lucha, a medida que se avecina el final, se hace en
cierto sentido siempre más violenta, como pone de relieve especialmente el
Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento (cf. Ap 12,
7-9). Pero precisamente este libro acentúa la certeza que nos es dada por toda
la Revelación divina: es decir, que la lucha se concluirá con
la definitiva victoria del bien. En aquella victoria, precontenida
en el misterio pascual de Cristo, se cumplirá definitivamente el primer anuncio
del Génesis, que con un término significativo es llamado proto-Evangelio,
con el que Dios amonesta a la serpiente: "Pongo perpetua enemistad entre
ti y la mujer" (Gen 3, 15). En aquella fase definitiva,
completando el misterio de su paterna Providencia, "liberará del poder de
las tinieblas" a aquellos que eternamente ha "predestinado en
Cristo" y les "transferirá al reino de su Hijo predilecto"
(cf. Col 1, 13-14). Entonces el Hijo someterá al Padre también
el universo, para que "sea Dios en todas las cosas" (1 Cor 15,
28).
Con esta catequesis concluian las catequesis sobre “Dios Creador de las "cosas visibles e invisibles" “el misterio del comienzo del mundo y de la historia se une indisolublemente con el misterio del final…: el problema del sufrimiento y del mal …
De la libertad ha nacido también el mal. Pero Dios no se rinde, y con su sabiduría transcendente, predestinándonos a ser sus hijos en Cristo, todo lo dirige con fortaleza y suavidad, para que el bien no sea vencido por el mal…. cómo existen espíritus puros, creaturas de Dios, inicialmente todos buenos, y después por una opción de pecado se dividieron irremediablemente en ángeles de luz y en ángeles de tinieblas. Y mientras la existencia de los ángeles malos nos pide a nosotros el sentido de la vigilancia para no caer en sus halagos, estamos ciertos de que la victoriosa potencia de Cristo Redentor circunda nuestra vida para que también nosotros mismos seamos vencedores.
En esto estamos válidamente ayudados por los ángeles buenos,
mensajeros del amor de Dios, a los cuales amaestrados por la tradición de la
Iglesia, dirigimos nuestra oración:
"Ángel de Dios, que eres mi custodio, ilumíname, custódiame, rígeme y gobiérname, ya que he sido confiado a tu piedad celeste. Amén".
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