Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 26 de abril de 2019

Camilo Ruini: Breve biografia de Karol Wojtyla (1 de 4)



(presentada en la Sesión de apertura de la investigación diocesana sobre la vida, virtudes y fama de santidad del Siervo de Dios Juan Pablo II, en la Basílica de San Juan de Letrán el 28 de junio de 2005)

Los primeros veinte años: un talento extraordinario que va madurando a través de experiencias durísimas. 
Karol Józef Wojtyła nace en Wadowice el 18 de mayo de 1920, hijo de Karol y de Emilia Kaczorowska, padres profundamente católicos, y es bautizado el 20 de junio del mismo año en la iglesia parroquial de Wadowice.
Hacía poco que Polonia había recobrado su unidad e independencia y tan solo dos meses después, el 16 y 17 de agosto, supo defenderla victoriosamente para si y para Europa, rechazando la invasión de la Armada roja en la batalla llamada “milagro del Vistola”  (Wisła). Menciono este hecho porque le permite al niño y adolescente Karol crecer y formarse en un contexto social y cultural serenamente inclinado al catolicismo, y porque personalmente he escuchado a Juan Pablo II recordar en múltiples ocasiones, conmovido y con  inmensa gratitud,  el “milagro del Vistola”.  
En septiembre de 1926 Karol, llamado familiarmente Lolek, comienza a frecuentar la escuela elemental. Más tarde,  s sus nueve años, el 13 de abril de 1929, pierde la madre, fallecida por una enfermedad a tan solo 45 años de edad. Un mes más tarde recibe la primera comunión. En 1930 pasa a la escuela media, en el colegio secundario estatal de Wadowice y elige la rama neoclásica. El 5 de diciembre de 1932 Karol sufre otra perdida, con la muerte de su hermano mayor Edmund, joven médico que fallece curando enfermos durante una epidemia de escarlatina. Queda solo con el padre y a partir de allí guiado por una vida en la cual la oración ocupa un lugar preponderante mientras va creciendo en el estudio, pero también en el juego, la alegría y el deporte.  Otra persona que contribuirá en la formación cristiana de Karol fue el padre Kazimierz Figlewicz, un joven sacerdote que a partir de 1930 enseñaba catecismo en la escuela de Wadowice y en la parroquia reunia a los monaguillos, entre ellos a Karol.   El pequeño Karol se confesaba con el.  Karol lo admiraba y llegaron a entablar una estrecha relación.  El sacerdote lo consideraba un joven muy vivaz, de gran talento, muy lúcido y buenísimo.
Karol es formado con particular amor a la Virgen Maria y una profunda devoción al Espiritu Santo, características que quedaran grabadas profundamente en su alma y a las cuales permanece fiel durante toda su vida.  Su vida religiosa es fortalecida con una asidua oración personal, la frecuencia a los sacramentos, diferentes practicas de piedad y en particular los peregrinaciones a los santuarios marianos, pero también  con su participación en las asociaciones católicas: en la vigilia de la Asunción del 1934 entra a formar parte del Sodalicio Mariano de su parroquia y dos años más tarde es nombrado presidente.
Por otra parte ya a partir de 1934 Karol comienza a participar de las representaciones dramáticas, y dos años más tarde comienza una intensa colaboración con el Director teatral de vanguardia Mieczysław Kotlarczyk,  un enamorado del teatro y profundamente creyente.
EL 3 de mayo de 1938 Karol recibe el sacramento de la confirmación, y el 27 del mismo mes se recibe en el liceo: para la ceremonia de entrega de diplomas es invitado a pronunciar el discurso de despedida.  En agosto del mismo año se muda con el padre a Cracovia, para inscribirse en la facultad de filosofía de la Universita Jaguellonica, y seguir los cursos de filología polaca. Como escribe el mismo en su libro Don y Misterio, esta etapa de su vida introduce al futuro Juan Pablo II en el “misterio mismo de la palabra”.
El estallido de la II Guerra Mundial, iniciada con la invasión a Polonia, el 1 de septiembre de 1939, cambia sin embargo radicalmente el curso de la vida de Karol. En la primavera de aquel año ya había terminado de escribir el volumen de poesía, entonces inéditas, Salmo rinascimental/Libro eslavo, del cual forma parte el himno Magnificat, en el cual decia: 
Apuro hasta los bordes cáliz de rojo vino
En la mesa celeste – tu servidor orante –
Gracias te rinde, Padre, mi juventud bendita,
Tus manos la formaron del corazón de un tilo.
Tu el mas prodigioso escultor de santos.
Son palabras profundamente emotivas y nos hablan mucho de su vida, de su profundidad espiritual,  la comprensión de si mismo y el genio poético del joven Wojtyla, pero también proféticamente, como la Providencia, fue esculpiendo su figura y su persona a través de los dramas e imprevistos de la historia.
La Universidad Jaguellonica fue obligada a interrumpir los cursos en septiembre de 1940. Para evitar su deportación a Alemania el joven Karol comenzó a trabajar como operario en una cantera de piedra asociada con el establecimiento químico Solvay; establecimiento que lo emplearía directamente un año más tarde.  En La cantera de piedra, poema escrito en 1956,  describe esta experiencia que influyo profundamente en el y en el conocimiento de la realidad y las dificultades de la vida y la solidaridad entre los hombres. Allí escribe “toda la grandeza del trabajo bien hecho es grandeza del hombre”.
El 18 de febrero de 1941 muere el padre, que había estado enfermo hacia tiempo..  Karol pierde asi la ultima, y fuertísima relación y afecto familiar.  Mas tarde recordara:  “Nunca me había sentido tan solo como en aquella noche en vela y oración” no obstante la presencia de un amigo.
La vida en la Polonia ocupada era terriblemente dura, la Iglesia era sistemáticamente perseguida y muchísimos sacerdotes fueron asesinados o llevados prisioneros. Sin embargo, aun en tal situación, el joven Wojtyla no solo continúa escribiendo sino que compone dramas que se leerían en el “teatro rapsódico” clandestino, fortaleciendo así la resistencia moral a la opresión nazi y la identidad espiritual y cultural polaca. Pero la experiencia religiosa la profundiza en contacto con Jan Tyranowski, un santo de fina espiritualidad y un autentico formador de jóvenes, quien lo introduce en la lectura de los grandes místicos carmelitas san Juan de la Cruz y santa Teresa de Avila, y el encuentro con el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen de san Luis Maria Grignion de Montfort, que lo lleva a comprender más profundamente el vinculo entre Maria y Cristo.  De allí su moto de confianza mariano Totus Tuus, autentico emblema de toda su vida,  no solo de su episcopado. Los peregrinos al santuario mariano de Kalwaria contribuyeron a delinear este itinerario de oración y de contemplación, que habrían orientado los pasos del joven Karol hacia el sacerdocio.
(traducido de: Camillo Ruini  Alla sequela di Cristo Giovanni Paolo II il Servo dei Servi di Dio, Cantagalli, Siena, feb 2007)

No hay comentarios: