Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 23 de abril de 2019

Juan Pablo II y los jóvenes – su experiencia en San Florian



Karol Wojtyla fue destinado a la parroquia de San Florián de Cracovia El 17 de marzo de 1949 . San Florian es una parroquia situada en la parte vieja de la ciudad de Cracovia, a solo 5 minutos del centro mismo de la ciudad, solo un poco más alla del histórico portón Florianska. 


En 1949 la parroquia de San Florian era una de las más activas de la ciudad con un fuerte impulso intelectual. Wojtyla llego a San Florian en un momento en que  las presiones del gobierno comunista iban en aumento y se habia fundado el movimiento “Pax” mediante el cual las autoridades intentaban crear, dentro de la Iglesia católica, un bloque de opiniones pseudos católicas que respondieran al régimen. (Una estrategia seguida entonces en todos los paises bajo el regimen comunista). Ante las fuertes presiones del régimen por promover un ateismo militante y tratando de imponerlo dentro y fuera de la universidad, Karol Wojtyla inició su propia campaña, introduciendo toda una serie de innovaciones en diversos terrenos: intelectual, litúrgico, cultural y pastoral en la parroquia.

Juan Pablo II dice en su libro Don y Misterio “En efecto, después de un año fui destinado a la parroquia de San Florián de Cracovia. El párroco, Mons. Tadeusz Kurowski, me encargó la catequesis en los cursos superiores del instituto y la acción pastoral entre los estudiantes universitarios. La pastoral universitaria de Cracovia tenía entonces su centro en la iglesia de Santa Ana, pero con el desarrollo de nuevas facultades se sintió la necesidad de crear una nueva sede precisamente en la parroquia de San Florián. Comencé allí las conferencias para la juventud universitaria; las tenía todos los jueves y trataban de los problemas fundamentales sobre la existencia de Dios y la espiritualidad del alma humana, temas de particular impacto en el contexto del ateísmo militante, propio del régimen comunista. Durante las vacaciones de 1951, después de dos años de trabajo en la parroquia de San Florián, el Arzobispo Eugeniusz Baziak, que había sucedido en el gobierno de la Archidiócesis de Cracovia al Cardenal Sapieha, me orientó hacia la labor científica. Debí prepararme para la habilitación a la enseñanza pública de la ética y de la teología moral. Esto supuso una reducción del trabajo pastoral, tan querido por mí. Me costó, pero desde entonces me preocupé de que la dedicación al estudio científico de la teología y de la filosofía no me indujera a "olvidarme'' de ser sacerdote; más bien debía ayudarme a serlo cada vez más.

El Cardenal Camillo Ruini comenta en “Alla Sequela di Cristo(Cantagalli, Siena, Feb 2007) refiriéndose al trabajo de Wojtyla entre la juventud en San Florián que “no obstante los obstáculos interpuestos por las autoridades del régimen comunista, da prueba de una extraordinaria capacidad educativa y creatividad pastoral y cultural: sabe interpretar las inquietudes del corazón de los jóvenes y entrar en profunda sintonía con ellos, iniciándolos al mismo tiempo en la verdad, la belleza y el compromiso de la persona, de la cruz y de la resurrección del Señor Jesús. Comienza así, ya entonces, a ejercitar esa maravillosa fascinación que nos hará conocer de Pontífice a través de Jornadas Mundiales de la Juventud.

Gianfranco Svidercoschi en su libro Historia de Karol (Ediciones Universitarias Madrid, 2003) nos cuenta que cuando a Karol Wojtyla le llegó la orden que debía dejar la parroquia de San Florian el intentó resistirse. No quería abandonar la parroquia de San Florian, ni a los grupos que dirigía desde hacia tiempo, los jóvenes, los universitarios, las parejas. Pero finalmente, tras conseguir que le dejaran seguir con aquellos contactos pastorales, aceptó, aunque muy a su pesar.


Es que le costaba dejar a los jóvenes, en realidad nunca los abandonó y fue una amistad que duró toda la vida, y desde aquellas inolvidables vivencias en su querida Cracovia se extendió a los jóvenes de todo el mundo años más tarde desde su Sede en Roma. En Cruzando el umbral de la Esperanza (Plaza & Janés, 1994) Juan Pablo II habla de aquella primera experiencia en Cracovia “lo principal de la experiencia de aquel período, cuando mi tarea pastoral se centraba sobre todo en ellos, fue el descubrimiento de la esencial importancia de la juventud. Que es la juventud? No es solamente un periodo de la vida correspondiente a un determinado número de años, sino que es, a la vez, un tiempo dado por la Providencia a cada hombre, tiempo que se le ha dado como tarea, durante el cual busca, como el joven del Evangelio, la respuesta a los interrogantes fundamentales: no solo el sentido de la vida, sino también un plan concreto para comenzar a construir su vida….”

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