Hoy celebramos la
solemnidad de Todos los Santos. A la luz de esta fiesta, detengámonos un poco a
pensar acerca de la santidad, en particular en dos características de la
verdadera santidad: es un don -es un regalo, no se puede
comprar- y, al mismo tiempo, es un camino. Un don y
un camino.
En primer lugar, es un don. La santidad es un don de Dios que hemos recibido en el
Bautismo: si lo dejamos crecer, puede cambiar completamente nuestra vida (cf.
Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 15). Los santos no
son héroes inalcanzables o lejanos, sino que son personas como nosotros,
nuestros amigos, cuyo punto de partida es el mismo don que nosotros hemos
recibido: el Bautismo. De hecho, si lo pensamos bien, seguro que hemos conocido
a algunos de ellos, algún santo cotidiano, alguna persona justa, alguna persona
que vive la vida cristiana en serio, con simplicidad… aquellos que a mí me
gusta llamar “los santos de la puerta de al lado”, que viven con normalidad
entre nosotros. La santidad es un don que se ofrece a todos para tener una vida
feliz. Y, al fin y al cabo, cuando recibimos un don, ¿cuál es nuestra primera
reacción? Precisamente que nos ponemos felices, porque significa que alguien
nos ama; y el don de la santidad nos hace felices porque Dios nos ama.
Todo don, sin embargo,
debe ser acogido, y conlleva la responsabilidad de dar una respuesta, un
“gracias”. Pero ¿cómo se dice este “gracias”? Es una invitación a esforzarse
para que no sea desperdiciado. Todos los bautizados hemos recibido la misma
llamada a "mantener y perfeccionar con su vida la santidad que hemos
recibido" (Lumen gentium, 40). Y por eso llegamos al
segundo punto: la santidad es un camino,
un camino que hay que recorrer juntos, ayudándonos unos a otros, unidos a esos
excelentes compañeros de ruta que son los Santos.
Ellos son nuestros
hermanos y nuestras hermanas mayores, con los que siempre podemos contar: los
santos nos sostienen y, cuando en la ruta erramos el camino, con su presencia
silenciosa nunca dejan de corregirnos; son amigos sinceros, en los que podemos
confiar, porque ellos desean nuestro bien. En sus vidas encontramos un ejemplo,
de sus oraciones recibimos ayuda y amistad, y
La santidad es un camino, es un don. Entonces, podemos preguntarnos: ¿recuerdo que he recibido
el don del Espíritu Santo, que me llama a la santidad y me ayuda a llegar a
ella? ¿Le doy las gracias al Espíritu Santo por esto, por el don de la
santidad? ¿Siento a los santos cerca de mí, hablo con ellos, me dirijo a ellos?
¿Conozco la historia de algunos de ellos? Nos hace bien conocer la vida de los
santos y motivarnos con sus ejemplos. Y nos hace muy bien dirigirnos a ellos en
la oración.
Que María, Reina de todos
los Santos, nos haga sentir la alegría del don recibido y aumente en nosotros
el deseo de la meta eterna.
(Papa Francisco: Ángelus
Solemnidad de todos los santos – 1 de noviembre 2023)
Despues del Ángelus el
Papa Francisco anuncio :
Mañana por la mañana celebraré la Misa en
el Cementerio por los caídos en la Commonwealth durante la Segunda Guerra
Mundial.
Y sigamos rezando por los
pueblos que sufren las guerras de hoy. No olvidemos a la atormentada Ucrania,
no olvidemos a Palestina, no olvidemos a Israel, y no olvidemos a tantas otras
regiones donde la guerra es todavía demasiado fuerte.
Y les deseo a todos
ustedes una buena fiesta en la compañía espiritual de los Santos. Por favor, no
se olviden de rezar por mí. ¡Que tengan un buen almuerzo y hasta pronto!
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