"Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María! Dirige, oh Señora de las gracias, tu mirada a este pueblo que desde hace siglos permanece fiel a ti y a tu Hijo.
Dirige la mirada a esta nación, que siempre ha puesto su
esperanza en tu amor de Madre.
Dirige a nosotros la mirada, esos tus ojos misericordiosos, y
obtennos lo que tus hijos más necesitan.
Abre el corazón de los ricos a las necesidades de los pobres
y de los que sufren.
Haz que los desempleados encuentren trabajo.
Ayuda a los que se han quedado en la calle a encontrar una
vivienda.
Dona a las familias el amor que permite superar todas las
dificultades.
Indica a los jóvenes el camino y las perspectivas para el
futuro.
Envuelve a los niños con el manto de tu protección, para que
no sufran escándalo.
Anima a las comunidades religiosas con la gracia de la fe, de
la esperanza y de la caridad.
Haz que los sacerdotes sigan las huellas de tu Hijo dando
cada día la vida por las ovejas.
Obtén para los obispos la luz del Espíritu Santo, para que
guíen la Iglesia en estas tierras hacia el reino de tu Hijo por un camino único
y recto.
Madre santísima, nuestra Señora de Kalwaria, obtén también
para mí las fuerzas del cuerpo y del espíritu, para que pueda cumplir hasta el
fin la misión que me ha encomendado el Resucitado.
En ti pongo todos los frutos de mi vida y de mi ministerio; a
ti encomiendo el destino de la Iglesia; a ti entrego mi nación; en ti confío y
te declaro una vez más: Totus tuus, Maria! Totus tuus. Amén.
(de
la homilía del Papa Juan Pablo II en el Santuario de Kalwaria)
Invito
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