Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 5 de febrero de 2011

El diablo no podía tolerar el Año Sacerdotal


Una respuesta que me impactó en la conversación del Papa Benedicto XVI con Peter Seewald (Luz del mundo) fue ésta, por su humildad, su valentía, por el profundo significado del llamado a la toma de conciencia.

En el capitulo 3 Causas y oportunidades de la crisis
Peter Seewald pregunta:

De forma inolvidable ha quedado grabada en la memoria su denuncia en el vía crucis del viernes santo de 2005, pocas semanas antes de ser elegido sucesor de Juan Pablo II. «Cuántas veces nos celebramos sólo a nosotros mismos sin darnos cuenta de Èl! ¡Cuantas veces se deforma y se abusa de su Palabra!» Y, como apuntando desde ya a los acontecimientos del futuro próximo: «Cuanta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a èl!»
Y ahora, precisamente en el Año Sacerdotal que usted mismo proclamara, salen a la luz todas estas negligencias y crímenes. ¿No será también que, en una perspectiva bíblica, el desvelamiento de estos escándalos debe comprenderse tal vez como un signo?

Responde el Santo Padre Benedicto XVI:

“Se podría pensar que el diablo no podía tolerar el Año sacerdotal y, por eso, nos echó en cara la inmundicia. Como si hubiese querido mostrarle al mundo cuánta suciedad hay precisamente también entre los sacerdotes.
Por otra parte podría decirse que el Señor quería probarnos y llamarnos a una purificación más profunda, de modo que no celebráramos de forma triunfalista el Año Sacerdotal, gloriándonos de nosotros mismos, sino como año de purificación, de renovación interior, de transformación y, sobre todo, de penitencia.
El concepto de penitencia, que es uno de los elementos fundamentales del mensaje del Antiguo Testamento, se nos ha perdido cada vez más. Sólo se quería decir cosas positivas. Pero lo negativo existe, es un hecho. El hecho de que por medio de la penitencia se pueda cambiar y dejarse cambiar es un don positivo, un regalo. La Iglesia antigua lo veía también de ese modo. Ahora hay que comenzar realmente de nuevo en espíritu de penitencia, y al mismo tiempo no perder la alegría por el sacerdocio, sin reconquistarla.
Y con mucha gratitud puedo decir que asì ha sucedido. He recibido de obispos, sacerdotes y laicos muchos testimonios conmovedores y emocionantes de gratitud por el Año Sacerdotal, que le llegan a uno al corazón. Su testimonio es: hemos concebido el Año Sacerdotal como ocasión para la purificación, como acto de humildad, dejándonos llamar de nuevo por el Señor. Y justamente por eso hemos visto también de nuevo la grandeza y la belleza del sacerdocio. En tal sentido pienso que estas terribles revelaciones han sido también un acto de la Providencia, que nos hace humildes, que nos obliga a comenzar de nuevo.”

2 comentarios:

Marta Salazar dijo...

Gracias querida amiga!
Cada día me gusta menos el triunfalismo...
Un abrazo fuerte!

Ludmila Hribar dijo...

Gracias Marta. Me impresiona la humildad de Benedicto XVI! Que ejemplo!