Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 15 de abril de 2019

“Perdónanos... como nosotros perdonamos”.



¡El perdón! Cristo nos ha enseñado a perdonar. Muchas veces y de varios modos Él ha hablado de perdón. Cuando Pedro le preguntó cuántas veces habría de perdonar a su prójimo, “¿hasta siete veces?”. Jesús contestó que debía perdonar “hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21 s.). En la práctica, esto quiere decir siempre: efectivamente, el número «setenta” por “siete” es simbólico, y significa, más que una cantidad determinada, una cantidad incalculable, infinita. Al responder a la pregunta sobre cómo es necesario orar, Cristo pronunció aquellas magníficas palabras dirigidas al Padre: “Padre nuestro que estás en los cielos”; y entre las peticiones que componen esta oración, la última habla del perdón: “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros las perdonamos” a quienes son culpables con relación a nosotros (“a nuestros deudores”). Finalmente, Cristo mismo confirmó la verdad de estas palabras en la cruz, cuando, dirigiéndose al Padre, suplicó: “¡Perdónalos!”, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 32, 34).

“Perdón” es una palabra pronunciada por los labios de un hombre, al que se le habla hecho mal. Más aún, es la palabra del corazón humano. En esta palabra del corazón cada uno de nosotros se esfuerza por superar la frontera de la enemistad, que puede separarlo del otro, trata de reconstruir el interior espacio de entendimiento, de contacto, de unión. Cristo nos ha enseñado con la palabra del Evangelio y, sobre todo, con el propio ejemplo, que este espacio se abre no sólo ante el otro hombre sino, a la vez, ante Dios mismo. El Padre, que es Dios de perdón y de misericordia, desea actuar precisamente en este espacio del perdón humano, desea perdonar a aquellos que son capaces de perdonar recíprocamente, a los que tratan de poner en práctica estas palabras: “Perdónanos... como nosotros perdonamos”.

El perdón es una gracia, en la que se debe pensar con humildad y gratitud profundas. Es un misterio del corazón humano, sobre el cual es difícil explayarse. Sin embargo, quisiera detenerme sobre cuanto he dicho.


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