Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).
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martes, 13 de mayo de 2025

“No tengan miedo… soy la Virgen del Rosario”

 


La Virgen María se dirige con estas palabras a tres pastorcillos portugueses de Aljustrel el 13 de mayo de 1917. Es un espléndido domingo por la mañana, Lucía Dos Santos (10 años) y los primos Francisco y Jacinta Marto (9 y 7 años), después de haber participado en la Misa en la parroquia de Fátima, llevan a apacentar a sus ovejas a la ladera de la Cova da Iria. Como era su costumbre, al escuchar la campana del Ángelus recitan el Rosario y después mientras juegan se asustan por un resplandor improviso.



Confundiéndolo con un rayo y temiendo la llegada de un temporal, se encaminan para llevar el rebaño de regreso. Los detiene poco después un nuevo fulgor y delante de ellos, ven a una bella Señora vestida de blanco, sobre un roble, resplandeciente de luz. “He venido a pedirles – les dice – que vengan aquí por seis meses consecutivos, el día 13, a esta misma hora. Luego les diré qué es lo que quiero”. La Señora tiene un vestido adornado con bordes dorados, con un cordón de oro como cinto, un manto cándido y en la mano un rosario de cuentas blancas. La que habla es Lucía; Jacinta escucha la conversación mientras Francisco no oye nada. “¿Quieren ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él les mandará, en acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?” Pregunta María. “Sí, queremos”, responde Lucía. Y María dice: “Entonces, deberán sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestra consolación”.

Las apariciones en la Cova da Iria

Lucia ordena a los primos que no cuenten lo ocurrido, “nadie nos creería”, explica. Pero Jacinta, por miedo de recibir un castigo por haber reconducido antes de tiempo a las ovejas del apacentamiento, relata todo a la madre, que no le cree. Lucía, Francisco y Jacinta son regañados por sus padres. Pero la noticia se difunde y en la cita del 13 de junio, con los tres niños, se reúne una pequeña muchedumbre. María pide que se rece tanto y a Lucía, que aprenda a leer y a escribir para transmitir sus mensajes. En la tercera aparición, se reúnen dos mil personas que dejan en la Cova da Iria ofertas en dinero. La Virgen renueva a los pastorcillos la invitación para que se presenten cada 13 del mes en el mismo lugar, reitera su exhortación a rezar por la humanidad y les muestra el infierno. Lucía, Francisco y Jacinta son ridiculizados por los incrédulos, el párroco duda de la veracidad de sus relatos y el alcalde de la municipalidad de Villa Nova de Ourém, encargado de Fátima, trata de hacerlos retractar. El 13 de agosto, detenidos en la cárcel, no pueden ir a la Cova da Iria, pero María se les aparece inesperadamente el 19 de agosto, mientras apacientan el rebaño en Valinhos, poco distante de Aljustrel. Lucía le pregunta qué tienen que hacer con las ofertas de los fieles dejadas en la Cova da Iria y la Virgen le responde que haga construir precisamente allí una capilla. La aparición se repite puntualmente también el 13 de septiembre y para el último encuentro María promete un prodigio para que todos crean.

“Soy la Virgen del Rosario”

Es un día frío y gris el 13 de octubre, la lluvia azota a 70 mil personas, entre las cuales periodistas, fotógrafos y prensa internacional. “Soy la Virgen del Rosario” revela la Señora a Lucía, Francisco y Jacinta, mientras continúa a llover. Después de la aparición, el milagro prometido: la danza del sol. El astro puede ser observado sin ninguna dificultad, asume colores diversos, gira sobre sí mismo y parece que precipitará sobre la tierra. Y cuando el evento extraordinario termina, la ropa de la gente, hasta poco antes empapada de lluvia, está perfectamente seca. Solamente 13 años después, el 13 de octubre de 1930, la autoridad eclesiástica declara las apariciones “dignas de fe” y autoriza el culto a la Virgen de Fátima.

Francisco muere el 4 de abril de 1919, Jacinta el 20 de febrero de 1920. Lucía el 17 de junio de 1921 ingresa entre las religiosas de Santa Dorotea. Después de más de 10 años de los votos perpetuos elige entrar en el monasterio carmelitano de Coimbra. Muere el 13 de febrero del 2005, a la edad de 97 años. Francisco y Jacinta son beatificados el 13 de mayo del 2000 por Juan Pablo II y canonizados por el Papa Francisco el 13 de mayo de 2017.

Fuente: Vatican News 

Con el rosario en la mano

 Llegad a Fátima con un Rosario en las manos,el nombre de María en los labios, el Cántico de la Misericordia de Dios en el Corazón” (Juan Pablo II – Fátima, 12/05/1982) 


       
En el Angelus del domingo 26 de julio de 1987 el Siervo de Dios Juan Pablo II dirigia su pensamiento al santuario de Fátima en Portugal.

"Como sabéis, este año se celebra el 70 aniversario de las apariciones de la Virgen a los tres niños. He tenido la alegría de ir personalmente en peregrinación, el 13 de mayo de 1982, a ese glorioso y célebre lugar mariano, meta de multitudes innumerables, provenientes de todo el mundo. Fui allí "con el Rosario en la mano, el nombre de María en los labios y el canto de la misericordia en el corazón", como dije en la vigilia de oración que se celebró en aquella ocasión en Fátima. [,,,]


El núcleo esencial del mensaje de Fátima es la llamada a la conversión y a la oración, lo cual constituye precisamente la insistente invitación de Cristo en el Evangelio.


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2. Las apariciones de María Santísima en Fátima, comprobadas por signos extraordinarios, en 1917, forman como un punto de referencia y de irradiación para nuestro siglo. María, Nuestra Madre celestial, vino para sacudir las conciencias, para iluminar el verdadero y auténtico significado de la vida, para estimular a la conversión del pecado y al fervor espiritual, para inflamar las almas de amor a Dios y de caridad hacia el prójimo. María vino a socorrernos, porque muchos, por desgracia, no quieren acoger la invitación del Hijo de Dios para volver a la casa del Padre.
Desde su santuario de Fátima, María renueva todavía hoy su materna y apremiante petición: la conversión a la Verdad y a la Gracia; la vida de los sacramentos, especialmente la penitencia y la Eucaristía, y la devoción a su Corazón Inmaculado, acompañada por el espíritu de sacrificio"

Guardo como precioso recuerdo mi única visita a Fátima. Un fin de semana que escapé de Londres, donde estaba atendiendo un curso. Fátima, un solo día desde Lisboa. Sola. Un día perfecto.  No dejè de ver ninguno de los lugares mas importantes. Hice uso del trencito. No me hubiese importado caminarlo, pero venia poco informada.

 Pude visitar el camarín de la Virgen aunque me dijeron que ese día solo se permitía acceder a quienes habían hecho alguna promesa. Era un aniversario de la llegada de los claretianos a Portugal. Impresionante multitud. La Misa en la explanada increíble. Muchos rostros sufridos, curtidos por un implacable sol, mucha gente venida de lejos con ojos cansados pero con la mirada puesta en el mas allá. Volví feliz. Había estado cerca de la Virgen.  Sigo manteniendo aquella imagen intacta.


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martes, 15 de octubre de 2024

Misterium iniquitatis (11 de 13) Un 13 de mayo «Alguien desvió esta bala» (2 de 2)

 


 (En el Epílogo del libro Memoria e identidad – Reflexiones personales,  -  “conversación” que tuvo lugar en la residencia pontificia de Castel Gandolfo - participa también el Secretario del Santo Padre entonces Arzobispo Stanislaw Dziwisz.   La primera parte habla del atentado y las consecuencias. En la segunda  - si bien relacionada con el atentado -  Juan Pablo II nos invita a reflexionar sobre el bien y el mal.   (la traducción al español es de Bogdan Piotrowski)

 

2da parte

Juan Pablo II: Vivo constantemente convencido de que en todo lo que digo y hago en cumplimiento de mi vocación y misión, de mi ministerio, hay algo que no sólo es iniciativa mía. Sé que no soy el único en lo que hago como Sucesor de Pedro.   Pensemos, por ejemplo, en el sistema comunista. Ya he dicho precedentemente que su caída se debió principalmente a los defectos de su doctrina económica. Pero quedarse únicamente en los factores económicos sería una simplificación más bien ingenua. Por otro lado, también sé que sería ridículo  considerar al Papa como el que derribó con sus manos el comunismo.  Pienso que la explicación se halla en el Evangelio. Cuando los primeros discípulos enviados en misión vuelven a Cristo, dicen: «Hasta los demonios se nos someten en tu nombre» (Lc 10, 17). Cristo les contesta: «No estéis alegres porque  se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10, 20). Y en otra ocasión añade: «Decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”» (Lc 17, 10).  Siervos inútiles... La conciencia del «siervo inútil» crece en mí en medio de todo lo que ocurre a mi alrededor, y pienso que me va bien así.

Volvamos al atentado: creo que haya sido una de las últimas convulsiones de las ideologías de las prepotencias surgidas en el siglo xx. El fascismo y el hitlerismo propugnaban la imposición por la fuerza, al igual que el comunismo. Una imposición similar se ha desarrollado en Italia con las Brigadas Rojas, asesinando a personas inocentes y honestas.

Al leer de nuevo hoy, después de algunos años, la transcripción de las conversaciones grabadas entonces, noto que las manifestaciones de los «años de plomo» se han atenuado notablemente. No obstante, en este último período se han extendido en el mundo las llamadas «redes del terror», que son una amenaza constante para millones de inocentes. Se ha tenido una impresionante confirmación en la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York (11 septiembre 2001), en el atentado en la Estación de Atocha en Madrid (11 marzo 2004) y en la masacre de Beslan en Osetia (1-3 septiembre 2004). ¿Dónde nos llevarán estas nuevas erupciones de violencia?  La caída del nazismo, primero, y después de la Unión Soviética, es la confirmación de una derrota. Ha mostrado toda la insensatez de la violencia a gran escala, que había sido teorizada y puesta en práctica por dichos sistemas. ¿Querrán los hombres tomar nota de las dramáticas lecciones que la historia les ha dado? O,por el contrario, ¿cederán ante las pasiones que anidan en el alma, dejándose llevar una vez más por las insidias nefastas de la violencia?

El creyente sabe que la presencia del mal está siempre acompañada por la presencia del bien, de la gracia. San Pablo escribió: «No hay proporción entre la culpa y el don: si por la culpa de uno murieron todos, mucho más, gracias a un solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos» (Rm 5, 15). Estas palabras siguen siendo actuales en nuestros días. La Redención continúa. Donde crece el mal, crece también la esperanza del bien. En nuestros tiempos, el mal ha crecido desmesuradamente, sirviéndose de los sistemas  perversos que han practicado a gran escala la violencia y la prepotencia. No me refiero ahora al mal cometido individualmente por los hombres movidos por objetivos o motivos personales. El del siglo xx no fue un mal en edición reducida, «artesanal», por llamarlo así. Fue el mal en proporciones gigantescas, un mal que ha usado las estructuras estatales mismas para llevar a cabo su funesto cometido, un mal erigido en sistema. Pero, al mismo tiempo, la gracia de Dios se ha manifestado con riqueza sobreabundante. No existe mal del que Dios no pueda obtener un bien más grande. No hay sufrimiento que no sepa convertir en camino que conduce a Él. Al ofrecerse libremente a la pasión y a la muerte en la Cruz, el Hijo de Dios asumió todo el mal del pecado. El sufrimiento de Dios crucificado no es sólo una forma de dolor entre otros, un dolor más o menos grande, sino un sufrimiento incomparable. Cristo, padeciendo por todos nosotros, ha dado al sufrimiento un nuevo sentido, lo ha introducido en una nueva dimensión, en otro orden: en el orden del amor. Es verdad que el sufrimiento entra en la historia del hombre con el pecado original. El pecado es ese «aguijón» (cf. 1 Co 15, 55-56) que causa dolor e hiere a muerte la existencia humana. Pero la pasión de Cristo en la cruz ha dado un sentido totalmente nuevo al sufrimiento y lo ha transformado desde dentro. Ha introducido en la historia humana, que es una historia de pecado, el sufrimiento sin culpa, el sufrimiento afrontado exclusivamente por amor. Es el sufrimiento que abre la puerta a la esperanza de la liberación, de la eliminación definitiva del «aguijón» que desgarra la humanidad. Es el sufrimiento que destruye y consume el mal con el fuego del amor, y aprovecha incluso el pecado para múltiples brotes de bien.

 Todo sufrimiento humano, todo dolor, toda enfermedad, encierra en sí una promesa de liberación, una promesa de la alegría: «Me alegro de sufrir por vosotros», escribe san Pablo (Col 1, 24). Esto se refiere a todo sufrimiento causado por el mal, y es válido también para el enorme mal social y político que estremece el mundo y lo divide: el mal de las guerras, de la opresión de las personas y los pueblos; el mal de la injusticia social, del desprecio de la dignidad humana, de la discriminación racial y religiosa; el mal de la violencia, del terrorismo y de la carrera de armamentos. Todo este sufrimiento existe en el mundo también para despertaren nosotros el amor, que es la entrega de sí mismo al servicio generoso y desinteresado de los que se ven afectados por el sufrimiento.

En el amor, que tiene su fuente en el Corazón de Jesús, está la esperanza del futuro del mundo. Cristo es el Redentor del mundo: «Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron» (Is 53, 5). 

 

 

Misterium iniquitatis (10 de 13) Un 13 de mayo «Alguien desvió esta bala» (1 de 2)

 


En el Epílogo del libro Memoria e identidad – Reflexiones personales,  -  “conversación” que tuvo lugar en la residencia pontificia de Castel Gandolfo,  participa también el Secretario del Santo Padre entonces Arzobispo Stanislaw Dziwisz.   La primera parte habla del atentado y las consecuencias. En la segunda  - si bien relacionada con el atentado -  Juan Pablo II nos invita a reflexionar sobre el bien y el mal.   (la traducción al español es de Bogdan Piotrowski)

¿Cómo se desarrollaron verdaderamente los hechos de aquel 13 de mayo de 1981? El atentado y todo lo que comportó, ¿no revelaron alguna verdad sobre el papado, tal vez olvidada? ¿No se podría leer en ellos un mensaje peculiar de su misión personal, Santo Padre? Usted visitó en la cárcel al autor del atentado y se encontró con él cara a cara. ¿Cómo ve hoy aquellos sucesos, después de tantos años? ¿Qué significado han tenido en su vida el atentado y los demás acontecimientos relacionados con él?

Juan Pablo II: Todo esto ha sido una muestra de la gracia divina. Veo en ello una cierta analogía con la prueba a la que fue sometido el cardenal Wyszynski durante su prisión. Sólo que la experiencia del primado de Polonia duró más de tres años, mientras que la mía fue más bien breve, apenas unos meses. Agca sabía cómo disparar y disparó ciertamente a dar. Pero fue como si alguien hubiera guiado y desviado esa bala...

Stanislaw Dziwisz: Agca tiró a matar. Aquel disparo debería haber sido mortal.La bala atravesó el cuerpo del Santo Padre, hiriéndolo en el vientre, en el codo derecho y en el dedo índice izquierdo. El proyectil cayó después entre el Papa y yo.  Oí dos disparos más, y dos personas que estaban a nuestro lado cayeron heridas.  Pregunté al Santo Padre: «¿Dónde?» Contestó: «En el vientre.» «¿Le duele?»   «Duele.»  No había ningún médico cerca. No había tiempo para pensar. Trasladamos inmediatamente al Santo Padre a la ambulancia y a toda velocidad fuimos al Policlínico Gemelli. El Santo Padre iba rezando a media voz. Después, ya durante el trayecto, perdió el conocimiento. Varios factores fueron decisivos para salvar su vida. Uno de ellos fue el tiempo, el tiempo empleado para llegar a la clínica: unos minutos más, un pequeño obstáculo en el camino, y hubiera llegado demasiado tarde. En todo esto se ve la mano de Dios. Todos los detalles lo indican.

Juan Pablo II: Sí, me acuerdo de aquel traslado al hospital. Estuve consciente poco tiempo. Tenía la sensación de que podría superar aquello. Estaba sufriendo, y esto me daba motivos para tener miedo, pero mantenía una extraña confianza.  Dije a don Stanislaw que perdonaba al agresor. Lo que pasó en el hospital, ya no lo recuerdo.

Stanislaw Dziwisz: Casi inmediatamente después de la llegada al policlínico llevaron al Santo Padre al quirófano. La situación era muy grave. Su organismo había perdido mucha sangre. La tensión arterial bajaba dramáticamente, el latido del corazón apenas era perceptible. Los médicos me sugirieron que administrara la Unción de los Enfermos al Santo Padre. Lo hice de inmediato.

Juan Pablo II: Prácticamente estaba ya del otro lado.

Stanislaw Dziwisz: Después hicieron al Santo Padre una transfusión de sangre.

 

Juan Pablo II: Las complicaciones posteriores y el retardo en todo el proceso de restablecimiento fueron, después de todo, consecuencias de aquella transfusión.

Stanislaw Dziwisz: El organismo rechazó la primera sangre. Pero se encontraron médicos del mismo hospital que donaron su propia sangre para el Santo Padre. Esta segunda transfusión tuvo éxito. Los médicos hicieron la operación sin muchas esperanzas de que el paciente sobreviviría. Como es comprensible, no se preocuparon para nada del dedo índice traspasado por la bala. Me dijeron: «Si sobrevive, ya se hará algo después para resolver este problema.» En realidad, la herida del dedo cicatrizó sola, sin ninguna intervención particular.   Después de la operación, llevaron al Santo Padre a la sala de reanimación. Los médicos temían una infección que, en aquella situación, podía ser fatal. Algunos órganos internos del Santo Padre estaban gravemente afectados. La operación fue muy difícil. Pero, finalmente, todo cicatrizó perfectamente y sin complicaciones, aunque todos saben que éstas son frecuentes tras una intervención tan compleja.

Juan Pablo II: En Roma el Papa moribundo, en Polonia el luto... En mi Cracovia, los estudiantes organizaron una manifestación: la «marcha blanca.»  Cuando fui a Polonia, dije: He venido para agradeceros la «marcha blanca». Estuve también en Fátima para dar gracias a la Virgen.   ¡Dios mío! Esto fue una dura experiencia. Me desperté sólo al día siguiente, hacia el mediodía. Y dije a don Stanislaw: «Anoche no recé Completas.»

 Stanislaw Dziwisz: Para ser más exactos, Usted, Santo Padre, me preguntó: «¿He rezado ya Completas?» Porque pensaba que todavía era el día anterior.

Juan Pablo II: No me daba cuenta alguna de todo lo que sabía don Stanislaw. No me decían que la situación era tan grave. Además, había estado inconsciente durante bastante tiempo. Al despertar, me hallaba incluso de bastante buen ánimo. Por lo menos al principio.

Stanislaw Dziwisz: Los tres días siguientes fueron terribles. El Santo Padre sufría muchísimo. Porque tenía drenajes y cortes por todos los lados. No obstante, la convalecencia seguía un proceso muy rápido. A comienzos de junio, el Santo Padre volvió a casa. Ni siquiera tuvo que seguir una dieta especial.

Juan Pablo II: Como se ve, mi organismo es bastante fuerte.

Stanislaw Dziwisz: Algo más tarde, el organismo fue atacado por un virus peligroso, como consecuencia de la primera transfusión o tal vez del agotamiento general. Se había suministrado al Santo Padre una enorme cantidad de antibióticos para protegerlo de la infección. Pero eso redujo notablemente sus defensas inmunológicas. Comenzó a desarrollarse así otra enfermedad. El Santo Padre fue llevado de nuevo al hospital.    Gracias a una terapia intensiva, su estado de salud mejoró de tal manera que los médicos estimaron que se podía acometer una nueva operación para completar las intervenciones quirúrgicas realizadas el día del atentado. El Santo Padre escogió el 5 de agosto, el día de Nuestra Señora de las Nieves, que en el calendario litúrgico figura como el día de la Dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor.  También aquella segunda fase fue superada. El 13 de septiembre, tres meses después del atentado, los médicos emitieron un comunicado en el que informaban de la conclusión de los cuidados clínicos. El paciente pudo regresar definitivamente a casa.

Cinco meses después del atentado, el Papa volvió a asomarse a la plaza de San Pedro para recibir de nuevo a los fieles. No demostraba sombra alguna de temor ni de estrés, por más que los médicos hubieran advertido de esta posibilidad.  Dijo entonces: «Y de nuevo me he hecho deudor de la Santísima Virgen y de todos los santos Patronos. ¿Podría olvidar que el evento en la plaza de San Pedro tuvo lugar el día y a la hora en que, hace más de sesenta años, se recuerda en Fátima, Portugal, la primera aparición de la Madre de Cristo a los pobres niños campesinos?    Porque, en todo lo que me ha sucedido precisamente ese día, he notado la extraordinaria materna protección y solicitud, que se ha manifestado más fuerte que el proyectil mortífero.»

Juan Pablo II: Durante el tiempo de Navidad de 1983 visité al autor del atentado en la cárcel. Conversamos largamente. Alí Agca, como dicen todos, es un asesino profesional. Esto significa que el atentado no fue iniciativa suya, sino que algún otro lo proyectó, algún otro se lo encargó. Durante toda la conversación se vio claramente que Alí Agca continuaba preguntándose cómo era posible que no le saliera bien el atentado. Porque había hecho todo lo que tenía que hacer, cuidando hasta el último detalle. Y, sin embargo, la víctima designada escapó de la muerte.  ¿Cómo podía ser?   Lo interesante es que esta inquietud lo había llevado al ámbito religioso. Se preguntaba qué ocurría con aquel misterio de Fátima y en qué consistía dicho secreto. Lo que más le interesaba era esto; lo que, por encima de todo, quería  saber. Mediante aquellas preguntas insistentes, tal vez manifestaba haber percibido lo que era verdaderamente importante. Alí Agca había intuido probablemente que, por encima de su poder, el poder de disparar y de matar, había una fuerza superior. Y, entonces, había comenzado a buscarla. Espero que la haya encontrado.

Stanislaw Dziwisz: Considero un don del cielo el milagroso retorno del Santo Padre a la vida y a la salud. El atentado, en su aspecto humano, sigue siendo un misterio. No lo ha aclarado ni el proceso, ni la larga reclusión en cárcel del agresor.   Fui testigo de la visita del Santo Padre a Alí Agca en la cárcel. El Papa lo había perdonado públicamente ya en su primera alocución después del atentado. Por parte del prisionero nunca le he oído pronunciar las palabras: «Pido perdón.» Le interesaba únicamente el secreto de Fátima. El Santo Padre recibió varias veces a  la madre y los familiares del ejecutor, y con frecuencia preguntaba por él a los capellanes del instituto penitenciario.

En el aspecto divino, el misterio consiste en todo el desarrollo de este acontecimiento dramático, que debilitó la salud y las fuerzas del Santo Padre, pero que en modo alguno aminoró la eficacia y fecundidad de su ministerio apostólico en la Iglesia y en el mundo.   Pienso que no es ninguna exageración aplicar en este caso el dicho: Sanguis martyrum semen christianorum. Tal vez había necesidad de esta sangre en la plaza de San Pedro, en el lugar del martirio de muchos de los primeros cristianos.

El primer fruto de esta sangre fue sin duda la unión de toda la Iglesia en la gran oración por la salud del Papa. Durante toda la noche después del atentado, los peregrinos venidos para la audiencia general y una creciente multitud de romanos rezaban en la plaza de San Pedro. Los días sucesivos, en las catedrales, iglesias y capillas de todo el mundo, se celebraron misas y se elevaron plegarias por la recuperación del Papa. El mismo Santo Padre decía a este respecto: «Me resulta difícil pensar en esto sin emoción. Sin una profunda gratitud para todos. Hacia todos los que el día 13 de mayo se reunieron en oración. Y hacia todos los que han perseverado en ella durante este tiempo 

[...]. Estoy agradecido a Cristo Señor y al Espíritu Santo, el cual, mediante este evento, que tuvo lugar en la plaza de San Pedro el día 13 de mayo a las 17.17, ha inspirado a tantos corazones para la Oración común. Y, al pensar en esta gran oración, no puedo olvidar las palabras de los Hechos de los Apóstoles que se refieren a Pedro: “La Iglesia oraba insistentemente a Dios por él” (Hch 12, 5)».3

  

 

 

domingo, 13 de octubre de 2024

Fátima: El milagro del sol

 


Nuestra Señora se apareció resplandeciente a los tres pastorcitos de Fátima (Lucía, Francisco y Jacinta) por primera vez el 13 de mayo de 1917.

Era una “señora vestida de blanco, más brillante que el sol, irradiando luz más clara e intensa que una copa de cristal llena de agua cristalina, atravesada por rayos del sol más ardiente”.

Su rostro, indescriptiblemente bello, no era ni alegre ni triste, sino seria, con un aire de suave alerta. Las manos juntas, como rezando, apoyadas sobre el pecho, y orientadas hacia arriba. De su mano derecha pendía un rosario.

Los vestidos parecían hechos solamente de luz. La túnica y el manto eran blancos con bordes dorados, que cubría la cabeza de la Virgen María y le bajaba a los pies.

Lucía jamás logró describir perfectamente los trazos de esa fisionomía tan brillante. Con voz maternal y suave, Nuestra Señora tranquilizó a los tres niños, diciendo:

“No tengan miedo. Yo no les haré mal. He venido para pedir que vengan aquí seis meses seguidos, siempre el día 13, a esta misma hora. Después les diré quién soy y qué quiero. A continuación, volveré aquí una séptima vez”.

Al pronunciar estas palabras, Nuestra Señora abrió las manos, y de ellas salió una intensa luz. Los pastorcitos sintieron un impulso que los hizo caer de rodillas y rezaron en silencio la oración que el ángel les había enseñado:

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, te pido la conversión de los pobres pecadores”.

Pasados unos instantes, Nuestra Señora añadió:

“Recen el Rosario todos los días, para que alcancen la paz para el mundo y el fin de la guerra”.

 

13 de octubre: El milagro del sol

En la aparición del día 13 de septiembre, Nuestra Señora anunció a los tres pastorcitos de Fátima: “En octubre haré el milagro, para que todos crean”.

El 13 de octubre de 1917, unas 70.000 personas, incluyendo periodistas, fueron testigos del milagro que había sido anunciado por los tres niños a quien Nuestra Señora se había aparecido.

Al mediodía, tras una fuerte lluvia que paró de repente, las nubes se abrieron frente a los ojos de todos y el sol apareció en el cielo como un disco luminoso opaco, que giraba en espiral y emitía luces coloridas. El fenómeno duró alrededor de 10 minutos y está en la lista oficial de milagros reconocidos por el Vaticano.

Los escépticos intentan atribuir el evento al fenómeno atmosférico del parhelio, pero sin presentar pruebas y sin explicar cómo fue que los niños lo “previeron”.

El “Milagro del Sol”, como fue conocido ese impresionante evento sobrenatural testimoniado por 70.000 personas, transformó lo que era una mera “revelación privada” en un auténtico llamamiento de Cristo a su Iglesia.

No sólo el contenido del mensaje de Fátima se refería a la Iglesia del mundo entero sino que su propia evidencia se dio públicamente, de manera extraordinaria: el día 13 de octubre de 1917, “el sol bailó” frente a más de 70.000 hombres y mujeres, pobres y ricos, sabios e ignorantes, creyentes y no creyentes.

Conforme el testimonio de José María de Almeida Garrett, eminente profesor de ciencias de Coimbra, lo que sucedió ese día fue que el sol “giró sobre sí mismo en una loca voltereta (…) Hubo también cambios de color en la atmósfera (…) El sol, al girar locamente, parecía de repente que se soltaba del firmamento y, rojo como la sangre, avanzaba amenazadoramente sobre la tierra como si fuera a aplastarnos con su peso enorme y abrasador (…) Tengo que declarar que nunca, ni antes ni después del 13 de octubre, observé semejante fenómeno solar o atmosférico”.

 

El significado

Para el pueblo más sencillo, el milagro se resume en pocas palabras. Simplemente, “el sol bailó”.  Más que describir físicamente el fenómeno, lo que interesaba a la mayoría de las personas era lo que no se podía ver, pero que quedaba patente por aquella portentosa obra que ellos tenían frente a sus ojos: Nuestra Señora verdaderamente se apareció a tres humildes pastorcitos en Fátima.

A Lucía, Jacinta y Francisco, de hecho, fue dada una amplia visión de la realidad: la Virgen María, “al abrir sus manos, las reflejó en el sol”. Y mientras se elevaba, seguía el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol (…). Una vez desaparecida, Nuestra Señora, en la inmensa distancia del firmamento, vimos, al lado del sol, a san José con el Niño y a Nuestra Señora vestida de blanco, con un manto azul”, declararon.

En la última aparición de la Virgen de Fátima, por lo tanto, brilla frente a los videntes la imagen de la Sagrada Familia de Nazaret.

[…]

El Milagro del Sol no sólo confirmó las apariciones de María en Fátima: también tiene como objetivo realizar un milagro mucho mayor y más extraordinario que cualquier otro: la salvación de las almas, la conversión de los pecadores; “para que todos crean” en Jesús y, al creer, tengan vida eterna.

 

(leer completo en este enlace)  

lunes, 13 de mayo de 2024

Un trece de mayo...


El trece de mayo la Virgen Maria

Bajo de los cielos

En Cova de Iria

Ave, Ave, Ave Maria (bis)

El 13 de Mayo de 1917, tres niños llamados Lucía de Jesús, de 10 años y sus primos, Francisco y Jacinta Marto, de 9 y 7 años, cuidaban un pequeño rebaño en Cova da Iría, Parroquia de Fátima, Municipio de Vila Nova de Ourém, hoy Diócesis de Leiría-Fátima…..y vieron una luz brillante…. una “Señora más brillante que el sol” …que les dijo que era necesario rezar mucho y los invitó a volver a Cova da Iría durante otros cinco meses consecutivos, en los días 13 a la misma hora… hasta el milagro del sol en octubre del mismo año. 

El 13 de mayo de 1981 en la Plaza San Pedro un disparo......y otro.... las palomas se levantaron en vuelo…......dolor….exclamaciones … silencio…oración….Agca habia disparado para matar pero Ella habia desviado la bala….Ella, la Virgen de Fátima,  ahora Ella  la lleva engarzada en su corona…

El 13 de mayo de 1982 Juan Pablo II peregrina a Fátima para agradecer a la Virgen haberle salvado la vida y consagrar al mundo al Corazon Inmaculado de María.

El 13 de mayo de 1991 El Santo Padre Juan Pablo II peregrina a Fátima por segunda vez. Era el 10° aniversario de su atentado.

El 13 de Mayo del 2000, con ocasión de la tercera visita de Juan Pablo II a Fatima, celebra la beatificación de Francisco y Jacinta Marto en presencia de sor Lucia dos Santos, de 93 años, su prima y testigo, ahora en proceso de beatificación.

El 13 de mayo de 2005 el Santo Padre Benedicto XVI anunciaba la dispensa del tiempo de cinco años de espera después de la muerte del Siervo de Dios Juan Pablo II y su causa de Beatificación y Canonización podia comenzar de inmediato. Era el 24ª aniversario del atentado sufrido en la Plaza San Pedro el 13 de mayo de 1981.

El 12 y 13 de mayo de 2008 el Cardenal Portugués D. José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, preside en el Santuario de Fátima la Peregrinación Internacional Aniversaria en la que se celebran los 91 años de la primera aparición de Nuestra Señora. El tema de esta peregrinación, propuesto para la reflexión de los peregrinos de Fátima durante todo este año de 2008, y con base en el octavo Mandamiento de la Ley de Dios –“No levantarás falso testimonio” (Ex 20, 16)- es: "Para que sean consagrados en la verdad”. (Jo 17, 19) "Vivir en la verdad"

 

Invito visitar: Pagina oficial Santuario de Fatima


He aquí a tu Madre - Juan Pablo II 13 de mayo de 1982 Fatima

 


Desde el momento en que Jesús, muriendo en la Cruz,le dice a Juan: “He aquí a tu Madre”, a partir del momento en que “el discpulo la acogió en su casa”, el misterio de la maternidad espiritual de Maria se realiza en la historia con una amplitud sin límites.  Maternidd quiere decir solicitud porla vida del hijo.

Ahora bien si Maria es madre de todos los hombres su desvelo por la vida del hombre tiene alcance universal. La dedicacion de una madre abraza al hombre entero. La maternidad de Maria tiene su inicio en el cuidado maternal de Cristo. En Cristo,a los pies de la cruz, Ella acoge a Juan y en el acoge a todos los hombres y al hombre en su totalidad.   

Maria abraza a todos con una solicitud particular en el Espíritu Santo. Y de hecho es El, tal como lo profesamos en el “Credo”, aquel que “da la vida”. Es Él que nos infunde la plenitud de la vida abirta a la eternidad.

 

(De la Homilia de Juan Pablo II el 13 de mayo de 1982 en elSantuario de la Virgende Fatima en su Peregrinación Apostólica Portugal)

viernes, 13 de octubre de 2023

13 de octubre de 1917 El Milagro del sol en Fatima

 




Hoy recordamos aquel 13 de octubre de 1917 cuando la Virgen se apareció a los tres pastorcitos juntos por última vez, aparición presenciada por 70.000 testigos que vieron el “milagro del sol”, acontecimiento del cual se ocupó entonces toda la prensa y todos los periodistas, un milagro que sigue creando polémicas, pero un milagro que se sigue multiplicando en diversas partes del mundo durante celebraciones marianas o eucarísticas, creando inquietudes por una parte y fortalecimiento de la fe por otra.


También Mehmet Alí Agca al haber querido asesinar a Juan Pablo II había quedado atónito ante el desvió de las balas, se “sentía angustiado por el hecho que existían fuerzas que lo superaban” dice el cardenal Stanislaw Dziwisz en Una vida con Karol .

Inquietudes y angustia que se intuyen en nuestro mundo secularizado, en nuestra “dictadura del relativismo”, expresión del Papa Benedicto XVI” citada por el cardenal lituano Audrys Backis, en sus intenciones para la peregrinación que preside hoy en Fatima agradeciendo la libertad en su país pero sintiendo la necesidad de “rezar por Europa que está olvidando sus raíces cristianas…. Más que nunca, nosotros debemos implorar la Misericordia Divina, mensaje que nos dejó el Papa Juan Pablo II, el que tanto amó a la Virgen de Fátima”.

 

Durante su visita del año 2000 el Santo Padre le dono a la Virgen un regalo preciado : “Este anillo, con la efigie de Nuestra Señora y las palabras “Totus Tuus”, me lo dio el Cardenal Stefan Wyszynski, en los primeros días de mi Pontificado. Con mucha alegría, lo ofrezco a Nuestra Señora de Fátima en señal de mi profunda gratitud por la protección que me tiene concedida”, decía Juan Pablo II en Fátima un “Santuario impregnado del Papa Wojtyla” (Giuseppe De Carli) .

jueves, 11 de mayo de 2023

13 de mayo y la trayectoria mariana de Juan Pablo II

 

(Nuestra Señora del Perpetuo Socorro,  altar-capilla en la  lglesia parroquial de Wadowice)

La trayectoria mariana de Karol Wojtyla comenzo en su hogar de Koscielna 7,  (antiguamente Rynek 2) su iglesia doméstica en Wadowice. 

Desde su ventana cruzando la calle podia “abrazar” con su mirada a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de su iglesia parroquial (ahora Basílica). Alli acudía en horas de la tarde a rezarle a la Virgen cuando era estudiante. En “la colina” de los carmelitas recibió el escapulario del Carmen a los 10 años. 

Ya en Cracovia se unio al “Rosario vivo” de Jan Tyranowski. Desde niño y después como sacerdote y obispo los senderos marianos lo llevaban a menudo a Kalwaria Zebrzydowska, Santuario de la Pasion de Cristo y de Maria ese “misterio de amor donde uno se encuentra a si mismo, encuentra su vida..”. Czestochowa, el “santuario de la nación”, donde tambien iba desde pequeño, compartió sus secretos de joven sacerdote y de obispo. Alli en Jasna Gora “nació el deseo de que sus primeros pasos como Papa se dirigieran a un santuario mariano y asi comenzo su peregrinar mariano por el mundo con su viaje apostólico a Mexico en 1979.


Y el 13 de mayo de 1981 el mundo presenciaba atónito aquel atentado que estaba programado para ser fatal pero no lo fue….y el mundo se unió en oración en catedrales, iglesias y capillas acompañando la “marcha blanca” de su patria polaca por su recuperación, una recuperación que el cardenal Dziwisz, su secretario personal llamó “un don del cielo” ante el misterio del atentado. Era el dia de la Virgen de Fátima, de Ella "mi madre por siempre, y especialmente el 13 de Mayo de 1981 cuando sentí tu presencia providencial a mi lado".

Alli,  en Fátima,  estaria el 13 de mayo de 1982 para agradecerle a Ella que habia desviado la bala aquel 13 de mayo de 1981 a las 17.19 cuando él se abandonaba en las manos de Dios invocando a la Virgen. “Una mano habia disparado el gatillo y otra habia guiado la bala”. Mehmet Ali Agca nunca pudo comprender porque el Papa no habia muerto. Pero Juan Pablo II lo sabía y en el primer aniversario del atentado peregrinó a Fátima para agradecerle a Nuestra Señora por salvar su vida y llevar a cabo la consagración de Rusia.

El Santo Padre volvió nuevamente a Fátima en 1991 a visitar a la “Madre de la Iglesia, Madre de los hombres, Madre de las Naciones, Madre de la Vida, madre mia desde siempre en especial después de aquel 13 de mayo de 1981, madre de todos los hombres, madre de la humanidad”.

Y el 13 de mayo del 2000 el "Obispo vestido de blanco" en Fatima, en aquel lugar que “por designio divino, "una mujer vestida del sol" (Ap 12, 1) vino del cielo a esta tierra en búsqueda de los pequeños privilegiados del Padre” en Cova de Iría celebraba, junto con la comunidad católica, la beatificación de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto "en la misma tierra que fue su cuna y que ahora es su altar”


Invito visitar:
Peregrinación a Portugal 12 al 15 de mayo 1982
Viaje apostólico a Portugal 10-13 de mayo 1991
Beatificación Fátima 13 de mayo 2000
El Mensaje de Fátima

Página oficial del Santuario de Fátima

 

jueves, 13 de octubre de 2022

Los secretos de Fatima – Howard Kainz

 


Ignatius Press publicó hace unos años (2017) coincidiendo con el 100 aniversario de las apariciones el libro Secretos de Fátima, por Grzegorz Górny y Janusz Rosikon,  con encuadernación vistosa y 400 páginas que contienen más de mil fotos a color, pinturas, carteles, recortes, etc.

¿Otro libro sobre Fátima? Los datos básicos acerca de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima en 1917 son muy conocidos de libros como Fatima para hoy del padre Andrew Apostoli, Nuestra Señora de Fátima, un clásico de William Walsh, y muchos otros.

Secretos de Fátima  aporta detalles históricos y contextos así como también numerosos efectos corolarios y acontecimientos entrelazados, la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias para Portugal, la contemporánea revolución de octubre en Rusia, al igual que los masones y otros movimientos anticatólicos brindan el trasfondo de la aparición de Nuestra Señora a los tres niños en Fátima.

La advertencia en aquel lugar acerca de la Segunda Guerra Mundial, los arduos esfuerzos de los papas para enfrentar las catástrofes humanas, las increíbles masacres y atrocidades perpetradas bajo la tutela de la «fraternidad» comunista se describen en conjunción con los esfuerzos continuos de sor Lucía de Fátima para convencer al mundo de usar los remedios que la Virgen ofrece, y a los papas de llevar a cabo el pedido de consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María.

El papa Pío XII dio pasos tentativos, aunque incompletos, para realizar esta celebración. Asimismo, ocurrieron sucesos drásticos durante el Vaticano II en la década de 1960, dado que cientos de obispos que promovían la consagración de Rusia fueron eclipsados por la Ostpolitik del Vaticano hacia la URSS y por la presencia de los jerarcas rusos ortodoxos que habían sido invitados al Concilio.

Por último, el papa Juan Pablo II, luego de consultar a sor Lucía y trabajar con los movimientos políticos en Polonia y unirse con el presidente Reagan para reducir el control de los soviéticos, hizo la consagración luego de experimentar lo que consideró ser el rescate de María de la bala de un asesino.

La consagración ocurrió mientras los soviéticos planeaban un ataque a Europa luego de que, en 1983, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Holanda y Bélgica acordaron aceptar misiles estadounidenses de alcance medio. No obstante, después de la consagración, el 13 de mayo un accidente en la base naval Severomorsk causó que la mayoría de los misiles antiaéreos explotaran, lo que dejó sin capacidad de ataque a la flota soviética del norte.

Secretos de Fátima también ofrece perspectivas de los hechos e incidentes que en general se desconocen. Unos días luego del gran milagro del sol en Fátima, san Maximiliano Kolbe finalizó su objetivo de establecer la Militia Immaculata, dedicada a la evangelización del mundo con énfasis especial en la consagración total a María.

Mientras tanto, los periódicos en todo el mundo estaban fascinados por «noticias falsas» acerca de la vida en el comunismo como un paraíso de los trabajadores. El pintor español Salvador Dalí, al cual el Apostolado Mundial de Fátima le encargó representar la visión del infierno presenciada por los tres niños, retornó a su fe católica.

Los activistas de Fátima en Austria tuvieron éxito al provocar la retirada de las tropas soviéticas de ese país. Además, al mismo tiempo que el papa Juan Pablo II en 1984 estaba realizando la consagración en Roma, el obispo Pavel Hnilica (quien había viajado al Kremlin a escondidas en ropas de civil) se sumó a esta ceremonia junto con el padre Leo Maasburg en la Iglesia de San Miguel Arcángel en Moscú, y repitió la consagración en la Iglesia de la Dormición (Asunción) de Nuestra Señora. Usando hostias, agua y vino en frascos de aspirinas, él y el padre Maasburg lograron recitar la misa en forma discreta detrás de una copia abierta del periódico soviético Pravda.

Estos son solo unos ejemplos de los acontecimientos históricos que los autores entrecruzan con el mensaje de Fátima y los describen como elementos de los «secretos» de Fátima, orquestados por la divina providencia. Aunque no puedo dejar de mencionar otros factores que parecen misteriosos o al menos desconcertantes:

  • La identidad del ángel que se les apareció a Lucía, Jacinta, y Francisco previo a las apariciones de Nuestra Señora. En la primavera de 1916, se identificó como el «Ángel de la Paz», pero en la del verano afirma ser el «Ángel de Portugal». El padre Andrew Apostoli y otros autores se refieren a esto como la «segunda visita» del primero. ¿No se deberían distinguir los dos ángeles?
  • Nuestra Señora le aseguró a sor Lucía que Portugal «nunca perdería la fe». Sin embargo, en cuanto a la asistencia a misa de los católicos en ese país los cálculos recientes rondan el 20 por ciento, y este junto con otros países de la UE legalizó el aborto además del divorcio y el matrimonio homosexual. Parece problemático, y sor Lucía misma muestra preocupación acerca de «la fe» en Portugal en su libro Un camino bajo la mirada de María: «Si Portugal no aprueba el aborto, entonces está a salvo, pero si queda aprobado sufrirá mucho».
  • En la aparición de mayo, Lucía le preguntó a Nuestra Señora acerca de dos amigas que habían muerto, María y Amelia. La Virgen le contestó que María estaba en el cielo, pero que Amelia estaría en el purgatorio hasta el fin del mundo. El padre Apostoli comenta que ella tenía entre 18 y 20 años cuando murió «en circunstancias que involucraban un comportamiento inmoral». Hasta Francisco, el primo de 10 años de edad de Lucía, tendría que «rezar gran cantidad de rosarios» antes de entrar al cielo. Por cierto, tales advertencias a muchos de nosotros nos harán pensar cómo podemos alcanzar el estado de purificación necesaria para evitar el purgatorio.
  • Por último, considere los misteriosos comentarios de Nuestra Señora a Lucía con respecto del arresto de los tres niños en agosto de 1917, por Arturo Santos, el administrador del distrito de Vila Nova de Ourem: «Ella hizo énfasis en que el milagro científicamente “imposible” del 13 de octubre de 1917 hubiera sido mayor», pero no se logró por la falta de fe. Encuentro casi improbable imaginar uno más grande que hacer que el sol gire y parezca caer sobre la tierra.

Aunque no es necesario explicar, el mayor secreto conectado con Fátima es la predicción de la conversión futura de Rusia, la cual —por decirlo suavemente— todavía está “inconclusa”.

Acerca del autor: Howard Kainz es profesor emérito de Filosofía en la Universidad Marquette. Algunas de sus publicaciones incluyen Natural Law: an Introduction and Reexamination (2004)Five Metaphysical Paradoxes (The 2006 Marquette Aquinas Lecture), The Philosophy of Human Nature (2008) y The Existence of God and the Faith-Instinct (2010).

Fuente: InfoVaticana)

 

El “milagro del sol” visto por el Papa Pio XII – escrito por Andrea Tornielli

 

«He visto» el milagro del sol, «es la pura verdad». 



En 1950, poco antes de la proclamación del dogma de la Asunción, Pio XII mientras paseaba por los jardines vaticanos fue testigo en varias oportunidades del mismo fenómeno que ocurrió en 1917 al termino de las apariciones de Fátima y lo considero una confirmación celestial de lo que estaba por hacer.

Un testimonio que hasta entonces (2008) era conocido solo indirectamente por expresiones del cardenal Federico Tedeschini que lo había mencionado en una homilía.   El testimonio, un documento excepcional e inédito  había sido conservado en el archivo privado de la familia Pacelli. El mismo Pio XII lo había dejado registrado en unos apuntes escritos en lápiz durante el último periodo de su vida y relata en primera persona lo que le había sucedido.

El documento fue expuesto en noviembre de 2008, recordando los 50 años de la muerte del Pontífice. « Fue el 30 de octubre de 1950 », vigilia del día de la solemne proclamación de la Asunción, explica Pio XII. El Papa estaba por proclamar el dogma de fe de la Asunción corpórea al cielo de la Virgen al momento de su muerte, y lo hacia después de haberlo consultado con el episcopado a nivel mundial.  Hacia las cuatro de aquella tarde el Papa «hacia su paseo cotidiano por los jardines vaticanos leyendo y reflexionando». Pacelli recuerda que mientras se retiraba de la pequeña plazoleta de la Virgen de Lourdes, «sobre la cumbre de la colina a la derecha de la muralla….vi un fenómeno jamás visto por mí. El sol, que estaba aun bastante alto, aparecía como un globo opaco amarillento rodeado en todo su entorno por una aureola luminosa», que no le impedía de ninguna manera fijar su vista «sin sentir molestia alguna, delante se encontraba una nubecilla»  «El globo opaco – continua Pio XII en el apunte citado – se movía ligeramente hacia afuera, girando o moviéndose de derecha a izquierda y viceversa. Pero en el interior del globo se veía con toda claridad y sin interrupción alguna movimientos fuertísimos.» 

El Papa afirma haber visto el mismo fenómeno al día siguiente: el 31 de octubre y el 1 de noviembre día de la declaración del dogma de la Asunción,  y luego nuevamente el 8 de noviembre. Pero nunca más»   Recuerda, sin embargo,  haber intentado volver a ver el fenómeno «varias veces» los días sucesivos a la misma hora y en condiciones atmosféricas similares mirando el sol para ver si aparecía el fenómeno pero fue en vano, no podía fijar ni siquiera mi vista por un instante, mi vista se nublaba.»  

El Papa menciono este hecho a «unos pocos íntimos y a un grupo de cardenales (cuatro o cinco), entre ellos el Cardenal Tedeschini». Este último en octubre del año siguiente, 1951 debía ir a Fátima para la clausura de las celebraciones del Año Santo. Antes de partir fue recibido en audiencia y le pide al Papa si podía citar la visión en la homilía, a lo cual el Papa le respondió «Déjalo, no es importante».  Pero el insistía – continúa Pio XII en su manuscrito, sosteniendo «la oportunidad del anuncio…»,  a lo cual el Papa respondió «Esta es en breves términos la pura verdad» . «Pio XII estaba completamente seguro de la realidad del extraordinario fenómeno, sostuvo sor Pascalina Lehnert, la religiosa a cargo de las habitaciones papales.

El así llamado «milagro del sol» ya había ocurrido el 13 de octubre de 1917 en Fátima, al término de las apariciones a los tres pastorcitos. Asi lo cuenta en su crónica M. Avelino di Almeida, periodista laico y no creyente, enviado por el diario O Seculo y testimonio ocular. «Y asistimos entonces a un espectáculo único e increíble al mismo tiempo para quien no ha sido testigo…. Se ve la inmensa multitud dirigiendo su mirada al sol absolutamente sin nubes en pleno dia.  El sol parecía un disco de plata opaco y era posible mirarlo directamente sin sentir la mínima molestia. No quema, no enceguece. Se diría un eclipse.» Pio XII estaba muy unido a Fátima: la primera aparición a los tres pastorcitos ocurrida el 13 de mayo de 1917, había ocurrido el mismo día que Pacelli era consagrado Arzobispo en la Capilla Sixtina.  Y está confirmado que Pio XII y la única sobreviviente de los tres videntes, sor Lucia Dos Santos, permanecieron siempre en contacto y el Pontífice el último año de su visita conservaría el texto del Tercer Secreto de Fátima en sus habitaciones. 

 

AndreaTornielli en Il Giornale

viernes, 13 de mayo de 2022

«Hoy he visto a la Virgen»

 


«Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol», dice el vidente de Patmos en el Apocalipsis (12,1), señalando además que ella estaba a punto de dar a luz a un hijo. Después, en el Evangelio, hemos escuchado cómo Jesús le dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,27). Tenemos una Madre, una «Señora muy bella», comentaban entre ellos los videntes de Fátima mientras regresaban a casa, en aquel bendito 13 de mayo de hace cien años. Y, por la noche, Jacinta no pudo contenerse y reveló el secreto a su madre: «Hoy he visto a la Virgen». Habían visto a la Madre del cielo. En la estela de luz que seguían con sus ojos, se posaron los ojos de muchos, pero…estos no la vieron. La Virgen Madre no vino aquí para que nosotros la viéramos: para esto tendremos toda la eternidad, a condición de que vayamos al cielo, por supuesto.

 Pero ella, previendo y advirtiéndonos sobre el peligro del infierno al que nos lleva una vida ―a menudo propuesta e impuesta― sin Dios y que profana a Dios en sus criaturas, vino a recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre, porque, como hemos escuchado en la primera lectura, «fue arrebatado su hijo junto a Dios» (Ap 12,5). Y, según las palabras de Lucía, los tres privilegiados se encontraban dentro de la Luz de Dios que la Virgen irradiaba. Ella los rodeaba con el manto de Luz que Dios le había dado. Según el creer y el sentir de muchos peregrinos —por no decir de todos—, Fátima es sobre todo este manto de Luz que nos cubre, tanto aquí como en cualquier otra parte de la tierra, cuando nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, como enseña la Salve Regina, «muéstranos a Jesús».

Queridos Peregrinos, tenemos una Madre, tenemos una Madre! Aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús, porque, como hemos escuchado en la segunda lectura, «los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo» (Rm 5,17). Cuando Jesús subió al cielo, llevó junto al Padre celeste a la humanidad ―nuestra humanidad― que había asumido en el seno de la Virgen Madre, y que nunca dejará. Como un ancla, fijemos nuestra esperanza en esa humanidad colocada en el cielo a la derecha del Padre (cf. Ef 2,6). Que esta esperanza sea el impulso de nuestra vida. Una esperanza que nos sostenga siempre, hasta el último suspiro.

Con esta esperanza, nos hemos reunido aquí para dar gracias por las innumerables bendiciones que el Cielo ha derramado en estos cien años, y que han transcurrido bajo el manto de Luz que la Virgen, desde este Portugal rico en esperanza, ha extendido hasta los cuatro ángulos de la tierra. Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a san Francisco Marto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a «Jesús oculto» en el Sagrario.

En sus Memorias (III, n.6), sor Lucía da la palabra a Jacinta, que había recibido una visión: «¿No ves muchas carreteras, muchos caminos y campos llenos de gente que lloran de hambre por no tener nada para comer? ¿Y el Santo Padre en una iglesia, rezando delante del Inmaculado Corazón de María? ¿Y tanta gente rezando con él?». Gracias por haberme acompañado. No podía dejar de venir aquí para venerar a la Virgen Madre, y para confiarle a sus hijos e hijas. Bajo su manto, no se pierden; de sus brazos vendrá la esperanza y la paz que necesitan y que yo suplico para todos mis hermanos en el bautismo y en la humanidad, en particular para los enfermos y los discapacitados, los encarcelados y los desocupados, los pobres y los abandonados. Queridos hermanos: pidamos a Dios, con la esperanza de que nos escuchen los hombres, y dirijámonos a los hombres, con la certeza de que Dios nos ayuda.

En efecto, él nos ha creado como una esperanza para los demás, una esperanza real y realizable en el estado de vida de cada uno. Al «pedir» y «exigir» de cada uno de nosotros el cumplimiento de los compromisos del propio estado (Carta de sor Lucía, 28 de febrero de 1943), el cielo activa aquí una auténtica y precisa movilización general contra esa indiferencia que nos enfría el corazón y agrava nuestra miopía. No queremos ser una esperanza abortada. La vida sólo puede sobrevivir gracias a la generosidad de otra vida. «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24): lo ha dicho y lo ha hecho el Señor, que siempre nos precede. Cuando pasamos por alguna cruz, él ya ha pasado antes. De este modo, no subimos a la cruz para encontrar a Jesús, sino que ha sido él el que se ha humillado y ha bajado hasta la cruz para encontrarnos a nosotros y, en nosotros, vencer las tinieblas del mal y llevarnos a la luz.

Que, con la protección de María, seamos en el mundo centinelas que sepan contemplar el verdadero rostro de Jesús Salvador, que brilla en la Pascua, y descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor.

(Homilia del PapaFrancisco en la Santa Misa con el rito de canonización de los beatos FranciscoMarto y Jacinta Marto)

(PEREGRINACIÓN DEL PAPA FRANCISCO
AL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

con ocasión del centenario de las apariciones de la Virgen María en la Cova da Iria
(12-13 de mayo de 2017)