Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 17 de enero de 2013

Juan Pablo II el Papa de la Misericordia (1)



(imagen canonización de sor Faustina Kowalska)

“Si la encíclica Redemptor hominis ha encarnado para Juan Pablo II la declaración programática del pontificado, Dives in misericordia, del 30 de noviembre de 1980, ha sido indudablemente la encíclica «del corazón». En efecto, el humus en el que arraiga este documento es el de la tierra polaca, enlazado con las revelaciones sobre la Divina Misericordia que sor Faustina Kowalska (que vivió apenas 33 años, entre 1905 y1938) recibió directamente de Jesucristo, en los inicios del siglo XX.
Aunque no la nombró nunca en la encíclica, quizás por una prudente reserva debida a las perplejidades de la época sobre el mensaje de la misericordia de Dios (y que poco antes habían casi llevado a la Congregación para la Doctrina de la Fe a condenar tal devoción), el Papa Wojtyla hizo una referencia directa a todo lo que sor Faustina hizo público a través del propio diario, hoy difundido en todas las lenguas.
La lectura de este Diario impresionó profundamente al joven don Karol. Como èl mismo dijo en el discurso del 7 de junio de 1997, «el mensaje de la Divina Misericordia lo he llevado siempre conmigo y lo amo. Es como si la historia lo hubiese escrito en la trágica experiencia de la segunda guerra mundial. En aquellos años difíciles fue una ayuda particular y una inextinguible fuente de esperanza no solamente para los habitantes de Cracovia, sino para la nación entera». Aún más emblemática es la revelación que hizo el 16 de octubre de 2003, en el veinticinco aniversario de la elección al pontificado, cuando subrayó: «Fue necesario recurrir a la Divina Misericordia para que a la pregunta: “Aceptas?” pudiese responder con confianza: “En obediencia de fe, ante Cristo mi Señor, confiando en la Madre de Cristo y de la Iglesia, consciente de las grandes dificultades, acepto”.
En Dives in misericordia Juan Pablo II ha mostrado, en sustancia, que la misericordia divina forma parte de la estructura del cristianismo, es uno de los puntos fundamentales de la misma revelación. Así pues, se puede decir que esta encíclica se conecta con la Redemptor hominis por su dimensión cristológica, pues la afirmación de fondo es que Dios se nos ha revelado como Divina Misericordia a través de su Hijo: toda la obra de la redención – desde la encarnación hasta la muerte en cruz y la resurrección – nos revela al Padre como misericordia infinita. Wojtyla, ya desde que era arzobispo de Cracovia, había trabajado a fondo para demostrar que el mensaje de la Divina Misericordia es teológicamente correcto y bíblicamente fundamentado.  La apoteosis de su empeño por hacer resplandecer la fúlgida figura de sor Faustina llegará algún año más tarde, con la beatificación de la religiosa, el 18 de abril de 1993, y con su canonización, el 30 de abril de 2000. Además el  hecho de que haya muerto en el atardecer del sábado 2 de abril de 2005, cuando la liturgia había comenzado ya a celebrar precisamente la fiesta de la Divina Misericordia (instituida por él en el calendario, en el domingo sucesivo a la Pascua, siguiendo la explicita indicación dada por Jesús setenta años antes), es una de esas coincidencias que la fe lleva a considerar como una señal divina, un premio al «siervo bueno y fiel».
Saverio Gaeta, TotusTuus Nr 3 mayo-junio 2009

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