Hojeando nuevamente Historia de
Karol de Gian Franco Svidercoschi (que ya me resulta tan familiar que cada
vez que vuelvo a tomar el libro me parece haberlo vivido) encuentro líneas que de alguna manera me
inspiran a pensar en la Argentina…. A pensar en Wojtyla y Bergoglio y la
Argentina de hoy.
Decia Svidercoschi en el capitulo 4, un capitulo muy fuerte
“También Karol estaba angustiado. La historia, una historia trágica,
había irrumpido de improviso en su patria, en su misma vida privada, y le había
dejado como aturdido. Sentía como si le hubieran arrancado sus esperanzas y
destruido su futuro. Sólo tenía veinte años ¡Y cómo había cambiado su
existencia en tan breve lapso de tiempo!. Se dedicó a leer…..escribió….estudió…trabajó….vivía
cada jornada a tope, de manera casi frenética, de modo que pudiera
desentenderse de toda aquella explosión del mal. Pero no lo conseguía. Era
imposible permanecer ajeno…..el joven Wojtyla se preguntaba si Polonia había caído
sólo por ….o si más bien, no tendrían parte de culpa en ello los mismos polacos
su clase dirigente, sus partidos políticos, al haber desperdiciado ….años de
independencia y libertad pensando más en el poder que en construir y consolidar la democracia. Era fácil percibir que él se
inclinaba más bien por la segunda hipótesis “han traicionado y engañado a la
nación – escribía – Pero no obstante esto, al final lograba encontrar, gracias
a su fe religiosa, el camino de la esperanza:
«Creo que nuestra liberación tiene que ser la puerta de Cristo….» Eran palabras muy similares a otras que
Karol pronunciaría muchos años mas tarde.”
Jorge Bergoglio reflexionando a partir del Martin Fierro escribía “ser un pueblo supone, ante
todo, una actitud ética, que brota de la libertad… Cuando los obispos
repetimos, una y otra vez, que la crisis es fundamentalmente moral, no se trata
de esgrimir un moralismo barato, una reducción de lo político, lo social y lo
económico a una cuestión individual de la conciencia. Eso sería “moralina”….los
valores no pueden consensuarse: simplemente, son.
En el juego acomodaticio de “consensuar valores” se corre siempre el
riesgo, que es resultado anunciado, de “nivelar para abajo”…..sabemos que no
alcanzó con golpear las cacerolas: hoy lo que más urge es tener con que
llenarlas. Debemos recuperar organizada y creativamente el protagonismo al que
nunca debimos renunciar, y por ende, tampoco podemos ahora volver a meter la
cabeza en el hoyo, dejando que los dirigentes hagan y deshagan. Y no podemos
por dos motivos: porque ya vimos lo que pasa cuando el poder político y
económico se desliga de la gente, y porque la reconstrucción no es tarea de
algunos sino de todos, así como la Argentina no es sólo la clase dirigente, sino
de todos y cada uno de los que viven en esta porción del planeta.
Y siguen reflexiones basadas en : El trabajo y la clase de persona que
queremos ser; el urgente servicio a los más débiles; nunca más el robo, la
coima y el “no te metas”
Estamos en una instancia crucial de nuestra Patria – decía – (*), crucial
y fundante: por eso mismo, llena de esperanza. La esperanza esta tan lejos del
facilismo como de la pusilanimidad. Exige
lo mejor de nosotros mismos en la tarea de reconstruir lo común, lo que nos
hace un pueblo….. Las reflexiones
concluyen con la Oración por la Patria
que nos ofrecieron los obispos argentinos: Jesucristo, Señor de la historia….
(*) como lo estamos hoy.
(*) como lo estamos hoy.
Cada
vez siento con más fuerza que Jorge Bergoglio es nuestro Karol Wojtyla.
Bergoglio:
“Me gusta hablar de patria, no de país, ni de nación. El país es, en última instancia,
un hecho geográfico, y la nación un hecho legal, constitucional. En cambio, la
patria es lo que otorga la identidad”
(El jesuita, Rubin y Ambrogetti,Vergara)
Y
la Conferencia Episcopal Argentina nos ha dejado ese precioso documento que no
pierde vigencia:
Invito leer el post Pensar a Wojtyla para entender a Bergoglio
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