Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 9 de agosto de 2019

Santa Faustina Kowalska, el puente al tercer milenio (1 de 2)



El domingo 30 de abril de 2000, se congregaron en la Plaza San Pedro alrededor de 200.000 fieles para la ceremonia de canonización de la primer santa del tercer milenio.
Su trayectoria espiritual había impactado fuertemente en conventos polacos poco conocidos,  en el Index de libros prohibidos e innumerables parroquias alrededor del mundo.

Helena Kowalska,  nació el 25 de agosto de 1905 en el pueblo de Głogowiec, cerca de Łódź y  fue la tercera de diez hijos nacidos de padres tan pobres que pudieron costearle tan solo dos años de educación formal. Imposibilitada de entrar en el convento a los 17 años,  porque su familia necesitaba de sus modestos ingresos,  trabajo como ayudante domestica antes de su fracasado intento de entrar en un convento en Varsovia. Un año mas tarde, en 1925,  logro unirse a las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia donde vivió la experiencia de la visión de Cristo sufriente.  Adoptando el nombre religioso de Maria Faustina, completó su noviciado en Cracovia y realizo sus votos perpetuos en 1933. Los cinco años restantes de su vida, sirvió como hermana portera, jardinera, y cocinera en conventos de Cracovia, Płock y Vilnius (entonces parte de la Segunda Republica polaca)  
El 22 de febrero de 1931 en Płock, la Hermana Maria Faustina tuvo la visión en la cual se le apareció Jesus como un Salvador misericordioso de cuyo corazón emergían rayos rojos y blancos; el “Rey de la Divina Misericordia”  le pidió promover la instauración del Segundo Domingo o la Octava de Pascua como celebración de la divina misericordia y propagar la devoción de la misericordia de Dios con el mundo.   Después que un examen psiquiátrico confirmara que la Hermana Faustina no sufría de desordenes mentales, el padre Michał Sopocko  se hizo cargo de su dirección espiritual en 1933 y se contacto con un artista para que pintara  la imagen de la visión de Cristo que había visto la Hermana Faustina.  Sus visiones y las extraordinarias experiencias espirituales  (incluidas las estigmas escondidas) continuaron, conocidas tan solo por sus superiores religiosos y su director espiritual, y fueron debidamente registradas en el diario que ella llevaba. En 1935 ella tuvo una visión que dio origen a la coronilla de la Divina Misericordia. Al año siguiente la Hermana Faustina enfermo de tuberculosis y después de pasar un tiempo en  un sanatorio,  antes de regresar a su convento en Cracovia - Łagiewniki, murió en 1938.

El convento de Łagiewniki se hallaba cerca de la planta química Solvay donde,  entre Octubre de 1941 y Agosto de 1944,  trabajó Karol Wojtyła. El joven operario solia detenerse,  en su camino a la planta o en su regreso,  en la capilla del convento a rezar.  Entonces ya habían  empezado a aparecer las imágenes de Jesus Misericordioso en las iglesias de Polonia, pero el trabajo póstumo de la Hermana Faustina transitó por caminos insospechados pues el Papa Juan XXIII,  poco después de ser elegido,  firmó un decreto preparado por la Oficina de la Santa Sede que establecida que el diario de la monja polaca fallecida debía ser incluido en el Index de libros prohibidos.  Durante el Concilio Vaticano II el Arzobispo Karol Wojtyła se ocupo de la causa de Faustina con las autoridades romanas convencido que la devoción de la Divina Misericordia poseía importante merito pastoral y que la condenación del diario se había basado en una mala traducción al italiano del original polaco. Wojtyła le pidió a uno de sus tutores en la tesis, el sacerdote Ignacy Róźycki, que preparara una edición crítica del diario como primer paso hacia la rectificación del estado de Faustina con la Santa Sede.  

Años de arduos trabajos finalmente lograron que se levantaran las sanciones; mientras tanto la coronilla de la Divina Misericordia se había extendido por todo el mundo, pues los pastores de la iglesia habían encontrado  en ella una notable herramienta para reavivar la vida devocional católica, algo apagada en mucho países después del Vaticano II.   

 La hermana Faustina Kowalska, apostol de la Divina Misericordia, fue beatificada por Juan Pablo II el 18 de abril de 1993.  El Papa quiso dejar anclado el recuerdo de su predecesora con el tercer milenio canonizándola como la primera santa del Gran Jubileo del año 2000.
   
(George Weigel, The end and the beginning, Doubleday, 2010)


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