Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 21 de enero de 2020

Jan Beyzym Beato, servidor de los leprosos (2 de 7)


Este santo sacerdote jesuita fue beatificado por el Papa Juan Pablo II durante su última visita a Polonia en agosto de 2002, un día después de haber consagrado el Santuario de la Divina Misericordia. 

En su homilía de beatificación, que tuvo lugar en la Explanada de Blonia el 28 de agosto de 2002,  entrelazaba la vida de los nuevos beatos con la Misericordia Divina, citando a su vez otros santos predecesores polacos tan ligados a la historia y vida espiritual de su querida nación.  

"La invitación a testimoniar la misericordia resuena con singular elocuencia aquí, en la amada Cracovia, dominada por el santuario de la Misericordia Divina de Lagiewniki y por el nuevo templo, que ayer tuve la alegría de consagrar. Aquí, esta invitación resuena familiar, porque recuerda la tradición secular de la ciudad, cuya característica particular ha sido siempre la disponibilidad a ayudar a las personas necesitadas. No se puede olvidar que de esta tradición forman parte numerosos santos y beatos -sacerdotes, personas consagradas y laicos-, que dedicaron su vida a las obras de misericordia. Desde el obispo Estanislao, la reina Eduvigis, Juan de Kety y Piotr Skarga, hasta fray Alberto, Ángela Salawa y el cardenal Sapieha, las generaciones de los fieles de esta ciudad se han transmitido a lo largo de los siglos la herencia de la misericordia. Hoy esta herencia ha sido entregada en nuestras manos, y no debe caer en el olvido.
(…)
El deseo de llevar la misericordia a las personas más necesitadas impulsó al beato Juan Beyzym, jesuita, gran misionero, al lejano Madagascar, donde, por amor a Cristo, dedicó su vida a los leprosos. Sirvió día y noche a los que vivían marginados y excluidos de la vida de la sociedad. Con sus obras de misericordia en favor de personas abandonadas y despreciadas, dio un testimonio extraordinario. Testimonio que primero resonó en Cracovia, después en Polonia y, por último, entre los polacos en el extranjero. Se recogieron fondos para construir un hospital dedicado a la Virgen de Czestochowa, que existe todavía hoy. Uno de los promotores de esa ayuda fue el santo fray Alberto.

Me alegra que ese espíritu de solidaridad en la misericordia siga vivo en la Iglesia polaca; lo demuestran las numerosas obras de ayuda a las comunidades damnificadas por catástrofes naturales en diversas regiones del mundo, así como la reciente iniciativa de adquirir la sobreproducción de cereales para destinarla a los que sufren hambre en África. Espero que esta noble idea se realice.
La obra caritativa del beato Juan Beyzym estaba inscrita en su misión fundamental:  llevar el Evangelio a los que no lo conocen. He aquí el mayor don de misericordia:  llevar a los hombres hacia Cristo y permitirles conocerlo y gustar su amor. Por eso, os pido:  orad para que en la Iglesia en Polonia nazcan vocaciones misioneras. Sostened siempre a los misioneros con la ayuda y con la oración."

También en el Ángelus que tuvo lugar en la misma explanada de Blonia, donde se celebró la ceremonia de beatificación, recordó al beato Jan y a los otros nuevos beatos. 
Que su entrega a la causa de Dios y del hombre necesitado sea un ejemplo que os estimule a emprender siempre nuevas tareas, según las exigencias de los tiempos.”

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