Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 31 de enero de 2020

Jan Beyzym (5 de 7) – La llamada



El 10 de diciembre de 1872 Jan se presentó ante la puerta del monasterio jesuita de Stara Wies y entro al noviciado.  Finalizado dos años de noviciado estudio humanidades y filosofía allí mismo. Después se traslado a Cracovia para estudiar teología. Una vez terminados sus estudios el 26 de julio de 1881  fue ordenado por el Obispo Albin Dunajewski. 

 Ya ordenado fue destinado al Colegio jesuita Ternopil donde trabajo muchos años como educador de  jóvenes.   En 1884 completó la última etapa de formación espiritual, la tercera probación,  bajo la supervisión del padre Michal Mycielski SJ.

Una vez hechos los votos finales, el 2 de febrero de 1886 el padre Beyzym fue enviado a la nueva escuela jesuita en Chyriv donde permaneció diez años como educador de jóvenes.  Los Jesuitas construyeron el Instituto educativo Chyriv durante los años 1883 a 1886.  Janusz Warnecki, un famoso actor, director y pedagogo y un ex alumno de la institución escribió en sus memorias. “fue uno de los más modernos e innovativos de aquellos días (…) Los maestros eran graduados de diferentes departamentos de diversas universidades,  además de filosofía y teología, materias obligatorias para todo sacerdote jesuita.  Existía allí una enorme biblioteca institucional.   También había bibliotecas en las aulas, con manuales y todo lo necesario para las clases que consistían en física, salas de química, museo numismático, enormes estudios para dibujo con montones de modelos, estatuas y diseños. Había también salas de estudio de biología y zoología con abundantes especies de flora y fauna,  y también modelos vivos”.   En Chyriv el padre Byzym trabajo también como maestro dando clases de francés y ruso.  

Pero el ansiaba ir por más.  Considerando sus talentos pedagógicos sus superiores lo nombraron Prefecto de la institución de enfermería  y muy pronto fue nombrado Prefecto de la escuela. Se ocupo por entero a sus tareas. Sus estudiantes lo recuerdan como decidido, activo, lucido y espartano. Trabajador y enteramente dedicado a sus semejantes. Uno de los estudiantes expreso que lo admiraba porque “en su rostro “tartarico” se dejaba ver un corazón de oro”. Se dedico por completo a la enfermería. Cargaria el mismo a los enfermos sin esperar ayuda e iría solo a buscar la ropa de cama para que el paciente no sufra sino que pudiera acostarse lo mas pronto posible.  Nunca perdia su serenidad e inspiración, aun cuando se encontraba sobrecargado de trabajo.   Detrás de ese rostro adusto que inspiraba temor  los jóvenes veían su amistad, amabilidad y lealtad.   

Era amante de la jardinería y amaba plantar flores. Decoraba las habitaciones de los pacientes con flores de su propio jardín. Sin embargo, las mas bonitas siempre eran para el altar de la enfermería donde celebraba Misa para los estudiantes enfermos.  

Agradezco a  Fr. CzH. Tomaszewski, su autorización.

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