Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 28 de noviembre de 2023

Kazimierz Figlewicz - confesor y guía espiritual de Karol Wojtyla

 

Juan Pablo II recordaba muy a menudo a sus maestros, a aquellos quienes lo alentaron a dar sus primeros pasos espirituales en la familia, en su parroquia en la natal Wadowice y más tarde ya en Cracovia. Uno de aquellos fue sin duda el sacerdote Kazimierz Figlewicz quien desde Wadowice donde había sido destinado temporariamente, fue acompañándolo más tarde también en la catedral de Wawel.


Kazimierz Figlewiz, catequista y confesor de Karol Wojtyla,  nació el 6 de enero de 1903 en Krakow y murió el 23 de septiembre de 1983 y fue enterrado en el Cementerio Rakowicki de Cracovia.   Estudio teología en la Universidad Jaguellonica (1921-1926); y fue ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1925. Su primer destino fue la parroquia de  Ruszcza (1926-1930)  mas tarde Wadowice. (1930-1933). En el año 1933-1957 y desde 1957 fue vicario parroquial de la catedral de Wawel y desde 1957, párroco y custodio.  Como tal debió afrontar intensos cuestionamientos e interrogaciones en épocas difíciles. Fue conocido por salvar los tesoros de la catedral de Waweel durante la Segunda Guerra Mundial.    Ya en la catedaral de Wawel, en Cracovia se ocupo también de mantener al dia las actas de todas las reuniones realizadas y asi se mantuvieron valiosos testimonios y documentación,  también de la presencia de Karol Wojtyla en la catedral.

Juan Pablo II en su libro Don y Misterio describe asi su recuerdo del sacerdote.

  

“Durante aquellos años mi confesor y guía espiritual fue el P. Kazimierz Figlewicz. Me encontré con él la primera vez cuando cursaba el primer año de instituto en Wadowice. El P. Figlewicz, que era vicario de la parroquia de Wadowice, nos enseñaba religión. Gracias a él me acerqué a la parroquia, fui monaguillo y en cierto modo organicé el grupo de monaguillos. Cuando dejó Wadowice para ir a la catedral del Wawel, continué manteniendo contacto con él. Recuerdo que, durante el quinto curso del instituto, me invitó a Cracovia para participar en el Triduum Sacrum, que empezaba con el llamado "Oficio de Tinieblas" en la tarde del Miércoles Santo. Fue ésta una experiencia que dejó en mí una huella profunda.

Cuando, después del examen final, me trasladé con mi padre a Cracovia, intensifiqué la relación con el P. Figlewicz, que ejercía el cargo de vicecustodio de la catedral. Iba a confesarme con él y, durante la ocupación alemana, muchas veces lo visitaba.

Aquel 1 de septiembre de 1939 no se borrará nunca de mi recuerdo: era el primer viernes de mes. Había ido a Wawel para confesarme. La catedral estaba vacía. Fue, quizás, la última vez que pude entrar libremente en el templo. Después fue cerrado. El castillo real de Wawel se convirtió en la sede del Gobernador General Hans Frank. El P. Figlewicz era el único sacerdote que podía celebrar la Santa Misa, dos veces por semana, en la catedral cerrada y bajo la vigilancia de policías alemanes. En aquellos tiempos difíciles fue aún más claro lo que significaban para él la catedral, las tumbas reales, el altar de San Estanislao, obispo y mártir. El P. Figlewicz fue hasta la muerte fiel custodio de aquel particular santuario de la Iglesia y de la Nación, inculcándome un amor grande por el templo del Wawel, que un día llegaría a ser mi catedral episcopal.

El 1de noviembre de 1946 fui ordenado sacerdote. El día siguiente, en la "Primera Santa Misa" celebrada en la catedral, en la cripta de San Leonardo, el P. Figlewicz, estaba a mi lado y me hacía de asistente. El piadoso Prelado falleció hace algunos años (23 de septiembre de 1983). Sólo el Señor puede compensarlo por todo el bien que de él recibí.”

El padre Figlewicz, por su parte,  lo recuerda asi a Karol Wojtyla:

“Cuando yo era joven sacerdote cumplí tareas de pastor asistente temporario en Wadowice durante tres años. En 1930 fui también sido asignado para enseñar  religion en la escuela secundaria local porque el programa del maestro titular estaba sobrecargado y necesitaba ayuda. Fue asi como me encontré dando clases en el primer año de la educación secundaria y allí conoci a Karol Wojtyla,  inciando asi una larga relación. Cualquiera que se haya encontrado con él en sus años jóvenes recordara que era alto y delgado y sería difícil imaginarlo a la edad de 10 años. Entonces era más bien alto pero algo gordito. Un niño muy talentoso, alegre, rápido y bueno y optimista,si bien  conociéndolo luego más a fondo te dabas cuenta de los efectos de haber quedado huérfano my temprano. Yo lo encontré por primera vez al poco tiempo de haber muerto su madre. Recuerdo su firme lealtad para con sus amigos y la falta de conflictos con los maestros.  Tenía buenas notas. Mi contacto con él en la escuela duro tan solo un año, pero no terminó allí. El servicio al altar fue lo que nos acercó mas.  Karol Wojtyla cumplía su tarea de monaguillo con absoluto celo. Quizás lo que más nos unió fue  el confesionario, nuestras charlas personales y visitas comunes. Fue por su intermedio que también conoció al Teniente Wojtyla, que había ejercido en la administración del Regimiento 12 de Infanteria radicado en Wadowice.  Nunca lo vi en uniforme, lo conocí después de su retiro.  Ya era un hombre entrado en años. Se ocupaba de la casa como viudo y cuidaba celosamente de sus dos hijos.  Recuerdo que comían en lo de sus vecinos.  Apenas llegaban a fin de mes. Su estilo de vida era muy frugal. Después de una corta estadía en Wadowice fui transferido como pastor asistente a la Catedral de Wawel.” (Fr. Kazimierz Figlewicz, Tygodnik Powszechny, 44/1978)

De la ordenación sacerdotal y primer Misa de Karol Wojtyla,  Figlewicz lo recuerda en breves palabras:

“El Cardenal Sapieha lo ordenó en su capilla privada el 1 de noviembre de 1946, fiesta litúrgica de Todos los Santos.  La ordenación tuvo lugar separadamente y antes que el del resto de los seminaristas,  debido a la inminente partida de Wojtyla a Roma, donde proseguiría sus estudios.  Así su primer Misa la celebro el Día de los Difuntos. Wojtyla me pidió que fuese su manuductor (del latin manus y ductor líder)  convirtiéndome asi en  testigo. El joven celebrante celebro tres  “primeras” Misas,  la primera para las almas de sus padres y hermano, en un sitio inusual: en la cripta románica de San Leonardo en Wawel;  entre tumbas de reyes y héroes nacionales. La primer misa solemne fue celebrada unos días más tarde en Wadowice” (Boniecki, Adam : The Making of the Pope of the Millennum, Kalendarium of the Life of Karol Wojtyla, Marians of the Immaculate Conception, 2000)

 

lunes, 27 de noviembre de 2023

Beatificación Cardenal Eduardo Pironio - Ceremonia y detalles

 


Fijada la fecha para el 16 de diciembre de 2023 en la Basílica de Lujan, Buenos Aires, aun no se conocen detalles. Sin embargo en esta página oficial ya podemos encontrar valiosísima información acerca de su vida, su pensamiento, recursos y testimonios, además de un cronograma (aun incompleto) de los días precedentes a la fecha de la ceremonia. Invito visitar y agendar la pagina.

Invito también  visitar este blog con valiosa información sobre vida y obra del Cardenal Pironio.


viernes, 10 de noviembre de 2023

El Cardenal Pironio será beatificado

 


El cielo, los jóvenes, los no tan jóvenes que lo recuerdan con cariño, y la Argentina toda estamos de fiesta. Este fiel colaborador de Juan Pablo II,  desde el inicio mismo de las JMJ, “el amigo de Dios” como lo llamaba el entonces arzobispo de Buenos Aires, hoy Papa Francisco,   será declarado beato. Un sacerdote santo que debilitado y en medio de su sufrimiento dejo escrito: «Agradezco al Señor el privilegio de su cruz. Me siento felicísimo de haber sufrido mucho. Sólo me duele no haber sufrido bien y no haber saboreado siempre en silencio mi cruz. Deseo que, al menos ahora, mi cruz comience a ser luminosa y fecunda».  Falleció el 5 de febrero de 1998 en Roma. Su  cuerpo fue trasladado a la Argentina, al santuario mariano de Luján, en el mismo lugar donde recibió el Bautismo y la ordenación episcopal y donde se realizará la  ceremonia de beatificación hacia fines de este año, con la participación del cardenal  Fernando Vérgez Álzaga, quien fuera secretario del cardenal Pironio durante tantos años.

En la página oficial de laBasílica de Nuestra Señora de Lujan  asi nos informan :   “De acuerdo a lo informado por la Santa Sede, la ceremonia de beatificación se ofrecerá en esta Casa, Santuario y Basílica de Nuestra Señora de Luján, en el mes de diciembre del corriente año; presidiendo la Eucaristía el cardenal, de nacionalidad española, Fernando Vérgez Álzaga, titular de la Gobernación del Vaticano y secretario del cardenal Pironio durante 23 años. En días más comunicaremos el cronograma de actividades y festejos.” La celebración probablemente sea el sábado 16 de diciembre pero debemos esperar la confirmación de las autoridades de la Basílica, quienes según han comentado publicarán también el programa completo. 

En la homilía durante la Misa de funeral ensufragio del Cardenal Pironio celebrada el 7 de febrero de 1998  el Papa Juan Pablo II hablaba de su grandeza y  profunda fe:

Ya en el ocaso de su vida, supo encontrar en la fe el optimismo y la esperanza que caracterizaron toda su existencia. «Todas las cosas (...) son tuyas, Señor que amas la vida» (Sb 11, 26), solía repetir, y su lema cardenalicio constituía una especie de confirmación: «Cristo en vosotros, esperanza de la gloria».l cardenal Pironio tenía un vivo sentido de la fragilidad humana: en su Testamento espiritual, que nos ha servido de guía en estas reflexiones, varias veces pide perdón. Lo pide con humildad, con confianza. Ante la santidad de Dios, toda criatura humana no puede menos de darse golpes de pecho y confesar: «Te compadeces de todos, porque todo lo puedes» (Sb 11, 23).

En una entrevista decía de él el Papa Francisco: : Cuando hablabas con él siempre te daba la sensación de que se sentía el peor hombre del mundo, el peor pecador. Te abría un panorama de santidad desde su profunda humildad. Te abría horizontes, experimentabas que nunca cerraba las puertas a nadie, incluso a la gente que él sabía que no lo entendía.


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El proceso de beatificación del Cardenal Pironio fue impulsado en 2003, al cumplirse 5 años de su fallecimiento, por la Conferencia Episcopal Argentina durante su Asamblea Plenaria de noviembre donde,  además,  decidió constituirse como el actor principal de la misma. En el mes de abril de 2005 la causa fue introducida en el tribunal eclesiástico del Vicariato de Roma y se designó Postulador al Padre Giuseppe Tamburrino, monje benedictino y sacerdote de la Abadía de Praglia, Italia. (de acurdo a las normas establecidas, el tribunal competente para iniciar una causa de beatificación es el del lugar en que ha fallecido el fiel) y quien había sido amigo del cardenal Pironio. 

En 2006 el papa Benedicto XVI lo nombró “siervo de Dios” (es el primer paso de una serie de requisitos para una posible canonización) y el  23 de junio de 2006 en el Aula de la Conciliación del Palacio Apostólico del Laterano, sede del Vicariato de Roma y bajo la presidencia del Cardenal Camillo Ruini tuvo lugar la ceremonia de apertura de su proceso de beatificación. A comienzos  del 2016 finalizaba el proceso diocesano de la causa de beatificación y la Conferencia Episcopal Argentina  fue informada que el Tribunal del Vicariato de Roma había decidido la fecha para la conclusión de la etapa diocesana. La sesión de clausura se realizo el viernes 11 de marzo en la Sala de la Conciliación de la Sede del Vicariato romano presidida por el Cardenal Agostino Vallini.

El 18 de febrero de 2022 fue promulgado el decreto sobre la heroicidad de las virtudes del cardenal Pironio y el pasado 8 de noviembre de 2023 el Papa Francisco aprobó el decreto del Dicasterio para las Causas de los Santos que reconoce el milagro atribuido a la intercesión del Venerable Eduardo Francisco Pironio.

El decreto, publicado en Roma por el Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio, reconoce la intercesión de Pironio en la curación —sin explicación científica— de Juan Manuel Franco, un bebé que en 2006 tenía 15 meses cuando entró en coma profundo como consecuencia de inhalar purpurina por accidente. “Ustedes si saben rezar, recen”, les dijo el pediatra a los padres cuando ingresaron a la clínica. De la clínica lo derivaron al Hospital Materno Infantil, donde después de hacer todas las consultas a hospitales de toxicología le indicaron el tratamiento a seguir con la advertencia que el pronóstico era de muerte irreversible”,

Al cabo de 13 días rezando ante una estampita con la imagen del purpurado, que le había entregado el párroco Silvano de Sarro a la madre,  el niño despertó sin rastros de elementos tóxicos en la sangre. El milagro fue aprobado luego de que fuera evaluado por una junta de médicos del Vaticano, que constató que la curación del pequeño “supera la ciencia médica”, y de una Comisión de Teólogos que corroboró que la familia había pedido la intercesión del Cardenal Pironio.

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Eduardo Francisco Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 (el mismo año de Karol Wojtyla)  en Nueve de Julio, provincia de Buenos Aires; fue ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1943; elegido obispo titular de Ceciri y auxiliar de La Plata el 24 de marzo de 1964; recibió la ordenación episcopal el 31 de mayo de 1964; trasladado como obispo diocesano de Mar del Plata el 19 de abril de 1972; promovido a arzobispo titular de Tigre y Pro-prefecto de la Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares el 20 de diciembre de 1975; creado cardenal del título de los Santos Cosme y Damián por Pablo VI el 24 de mayo de 1976; declarado Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos el 8 de abril de 1984.Fue además, miembro del Consejo de la II Sección de la Secretaría de Estado; miembro de las Congregaciones: para la Causa de los Santos, para las Iglesias Orientales, para los Obispos, para la Educación Católica y para la Evangelización de los Pueblos; consejero de la Comisión Pontificia para la Interpretación de los Textos Legislativos.


 

 

martes, 7 de noviembre de 2023

Juan Pablo II : El juicio final

 


En su audiencia general del 26 de mayo de 1999  el Papa Juan Pablo, en preparación para el jubileo, sugería meditar  en la perspectiva escatológica - Escatología universal: la humanidad en camino hacia el Padre -  la meta final de la historia humana.

(…) El conocido texto sobre el juicio final, que se halla en el Evangelio de Mateo, comienza con las palabras: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con Él, se sentará sobre su trono de gloria, y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el Pastor separa a las ovejas de los cabritos” (Mt 25, 31-32). El texto habla luego del desarrollo del proceso y anuncia la sentencia, la de aprobación: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25, 34); y la de condena: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles” (Mt 25, 41).

Jesucristo, que es Hijo del hombre, es al mismo tiempo verdadero Dios porque tiene el poder divino de juzgar las obras y las conciencias humanas, y este poder es definitivo y universal. Él mismo explica por qué precisamente tiene este poder diciendo: “El Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al Hijo todo su poder de juzgar. Para que todos honren al Hijo como honran al Padre” (Jn 5, 22-23).

Jesús vincula este poder a la facultad de dar la Vida. “Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere les da la vida” (Jn 5, 21). “Así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al Hijo tener vida en sí mismo, y le dio poder de juzgar, por cuanto Él es el Hijo del hombre” (Jn 5, 26-27). Por tanto, según esta afirmación de Jesús, el poder divino de juzgar ha sido vinculado a la misión de Cristo como Salvador, como Redentor del mundo. Y el mismo juzgar pertenece a la obra de la salvación, al orden de la salvación: es un acto salvífico definitivo. En efecto, el fin del juicio es la participación plena en la Vida divina como último don hecho al hombre: el cumplimiento definitivo de su vocación eterna. Al mismo tiempo el poder de juzgar se vincula con la revelación exterior de la gloria del Padre en su Hijo como Redentor del hombre. “Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre... y entonces dará a cada uno según sus obras” (Mt 16, 27). El orden de la justicia ha sido inscrito, desde el principio, en el orden de la gracia. El juicio final debe ser la confirmación definitiva de esta vinculación: Jesús dice claramente que “los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre” (Mt 13, 43), pero anuncia también no menos claramente el rechazo de los que han obrado la iniquidad (cf. Mt 7, 23).

(…)

El poder divino de juzgar a todos y a cada uno pertenece al Hijo del hombre. El texto clásico en el Evangelio de Mateo (25, 31-46) pone de relieve en especial el hecho de que Cristo ejerce este poder no sólo como Dios-Hijo, sino también como Hombre. Lo ejerce —y pronuncia las sentencias— en nombre de la solidaridad con todo hombre, que recibe de los otros el bien o el mal: “Tuve hambre y me disteis de comer” (Mt 25, 35), o bien: “Tuve hambre y no me disteis de comer” (Mt 25, 42). Una “materia” fundamental del juicio son las obras de caridad con relación al hombre-prójimo. Cristo se identifica precisamente con este prójimo: “Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40); “Cuando dejasteis de hacer eso..., conmigo dejasteis de hacerlo” (Mt 25, 45).

(…)

Si es verdad que Cristo, como nos resulta especialmente de los Sinópticos, es juez en el sentido escatológico, es igualmente verdad que el poder divino de juzgar está conectado con la voluntad salvífica de Dios que se manifiesta en la entera misión mesiánica de Cristo, como lo subraya especialmente Juan: “Yo he venido al mundo para un juicio, para que los que no ven vean y los que ven se vuelvan ciegos” (Jn 9, 39). “Si alguno escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo” (Jn 12, 47).

(…)

Por desgracia, en este mismo sentido el hombre ha sido ya condenado, cuando rechaza la posibilidad que se le ofrece: “el que cree en Él no es juzgado; el que no cree, ya está juzgado” (Jn 3, 18). No creer quiere decir precisamente: rechazar la salvación ofrecida al hombre en Cristo (“no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios”: ib.). Es la misma verdad a la que se alude en la profecía del anciano Simeón, que aparece en el Evangelio de Lucas cuando anunciaba que Cristo “está para caída y levantamiento de muchos en Israel” (Lc 2, 34). Lo mismo se puede decir de la alusión a la “piedra que reprobaron los edificadores” (cf. Lc 20, 17-18).

Pero es verdad de fe que “el Padre... ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar” (Jn 5, 22). Ahora bien, si el poder divino de juzgar pertenece a Cristo, es signo de que Él —el Hijo del hombre— es verdadero Dios, porque sólo a Dios pertenece el juicio y puesto que este poder de juicio está profundamente unido a la voluntad de salvación, como nos resulta del Evangelio, este poder es una nueva revelación del Dios de la Alianza, que viene a los hombres como Emmanuel, para librarlos de la esclavitud del mal. Es la revelación cristiana del Dios que es Amor.

Queda así corregido ese modo demasiado humano de concebir el juicio de Dios, visto sólo como fría justicia, o incluso como venganza. En realidad, dicha expresión, que tiene una clara derivación bíblica, aparece como el último anillo del amor de Dios. Dios juzga porque ama y en vistas al amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del amor del Padre y de nuestra libertad.

Invito visitar posts anteriores: 

El «cielo» – como plenitud de intimidad con Dios

El purgatorio:purificación necesaria para el encuentro con Dios

El infierno como rechazo definitivo de Dios

Juicio, arrepentimiento y misericordia


viernes, 3 de noviembre de 2023

San Carlos Borromeo y Juan Pablo II “Jesucristo es mi vida”


 (Imagen de Wikimedia)

El 4 de noviembre de 1972, fiesta de San Carlos Borromeo  en su homilía en la Iglesia de Santa Catalina en Cracovia el Cardenal Wojtyla se planteaba la pregunta: Quien es este San Carlos para mí? Quien es mi patrono para mí? ……Es un constante recordatorio de mi unión particular con Jesucristo, de mi pertenencia a El…. Y a partir del momento que su nombre fue mi nombre, Yo también asumí  el significado pleno de estas palabras: “Jesucristo es mi vida.” (Boniecki: Kalendarium) 

El 4 de noviembre de 1978, en su primer discurso como Pontífice,  el día de su onomástico así les hablaba de su vida y de su santo Patrono al Sagrado Colegio, siempre consciente de la rica herencia recibida de sus padres,  del inmenso don recibido y su identificación con su santo patrono: 

“Deseo agradecer de todo corazón las expresiones de benevolencia hacia mi persona. El día del santo siempre hace converger la atención y cariño de los más cercanos, de la familia, hacia la persona que lleva un nombre determinado. Este nombre nos recuerda el amor de nuestros padres que al imponerlo querían en cierto modo precisar el puesto de su hijo en la comunidad de amor que es la familia. Ellos han sido los primeros que le han llamado con ese nombre y con ellos, los hermanos y hermanas, los parientes, los amigos y los compañeros. Y así el nombre ha trazado el camino del hombre entre los hombres; entre los hombres más cercanos y más queridos.

Pero el misterio del nombre va más lejos. Los padres, que impusieron el nombre al niño en el bautismo, querían indicar su puesto en la gran asamblea de amor que es la Familia de Dios. La Iglesia sobre la tierra propende incesantemente hacia las dimensiones de esta familia en el misterio de la Comunión de los Santos. Al imponer el nombre al propio hijo, los padres quieren introducirlo en la continuidad de este misterio.

Mis padres queridísimos me dieron el nombre de Karol (Carlos), que era también el nombre de mi padre. Ciertamente, jamás pudieron prever ellos (los dos murieron jóvenes) que este nombre iba a abrir a su niño el camino entre los grandes acontecimientos de la Iglesia de hoy.

¡San Carlos! Cuántas veces me he arrodillado ante sus reliquias en la catedral de Milán. Cuántas veces he meditado en su vida, contemplando en mi mente la figura gigantesca de este hombre de Dios y siervo de la Iglesia, Carlos Borromeo, cardenal, obispo de Milán y hombre del Concilio. Es él uno de los grandes protagonistas de la reforma profunda de la Iglesia del siglo XVI, realizada por el Concilio de Trento, que quedará siempre vinculada a su nombre; también es él uno de los artífices de la institución de los seminarios eclesiásticos, confirmada en toda su esencia por el Concilio Vaticano II. El fue asimismo siervo de las almas, que no se dejaba nunca amedrentar; siervo de los que sufrían, de los enfermos, de los condenados a muerte.

¡Mi Patrono! En su nombre mis padres, mi parroquia y mi patria se proponían prepararme desde el principio a un singular servicio a la Iglesia, en el contexto del actual Concilio, con tantas tareas inherentes a su puesta en práctica, y también en el conjunto de las experiencias y sufrimientos del hombre de hoy.”

La Opera Omnia (Obras completas) de Joseph Ratzinger Benedicto XVI |

 


Lo que deberíamos recordar de  Benedicto XVI es,  sobre todo,  la valentía de anunciar la verdad, nos dice  el p. prof. Krzysztof Góźdź  (entrevistado por Krzysztof Bronk), editor de la edición polaca de Opera Omnia de Joseph Ratiznger. Lamentablemente el Papa Ratzinger, poco a poco, se está convirtiendo en una cosa del pasado. Sin embargo, su principal mensaje y petición no debe desvanecerse en nosotros: aferrémonos a Dios, dice a Radio Vaticano un teólogo polaco de la Universidad Católica de Lublin.

Como nos recuerda, Benedicto XVI defendió incansablemente la verdad y al mismo tiempo quiso convencer a la gente de que Dios es amor. Quería que todos recibieran el mensaje de que el hombre no es el resultado de algún accidente ciego de la evolución, sino que proviene de Dios, y que la vida eterna con Dios es su destino.

Como profesor, colaborador de Juan Pablo II y luego Papa, estaba firmemente arraigado en el "nosotros" de la Iglesia, en su Tradición. Para él no había frases vacías. Cada frase tenía sentido, subraya el p. profe. Goźdź.  Según él, Benedicto XVI nos sigue llamando hoy a  apoyar firmemente a la Iglesia, que fue fundada por Jesucristo y no es producto de la imaginación humana. Por eso es tan importante para Joseph Ratzinger mantenerse fuerte en la Tradición, en la Iglesia, en la fe. Esta es la continuidad de la fe basada en Cristo. Ésta es la prioridad absoluta de Benedicto XVI - añade el p. profe. Goźdź.

Destaca que su testamento espiritual y teológico es la Opera Omnia de Joseph Ratzinger. “En este testamento nos aconseja buscar primero el rostro del Señor y luego tratar de comprender qué es Su Iglesia, Su sacerdocio de Cristo. Para entonces experimentar que Dios no está en algún lugar entre las nubes, sino que está aquí con nosotros en la tierra,  en la Eucaristía. Éste es un fuerte mensaje de Benedicto", afirma el teólogo polaco.

 

Transcripción completa de la entrevista con el P. Prof. Krzysztof Góździem:

 

Hoy, por primera vez en la octava de Todos los Santos, recordamos a Benedicto XVI entre los obispos fallecidos de Roma. El Papa Ratzinger se está convirtiendo en una cosa del pasado. ¿Qué debería permanecer en nuestros corazones y mentes después de él? 

Deberian quedar  muchas cosas y acontecimientos, pero mencionaré los tres temas más importantes,  en mi opinión. 

En primer lugar, debemos seguir siendo valientes al proclamar la verdad. Benedicto XVI, como Papa, defendió la Divinidad de Cristo, y Occidente, Europa, principalmente Europa Occidental, pareció negar esta Divinidad y alejarse de ella. Pero él, como Papa, defendió incansablemente esta verdad. Eso es lo primero. 

En segundo lugar, me parece que nos dejó una fuerte convicción de que Dios es amor. Por amor, Dios creó al hombre, como ha dicho muchas veces. Pero al mismo tiempo, Benedicto creía que el hombre tiene su propio destino y que es la vida eterna con Dios. Aún más se puede decir que en sus encíclicas, las tres maravillosas encíclicas, Benedicto XVI invirtió el orden de las virtudes teologales. Normalmente decimos: fe, esperanza y amor. Y según él, el amor es lo primero y lo más importante. Sólo entonces se podrá construir sobre ella la fe y la esperanza. Este cambio nos da una mayor certeza al ver estas realidades. 

Y en tercer lugar, me parece que deberíamos tener un mensaje para cada ser humano de que proviene de Dios y no es el resultado de algún accidente ciego de la evolución. Esta es una fuerte declaración de Benedicto. Dios no sólo quería un compañero a nivel personal, es decir, un ser humano, sino que recordarmos que su Hijo, el Logos eterno, se hizo un ser humano, uno de nosotros. De ahí que el mensaje más importante de Benedicto XVI sea la petición: aferrémonos a Dios.

Durante sus largos años de servicio en el Vaticano como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y luego como Papa, Joseph Ratzinger fue garante de un fuerte arraigo de la Iglesia en la verdad de la Revelación y la Tradición de la Iglesia. Hoy, cuando él ya no está, ¿a qué debemos prestar atención? ¿Cómo podemos arreglárnoslas sin él?

Benedicto XVI, tanto como profesor, y más aún como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y más tarde como Papa, estuvo profundamente arraigado en el nosotros de la Iglesia, el nosotros de la Tradición, el "Nosotros" escrito con una letra mayúscula. Fue un gran sistemático, un gran dogmático. Para él no había frases vacías. Cada frase tenía significado en la que habló, en la que escribió y en la que nos dirigió. Y sobre todo, confesó que debemos apoyar firmemente a la Iglesia fundada por Jesucristo. Es la única Iglesia verdadera como creación divina, no como imaginación humana. Por eso es tan importante para Benedicto XVI permanecer fuertes en la tradición, en esta Iglesia, en esta fe. Esta es la continuidad de la fe basada en Cristo. Ésta es la prioridad absoluta de Benedicto XVI.

Usted es el editor de la Ópera Omnia de Joseph Ratzinger, ¿qué recomendaría a quienes quisieran descubrir hoy esta obra? ¿Por dónde empezar?

Bueno, es Opera omnia. Y esto me hace muy feliz de que durante la vida de Benedicto se hayan publicado todas las obras sustanciales de Joseph Ratzinger - Benedicto XVI, es decir, 14 volúmenes en un total de 23 volúmenes. Creo que esto es una especie de testamento teológico y espiritual del difunto Papa para nosotros. Por tanto, podemos utilizarlo en lo que Benedicto nos dejó en su pensamiento, en su corazón y al mismo tiempo en su espíritu. En este testamento aconseja, creo, buscar primero el rostro del Señor y luego tratar de comprender qué es su Iglesia, su sacerdocio de Cristo. Para entonces experimentar que Dios no está en algún lugar entre las nubes, sino que está aquí con nosotros en la tierra, en la Eucaristía. Este es un poderoso mensaje de Benedicto.  Bueno, el Hijo de Dios se hizo hombre y siguió siendo hombre cuando resucitó. Y lo mismo ocurre con nosotros. En Opera Omnia encontraremos todo el contenido que mencioné, contenido que la gente busca todos los días. Y al mismo tiempo se puede decir que estos contenidos también buscan a un ser humano. Tarde o temprano, cada uno de nosotros nos enfrentaremos al Señor de la historia y por eso este contenido es tan importante. No se puede leer Opera Omnia desde la primera página hasta la última, sino que hay que elegir las realidades más importantes que nos interesan, los fenómenos que nos pone ante nosotros, como la vida eterna, la Iglesia, Dios. Todas las respuestas se pueden encontrar en la Ópera Omnia de Ratzinger.

Fuente: EKAI 

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El 3 de diciembre de 2012 la editorial BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) anunciaba y presentaba en La Biblioteca Nacional de España el comienzo de la publicación de las  Obras Completas de Joseph Ratzinger en español. Entonces se informaba que el Instituto Papa Benedicto XVI, fundado en Ratisbona por el cardenal Müller, había planeado la obra magna en dieciséis volúmenes (algunos de ellos doble). La BAC  emprendía la tarea de su publicación  siguiendo fielmente la mencionada edición alemana y comentaba que “algunas de estas obras habían sido traducidas al español con mejor o peor fortuna. Quedaban con todo todavía por traducir multitud de escritos. La obra del papa teólogo se hace así accesible en su integridad. Además, se ofrece la posibilidad de revisar las traducciones que ya circulaban y que, en algunos casos, eran mejorables. Y sobre todo se permite a los lectores españoles gozar de la concepción orgánica de la edición de todos sus escritos que el mismo papa Benedicto XVI ha diseñado y autorizado.”

El lunes 24 de noviembre de 2014, se realizó en la Casa Central de la Pontifica Universidad Católica de Chile, en conjunto con la Facultad de Teología UC y la editorial española Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), el lanzamiento inaugural en latinoamérica de las obras completas de Josepth Ratzinger, cuyos textos fueron sistematizados por el mismo autor para comprender mejor su teología. 

En la Fundacion Vaticana Jopseph Ratzinger/Benedicto XVI  se encuentra el plan de todos los escritos..

VaticanNews un breve comentario  

 



EL 3 de diciembre de 2012 la editorial BAC (BIblioteca de Autores Cristianos) anunciaba y presentaba en La Biblioteca Nacional de España el comienzo de la publicación de las  Obras Completas de Joseph Ratzinger en español. Entonces se informaba que el Instituto Papa Benedicto XVI, fundado en Ratisbona por el cardenal Müller, había planeado la obra magna en dieciséis volúmenes (algunos de ellos doble). La BAC  emprendía la tarea de su publicación  siguiendo fielmente la mencionada edición alemana y comentaba que “algunas de estas obras habían sido traducidas al español con mejor o peor fortuna. Quedaban con todo todavía por traducir multitud de escritos. La obra del papa teólogo se hace así accesible en su integridad. Además, se ofrece la posibilidad de revisar las traducciones que ya circulaban y que, en algunos casos, eran mejorables. Y sobre todo se permite a los lectores españoles gozar de la concepción orgánica de la edición de todos sus escritos que el mismo papa Benedicto XVI ha diseñado y autorizado.”

El lunes 24 de noviembre de 2014, se realizó en la Casa Central de la Pontifica Universidad Católica de Chile, en conjunto con la Facultad de Teología UC y la editorial española Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), el lanzamiento inaugural en latinoamérica de las obras completas de Josepth Ratzinger, cuyos textos fueron sistematizados por el mismo autor para comprender mejor su teología. 

En la Fundacion Vaticana JopsephRatzinger/Benedicto XVI  se encuentra el plan de todos los escritos..

y en Vatican News un breve comentario 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Papa Francisco: La santidad es un don y un camino

 


Hoy celebramos la solemnidad de Todos los Santos. A la luz de esta fiesta, detengámonos un poco a pensar acerca de la santidad, en particular en dos características de la verdadera santidad: es un don -es un regalo, no se puede comprar- y, al mismo tiempo, es un camino. Un don y un camino.

En primer lugar, es un don. La santidad es un don de Dios que hemos recibido en el Bautismo: si lo dejamos crecer, puede cambiar completamente nuestra vida (cf. Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, 15). Los santos no son héroes inalcanzables o lejanos, sino que son personas como nosotros, nuestros amigos, cuyo punto de partida es el mismo don que nosotros hemos recibido: el Bautismo. De hecho, si lo pensamos bien, seguro que hemos conocido a algunos de ellos, algún santo cotidiano, alguna persona justa, alguna persona que vive la vida cristiana en serio, con simplicidad… aquellos que a mí me gusta llamar “los santos de la puerta de al lado”, que viven con normalidad entre nosotros. La santidad es un don que se ofrece a todos para tener una vida feliz. Y, al fin y al cabo, cuando recibimos un don, ¿cuál es nuestra primera reacción? Precisamente que nos ponemos felices, porque significa que alguien nos ama; y el don de la santidad nos hace felices porque Dios nos ama.

Todo don, sin embargo, debe ser acogido, y conlleva la responsabilidad de dar una respuesta, un “gracias”. Pero ¿cómo se dice este “gracias”? Es una invitación a esforzarse para que no sea desperdiciado. Todos los bautizados hemos recibido la misma llamada a "mantener y perfeccionar con su vida la santidad que hemos recibido" (Lumen gentium, 40). Y por eso llegamos al segundo punto: la santidad es un camino, un camino que hay que recorrer juntos, ayudándonos unos a otros, unidos a esos excelentes compañeros de ruta que son los Santos.

Ellos son nuestros hermanos y nuestras hermanas mayores, con los que siempre podemos contar: los santos nos sostienen y, cuando en la ruta erramos el camino, con su presencia silenciosa nunca dejan de corregirnos; son amigos sinceros, en los que podemos confiar, porque ellos desean nuestro bien. En sus vidas encontramos un ejemplo, de sus oraciones recibimos ayuda y amistad, y

La santidad es un camino, es un don. Entonces, podemos preguntarnos: ¿recuerdo que he recibido el don del Espíritu Santo, que me llama a la santidad y me ayuda a llegar a ella? ¿Le doy las gracias al Espíritu Santo por esto, por el don de la santidad? ¿Siento a los santos cerca de mí, hablo con ellos, me dirijo a ellos? ¿Conozco la historia de algunos de ellos? Nos hace bien conocer la vida de los santos y motivarnos con sus ejemplos. Y nos hace muy bien dirigirnos a ellos en la oración.

Que María, Reina de todos los Santos, nos haga sentir la alegría del don recibido y aumente en nosotros el deseo de la meta eterna.

(Papa Francisco: Ángelus Solemnidad de todos los santos – 1 de noviembre 2023)

 

Despues del Ángelus el Papa Francisco anuncio  :

Mañana por la mañana celebraré la Misa en el Cementerio por los caídos en la Commonwealth durante la Segunda Guerra Mundial.

Y sigamos rezando por los pueblos que sufren las guerras de hoy. No olvidemos a la atormentada Ucrania, no olvidemos a Palestina, no olvidemos a Israel, y no olvidemos a tantas otras regiones donde la guerra es todavía demasiado fuerte.

Y les deseo a todos ustedes una buena fiesta en la compañía espiritual de los Santos. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Que tengan un buen almuerzo y hasta pronto!