“El miércoles pasado, con el significativo rito de la
ceniza, hemos entrado en el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Hoy, el evangelio
vuelve a proponer el pasaje en que Cristo, en el desierto, afronta al tentador
y, al término de cuarenta días de ayuno y oración, lo vence con su firme
obediencia a la voluntad de Dios Padre. De este modo, Jesús muestra el camino
para derrotar el pecado: el camino de la penitencia. No sólo; él mismo, que es
«el Justo», camina delante de nosotros, pecadores, como Cordero que carga sobre
sí el pecado del mundo.
Jesucristo nos precede, pero también nos llama a
seguirlo. «Convertíos» es la primera palabra de su predicación (cf. Mc 1, 15)
[… ]
Por tanto, en este primer domingo de Cuaresma,
hago mía la exhortación del apóstol Pablo: «En nombre de Cristo os suplicamos:
reconciliaos con Dios» (2 Co 5, 20), no dejéis pasar en vano este tiempo
favorable. Es necesario reaccionar frente a la indiferencia y las distracciones
del mundo, y escuchar la voz de Dios, que resuena en la Iglesia e, incluso
antes, en la conciencia de cada uno.
«El examen
de conciencia es uno de los momentos más determinantes de la existencia
personal. En efecto, en él todo hombre se pone ante la verdad de su propia
vida, descubriendo así la distancia que separa sus acciones del ideal que se ha
propuesto» (Incarnationis
mysterium, 11).
La
Cuaresma, por su naturaleza…ayuda al hombre a «recuperar lo que no podría
alcanzar sólo con sus fuerzas: la amistad de Dios, su gracia y la vida
sobrenatural, la única en la que pueden resolverse las aspiraciones más
profundas del corazón humano» (ib., 2)”.
Del Angelus del domingo 21 de febrero 1999 – Santo Padre Juan
Pablo II
No hay comentarios:
Publicar un comentario