Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 2 de mayo de 2025

El horror, el santo y nuestros días (4 de 4)




Auschwitz/Oswiecim – Maximiano Kolbe

“Sería erróneo convertir la figura de Kolbe en un símbolo de rendimiento ante el opresor, o de rehusar enfrentarse al mal por medios de este mundo. Esta posición seria más propia del ethos protestante (refiriéndose a las enseñanzas de Dietrich Bonhoeffer)  pero contrario al espíritu de un pueblo que recuerda con veneración las victimas de tantas luchas sangrientas por la independencia de su patria, bajo la guía espiritual del Cardenal Stefan Wyszynski, el capellán de los insurgentes de Varsovia.  En sus actividades dentro de la iglesia y la sociedad la espiritualidad del padre Kolbe siempre estuvo marcada por  virilidad y  espíritu cortés.   Sería suficiente recordar el titulo de su diario, Rycerz Niepokalanej, El Caballero de la Inmaculada, cuya tirada superaba los 800.000  ejemplares en Polonia antes de la guerra.                                                                                                                                                                                                                                            

El mensaje de Kolbe es de un equilibrio católico integral: el oprimido puede y debe luchar por la justicia con armas de este mundo pero la verdadera victoria es la victoria espiritual, y es la que recupera y reconstruye la verdad en uno mismo y en los demás.  Es solamente con la mirada fija puesta en esta victoria que es posible evitar cruzar inadvertidamente el límite hacia la injusticia y perder de vista las razones humanas que convierten la lucha en digna y noble. Kolbe no tiene nada que ver en las consecuencias de secularización (que algunos suponen pueden surgir del pensamiento de Bonhoeffer.) Su vida demuestra que en esta tormentosa era de la historia del hombre, es cada vez mas imperiosa la capacidad del hombre por la humanización a fin de que el corazón humano no se rinda ante la barbarie.

 

Si tratamos de abreviar en pocas palabras el dictamen sobre la historia contemporánea que surge de lo que hemos tratado de exponer podemos decir que el conflicto que marca la historia contemporánea es un conflicto por o contra la imagen cristiana de lo humano.   Existieron varias formas de totalitarismos que intentaron construir una ciudad sin Dios en la cual (no obstante sus ocasionales reclamos humanísticos) el hombre se halla inexorablemente reducido a ser  un mero instrumento del poder. En vista de este conflicto fundamental,  en cierto sentido,  todos los demás esfuerzos son secundarios. Nuestra intención no es minimizar la lucha  que divide clases y naciones sino argumentar que estos conflictos pueden resolverse de manera equitativa, justa y humana solamente si están orientados por una visión cristiana del hombre: de otra manera terminan por provocar un aumento de injusticia y finalmente la  auto destrucción de la humanidad.

 

Es bien fácil establecer como esta visión de historia contemporánea difiere de aquella que se halla mas divulgada entre nosotros – la idea que las raíces de la crisis de la civilización europea, que nos ha cargado con terribles y continuos ciclos de guerras mundiales, debe buscarse en la esfera de la economía, en la lucha entre clases y entre naciones. Lo que se vislumbra en primer plano y ocupa mayormente nuestra atención es la lucha entre las diferentes formas de totalitarismo moderno. Sin dudas, el caos de intereses conflictivos nos vuelve sordos a la pacifica resistencia de todos aquellos que rechazan renunciar a su dignidad humana y, en lugar de ponerse de un lado u otro de estas formas de totalitarismos que compiten entre si por la dominación mundial, buscan construir una alternativa.

 

Polonia se ha visto envuelta en dos de las formas más violentas de totalitarismos modernos, y frente a estas adversidades reafirmó otra visión del hombre creando una oposición esencialmente moral.  En septiembre de 1939 las estructuras físicas del estado polaco se rindieron inmediatamente ante la superioridad alemana. Sin embargo, los nazis no lograron destruir la resistencia moral del pueblo.  Exterminaron a los intelectuales  y mataron una sexta parte   de los sacerdotes con la intención de destruir la conciencia espiritual de la nación. La resistencia moral se reconstruyo a si misma alrededor de la presencia de testigos de la iglesia católica y, por medio de ella, por algunos grandes hombres de fe. Ya hemos hablado del padre Maximiliano Kolbe. En este contexto, debemos mencionar también al cardenal Sapieha, arzobispo metropolitano de Cracovia, figura gigante de obispo y sacerdote y símbolo de la resistencia espiritual, en cuya esfera de influencia maduró la vocación sacerdotal del joven Karol Wojtyla.

 

Guiada por otra gran figura de sacerdote y obispo, el Cardenal Stefan Wyszyński, la iglesia también se opuso al totalitarismo comunista a través de su propia resistencia moral anclada en la visión del hombre como “imagen visible del Dios invisible”.  Este testigo estimuló la conciencia de la gente. Englobaba la voluntad de continuar la lucha por la verdad y la libertad, y al mismo tiempo mantenía viva la conciencia que más importante que la reforma política del régimen dominante es la reforma de la conciencia – el redescubrimiento,  individual y comunitario, de una perseverancia esencial y una constante humanidad frente a los reclamos del poder. Los hechos de Danzig en 1979, la protesta pacífica y firme de todo un pueblo en defensa de la verdad y el derecho, habla de una manifestación practica de una inclinación espiritual nueva, de la cual habla,  quizás en el testimonio más lúcido que se haya escrito,  Józef Stanisław Tischner en su The Ethics of Solidarity.”

 

Traducido de Rocco Buttiglione:  KAROL WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William B. Erdman Publishing Co. 1997

 

El horror, el santo y nuestros días (3 de 4)

 



(peregrinaciòn  a Auschwitz durante el Congreso de la Misericordia en Cracovia, 2011)

 

Auschwitz/Oswiecim – Maximiliano Kolbe

 

“Reflexionemos por un momento sobre estas palabras. Auschwitz es un lugar construido para la destrucción del hombre, para el aniquilamiento de su dignidad. El poder, por cierto,  no puede matar a todos los hombres porque los necesita como sirvientes e instrumentos.  Pero para garantizarse estos instrumentos primero debe aniquilar su dignidad, su auto estima. En el campo de exterminio, el hombre es reducido a pura animalidad, y de acuerdo a la destrucción programada de su personalidad espiritual se demuestra científicamente que no conlleva valores superiores sino que es tan solo un animal levemente mas evolucionado que los demás.  Es como un mono entrenado que puede ser domesticado, pero que está siempre dispuesto a regresar a la ley de la jungla. Desde ese punto de vista  la humanidad no consiste en lo que es mas profundo en el hombre sino en lo que es más superficial. Observando la brutalidad de las victimas  (y la de sus asesinos) cada uno de ellos se ve forzado a pensar en su dimensión más profunda y en que podría convertirse en cualquier momento en caso que ofendiera a los poderes existentes o si no se mostrase totalmente obediente a sus órdenes.   El fin último del campo de extermino es, en cierta manera, metafísico: muestra que los valores humanos en cuyo nombre sería posible desafiar al poder no existen, porque el hombre solo es materia sujeta a coerción por medios materiales cualquiera fuese su fin. Por lo tanto, si en el hombre no hay verdad ni justicia, si solo se trata de palabras huecas, entonces,  en principio,  la razón de toda oposición al poder totalitario desaparece. Entonces cualquier posible oposición debiera radicar – si así pudiera – tan solo en el plano de la fuerza.  Precisamente por esta razón y en virtud de la profundidad metafísica que responde al horror de Auschwitz, el testimonio del padre Kolbe no es mero testimonio sino una victoria.  Porque al sacrificar su vida convierte en inútil el campo de exterminio: lo anula espiritualmente mostrando al mismo tiempo que la humanidad es lo más profundo que existe en el hombre. Es más fundamental para él y le pertenece más íntimamente que el instinto de supervivencia y cualquier otra tendencia que el hombre tiene en común con otros animales. En el lugar construido para el aniquilamiento del hombre, para la negación de su naturaleza espiritual, Kolbe muestra la esencia de la grandeza humana.

 

Ningún éxito de la alianza anti nazi puede anular lo que ocurrió  en Auschwitz,  ningún castigo para con los asesinos puede equipararse con el sufrimiento de víctimas inocentes. No es posible borrar Auschwitz o lugares de muerte similares de la historia humana. Pero el padre Kolbe impregnó de una profundidad inesperada la lectura de su significado.  Porque esos lugares son los la cruz de Cristo sobre la cual gime el hombre contemporáneo.  El cristiano sabe que, vivido en el espíritu de Cristo, como participación de su sufrimiento y su testimonio para el hombre, son lugares de victoria fundamental del hombre y para el hombre.

 

Para comprender mejor el pensamiento de Juan Pablo II, debemos prestar atención al texto polaco de su discurso porque en un punto la traducción (al ingles) no es enteramente fiel. Cuando nuestra traducción dice “se lleva a cabo una victoria particular para la fe” las palabras exactas que el Santo Padre pronunciara son: “dokonalo sie szczegolne zwycietwo czlowieka przez wiare” – literalmente, “se lleva a cabo una victoria particular del hombre por medio de la fe”.  Lo que se conquista, por medio de Kolbe, no es la fe cristiana sino el hombre, el hombre que por medio de la fe llega a la total posesión de su propia humanidad.  Esta posesión coincide con el reconocimiento que su propia verdad humana es un don que brota continuamente de la misericordia de Dios.  En el campo, el hombre como tal experimenta la prueba de la cruz, pero es la fe la que le permite superar la prueba, para recuperar completa y definitivamente, por medio de la prueba, su propia verdad y su dignidad humana.”

 

Traducido de Rocco Buttiglione:  KAROL WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William B. Erdman Publishing Co. 1997) 

 

  

 


El horror, el santo y nuestros días (2 de 4)

 


Auschwitz/Oswiecim -  Maximiliano Kolbe  

 

Traducido de Rocco Buttiglione:  KAROL WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William B. Erdman Publishing Co. 1997)

 

“Adorno le adjudica esta imagen al sobreviviente judío, que fácilmente podría aplicarse a la raza aria y relacionar el destino de las victimas con el de los asesinos. (13) Cuando la fuerza es enteramente disociada de la justicia, el homo sapiens no logra reivindicar elevarse más allá de la mera animalidad alegando su capacidad de acceder a un orden superior de valores.  

La pregunta de Adorno – si aun es posible hacer filosofía después de Auschwitz, básicamente si aun es posible ser humano – no ha encontrado respuesta en la cultura contemporánea.  Sin embargo ha sido encarada por Juan Pablo II, primero implícitamente en su encíclica  RedemptorHominis,  y  explícitamente en su homilía en la Misa celebrada en la explanada de Brzezinska el 7 de junio de 1979. Esta homilía esta centrada en una figura fascinante que gozara de gran prestigio en la vida eclesiástica y cultural polaca antes de la guerra. El padre Kolbe, encarcelado en el campo de exterminio fue consuelo y ayuda constante para sus compañeros, un recordatorio viviente de su dignidad humana, violada en ese lugar.  Durante una represalia Kolbe se ofreció a ir a la cámara de gas en reemplazo de un compañero, padre de familia númerosa, aceptando el desafío de ser condenado a morir de hambre.  Karol Wojtyla siempre practico  gran devoción por   San Maximiliano M. Kolbe.  Para Juan Pablo II fue el modelo de estos tiempos difíciles, no solamente por su propia estatura espiritual, sino también por el significado particular que, en la Providencia de Dios, asume su sacrificio.  Porque es en ello que radica la respuesta a la fundamental pregunta filosófica: Si es posible y cómo ser humano después del horror de la guerra.  Esta respuesta no es fruto de una reflexión abstracta,  sucede a un hecho y busca neutralizar la memoria del sufrimiento, sino que es una respuesta cuyo testigo ha sido sellado con sangre.

Desde el comienzo, en su homilía dedicada la figura del padre Kolbe, Juan Pablo II acoge la opinión de Adorno en el significado de Auschwitz de nuestra época, pero lo revierte. El comienza así:

"...Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn 5, 4)

Estas palabras de la Carta de San Juan me vienen a la mente y me llegan al corazón, cuando me encuentro, junto con vosotros, en este lugar donde se ha llevado a cabo una particular victoria del ser humano mediante la fe. Por la fe que hace nacer el amor de Dios y del prójimo, el único amor, el amor supremo que está dispuesto a “dar la vida por sus amigos” (Jn 15, 13; cf. 10, 11). Una victoria pues por el amor que hace viva la fe hasta el extremo del último y definitivo testimonio…..La victoria mediante la fe y el amor la consiguió este hombre en este lugar, construido para la negación de la fe –de la fe en Dios y de la fe en el hombre– y para aplastar radicalmente no sólo el amor, sino todos los signos de la dignidad humana, de la humanidad. En este lugar del terrible estrago……el P. Maximiliano Kolbe, ofreciéndose voluntariamente a sí mismo a la muerte, en el búnker del hambre, por un hermano, consiguió una victoria espiritual, similar a la del mismo Cristo.”

(13)  Adorno:  Negative dialects, pp 327-28)

 


 

El horror, el santo y nuestros días (1 de 4)

 

Traducido de Rocco Buttiglione:  KAROL WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William B. Erdman Publishing Co. 1997)



 (fotografia de Auschwitz.org)  

 Auschwitz/Oswiecim -  Maximiliano Kolbe   

 “El campo de concentraciòn de Oswiecim, el pueblo polaco que los alemanes llamaron Auschwitz , es el símbolo más elocuente del horror de la guerra por un lado,  y por otro la culminación de la cultura del inmanentismo. En un universo que expulsa a Dios,  el respeto al hombre es nulo.  El hombre se torna un simple objeto, similar a otros objetos naturales, a merced de la voluntad de poder de otros hombres. Así cualquiera, acorde a su propio proyecto de vida, trata a otros como si fuese una herramienta.   De esta manera cualquier hombre se transforma en objeto del proyecto de otros hombres y  la vida social se convierte en un escenario de instrumentalización reciproca donde triunfa el principio darwiniano de “supervivencia del más apto”. (que Spencer aplicó a la especie humana). El hecho de que el mismo error que testimonia Auschwitz haya sido reproducido en un entorno político radicalmente diferente, muestra como la gran división que atraviesa la historia contemporánea – aquella que se opone radicalmente a  matanzas y victimas -  influencia nuestra manera de pensar acerca de los seres humanos.    La antítesis radica en la posición de aquellos que  - aunque persiguieran su propio interés - aun respetan cierta medida de verdad y justicia,  y aquellos que no aceptan límites en su carrera hacia el poder.

El horror de Auschwitz es tan inmenso que necesariamente debe tener un significado filosófico. No se trata solo del número de víctimas y de su horrenda manera de morir.  Auschwitz es el símbolo de la humillación del hombre que, bajo diferentes (aunque no menos emblemáticas) formas, no cesa de repetirse en nuestro tiempo.  Se nutre de una profunda desviación espiritual, que debemos comprender en sus raíces si queremos ponerle fin a la barbarie.

Nadie ha enfrentado estas cuestiones más frecuente y profundamente que Theodore Adorno. El se pregunta si después de Auschwitz aun es posible escribir poesía o filosofía. Porque el mundo al cual pertenece Auschwitz es un mundo sin alma, y las actividades espirituales que perduran solo sirven para equipararlo con una apariencia de legitimidad que contradice vergonzosamente su realidad. Si la II Guerra Mundial marca la catástrofe del inmanentismo ético, es precisamente en Auschwtiz donde el dogma fundamental de la filosofía de la historia, la manifestación paralela de justicia y fuerza, se contradice de la manera más cruenta.  Y la victoria militar de los Aliados no alcanza para refutar este juicio. Uno de los principales vencedores en la guerra mantuvo en su propio país un sistema Gulag a la altura de un comandante de campo Nazi.  Más aun a fin de obtener la victoria, las fuerzas Aliadas causaron la muerte de cientos de miles de inocentes en Hiroshima y Nagasaki.  Mas allá de cierto nivel parecería que la fuerza casi inevitablemente se separa de la justicia.(1) La historia humana, una vez orientada hacia un progreso definitivo, se enfrenta con la amenaza de la destrucción.  Aunque no haya golpeado todas las ciudades y destruido vidas humanas, arrasó con los valores y la conciencia que debiera animar aquellas vidas.  El drama del hombre moderno consiste en haber sobrevivido físicamente su propia extinción espiritual.”

  

(1)   Simone Weil, citando a Homero, dice que “la justicia vuela de los vencedores”    

 

 

 

jueves, 1 de mayo de 2025

El Papa Francisco en brazos de la madre – (con historia detallada de la capilla paulina) Maria Milvia Morciano

 




El Pontífice, en su testamento, pidió ser enterrado en la tierra, junto al icono mariano que tanto amaba. Conservada en la Capilla Paulina de la basílica de Santa María la Mayor, está rodeada de suntuosos mármoles y bronces dorados que no opacan su magnetismo. La sagrada imagen tiene una historia que se entrelaza con la ciudad de Roma desde los primeros siglos

 Desde su fundación durante el pontificado del Papa Liberio, entre 352 y 366, los siglos se han sucedido enriqueciendo cada vez más la basílica papal de Santa María la Mayor. La sensación que se tiene al entrar en la gran iglesia y atravesar las naves es una sensación de luz dorada que culmina en los mosaicos del ábside y el arco triunfal. Todo respira al nombre de María, a su maternidad divina, a los nacimientos de su Hijo, cuya vida se cuenta en los años que van desde la Natividad hasta la infancia.

Entre las reliquias vinculadas a la Virgen, el icono de la Salus Populi Romani marca un vínculo indisoluble con el pueblo, con los pontífices y con la historia. Una imagen que se ha hecho familiar en todo el mundo y que con el tiempo se ha vinculado profundamente a la devoción del Papa Francisco, que en su testamento pidió ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, junto a la capilla paulina que alberga el cuadro de la Virgen.



Según recientes investigaciones y restauraciones, la imagen sagrada data de entre los siglos IX y XIII. Se trata de una pintura sobre tabla de madera de tilo, que representa el medio busto de la Virgen con el Niño en brazos entrelazados. Un manto, el maphorion bizantino, azul oscuro ribeteado de oro, enmarca su rostro y desciende hasta envolverla en un drapeado de suaves pliegues. La túnica que se vislumbra en el pecho y las mangas también está decorada en oro. El rostro es un precioso óvalo de pinceladas blancas, verdes y rosas entre luces y sombras que esculpen su nariz estrecha, sus cejas espesas, sus grandes ojos marrones de mirada intensa y distante, muy dulces. Su boca es pequeña, según los cánones de la perfecta belleza medieval, y parece insinuar una sonrisa. Sus manos están cruzadas en un gesto muy familiar a las mujeres que pueden así sostener firmemente a los niños. La representación es naturalista, hasta el punto de que en el dorso de la mano se pueden ver los pliegues de piel ondulados por el peso de Jesús sobre su brazo. Esto, entre otras pistas estilísticas, lleva a situar su realización en el ámbito romano altomedieval. 



Un dedo de la mano derecha está rodeado por un anillo, mientras que el izquierdo sujeta un precioso pañuelo azul decorado en rojo y ribeteado con finos flecos. Se trata de un manípulo o mappula, que antes de convertirse en prenda de la liturgia cristiana era prerrogativa de los nobles de la época imperial en circunstancias de gala. Es, pues, un signo regio, pero también alude a momentos particularmente solemnes, como la bendición de las Palmas o el exultet que da el primer título de la Virgen en el sentido de Regina Coeli, Reina del Cielo. El Niño estrecha contra su pecho un libro ricamente decorado, evidentemente un Evangelarium, mientras levanta el rostro para mirar a la Madre. Su pequeña figura está vestida con un manto muy rico, el himation, drapeado en oro y bronce.

La posición de los pies, uno de ellos suspendido y de perfil, sigue una convención muy utilizada en la Antigüedad para dar tridimensionalidad a la figura. La mano derecha de la Virgen parece reflejar la del Hijo en el gesto de los tres dedos extendidos: el uno para bendecir, el otro -probablemente- para aludir a la Trinidad.

Las letras griegas de la parte superior, a ambos lados de la cabeza de la Virgen, MP ΘY, son una abreviatura de Mèter Theoù, Madre de Dios. 

Según la tradición, el icono, pintado por el evangelista Lucas, llegó a Roma procedente de Jerusalén y fue colocado en Letrán, en el oratorio pontificio. Fue donado por el papa Sixto III, entre 432 y 440, a la basílica de Santa María la Mayor, donde reside desde entonces, inicialmente en el altar mayor y luego trasladado a la capilla Paulina o Borghesiana, donde se encuentra desde 1613. 

Salvación del pueblo romano

Los romanos recurrían a la imagen sagrada en tiempos de peligro. Por ejemplo, durante la peste de 509, cuando abrió la procesión septenaria encabezada por el Papa Gregorio Magno que discurría desde las calles de Roma hasta la Basílica de San Pedro, y de nuevo durante la epidemia de cólera de 1837 fue invocado por el Papa Gregorio XVI. 

Pío XII, el 4 de junio de 1944, cuando se acercaba el choque frontal entre los ejércitos alemán y aliado, se dirigió a ella para implorar la salvación de la ciudad. Finalmente, el Papa Francisco en la plaza de San Pedro, en la Statio Orbis del 27 de marzo de 2020, al comienzo de la pandemia.

Una suntuosa capilla

La Capilla Paulina o Borghese, que debe su nombre al Papa Pablo V Borghese, está situada al final de la nave izquierda, entre la Capilla Sforza y la sacristía, y es un espejo de la Capilla Sixtina o del Santísimo Sacramento, medio siglo más antigua, que se encuentra a lo largo de la nave derecha. Nada más ascender al trono pontificio, en 1605, el Papa Pablo V, nacido Camilo Borghese, encargó al arquitecto lombardo Flaminio Ponzio la construcción de la capilla para albergar la imagen de la Salus Populi Romani, que fue consagrada solemnemente el 27 de enero de 1613, con la colocación del icono en el altar, por mano del mismo Pontífice.

 


La planta de la capilla tiene forma de cruz griega, que da movimiento a las paredes, y está ricamente decorada con mármoles policromados, bajorrelieves y estatuas, entre ellas las del papa Clemente VIII Aldobrandini y Pablo V Borghese, en su monumento sepulcral. Muchos artistas importantes de la época trabajaron en este suntuoso monumento, tan resplandeciente que casi carece de sombras. Las esculturas y relieves fueron creados por los escultores Silla Longhi, Ambrogio Buonvicino, Giovanni Antonio Paracca conocido como Valsoldo, Cristoforo Stati, Nicolas Cordier, Ippolito Buzio, Camillo Mariani, Pietro Bernini (padre del más famoso Gian Lorenzo), Stefano Maderno y Francesco Mochi. Los frescos, en cambio, son obra de Cavalier d'Arpino, Ludovico Cigoli, autor de la cúpula, y Guido Reni, il Passignano, Giovanni Baglione y Baldassare Croce y, más tarde, Giovanni Lanfranco.

El altar mayor fue concebido primero en madera de peral, en 1607, y más tarde en mármol de jaspe de Barga y bronce dorado. Un par de columnas corintias sostienen un tímpano partido, que a su vez encierra un bajorrelieve, obra de Stefano Maderno, que representa al papa Liberio trazando en la nieve el surco que determinaría la disposición de la basílica.

 

Stefano Maderno, El Papa Liberio traza el perímetro de la basílica de Santa María la Mayor en la nieve, Capilla Paulina, Santa Maria MaggioreStefano Maderno, El Papa Liberio traza el perímetro de la basílica de Santa María la Mayor en la nieve, Capilla Paulina, Santa Maria Maggiore

 

El relicario que encierra la Salus Populi Romani está concebido como un tabernáculo, diseñado por Girolamo Rainaldi y realizado por Pompeo Targone. El icono está sostenido por un vuelo triunfal de ángeles dorados que destacan sobre el fondo azul intenso del lapislázuli, dando la impresión de que la Virgen y el Niño se encuentran ante una ventana abierta en el cielo, dejando entrever la luz dorada celestial.

Una intervención directa de la Virgen

En su testamento del 29 de junio de 2022, el Papa Francisco pidió ser enterrado «en el lóculo de la nave lateral entre la capilla Paulina (capilla de la Salus Populi Romani) y la capilla Sforza de la citada Basílica Papal». Una tumba «en la tierra; sencilla, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus».  El cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de la basílica de Santa María la Mayor, durante una entrevista concedida al Corriere della Sera reveló que había sugerido al Papa que fuera enterrado no en San Pedro, como es costumbre para los pontífices, sino en el lugar tan querido para él, donde tantas veces vino a reunirse en oración, primero como sacerdote, luego como cardenal y finalmente, 126 veces, como Papa. Incluso cuando fue dado de alta del hospital Gemelli, el 23 de marzo, su deseo fue pasar por la basílica, donde se detuvo fuera, en su coche, y dejó un ramo de flores para depositarlo a los pies del icono mariano. Al cabo de unos días, hace tres años, cuenta el cardenal, el Papa le llamó: «La Virgen me ha dicho que prepare la tumba». Y aún relata las palabras de Francisco en aquella ocasión: «Estoy contento de que la Virgen no se haya olvidado de mí. Busca el lugar donde pueda estar mi tumba porque quiero ser enterrado aquí». «Fue algo un poco especial», comentó el cardenal Makrickas, «yo diría que una intervención directa de la Virgen».

 

Sobre la muerte, el Papa se detuvo algunas veces: «Un poco de miedo -dijo durante la audiencia general del 24 de agosto de 2022- porque este pasaje no sé lo que significa y pasar por esa puerta da un poco de miedo, pero siempre está la mano del Señor que te lleva adelante y una vez que pasas por la puerta hay fiesta». Una fiesta prefigurada por el icono de la Virgen que, de pie en el umbral de la puerta del cielo, nos permite imaginarla acogiendo a Francisco acompañándole «hasta la otra orilla».

 

Fuente Vatican News: Me permito transcribir el texto completo porque es difícil conectar con el original en le sitio de VaticanNews. De todas maneras recomiendo visitarlo para ver en detalle las interesantes imágenes.


miércoles, 30 de abril de 2025

Padre Jacek Salij OP: Francisco no cambió la disciplina sacramental, sino que intentó “poner el tema sobre el tapete”

 


Cuando murió Francisco, decidí volver a estudiar Amoris laetitia. Rápidamente me convencí de que su autor no tenía intención de cambiar la disciplina sacramental establecida en la Iglesia durante siglos. Al mismo tiempo, era un pastor que verdaderamente amaba a la gente.

George Weigel, un pensador católico muy respetado en la Iglesia, cuando al día siguiente de la muerte del Santo Padre Francisco se le preguntó qué esperaba de su sucesor, respondió: "Espero que intente restablecer el orden doctrinal, moral y administrativo en el gobierno de la Iglesia". Por eso, hizo una valoración más bien negativa de este pontificado.

Personalmente, me preocupó mucho la confianza quizás excesiva que Francisco mostró en los comunistas chinos, otorgándoles poderes que las autoridades seculares nunca deberían tener en la Iglesia, y mucho menos autoridades hostiles a la Iglesia. También para nosotros los polacos fue difícil aceptar que se tratara a Rusia y Ucrania como partes iguales en su enfrentamiento entre agresor y víctima. Sí, nadie dudaba que el Papa quería lo mejor. Pero ¿por qué sería tan ingenuo el Papa? Algunos tímidamente supusieron que esto podría ser una ingenuidad evangélica. ¿O quizás fue simplemente pura ingenuidad?


No sé lo suficiente para evaluar las decisiones papales mencionadas anteriormente. Sin embargo, me gustaría discrepar con Weigel, quien considera que el error fatal del Santo Padre fue su gran llamado a invitar más cordialmente a la Iglesia a todos aquellos que, por no ser admitidos a los sacramentos, se sienten marginados en la Iglesia. Cuando se publicó la exhortación Amoris laetitia , no sólo Weigel sino muchos católicos sinceros (no ocultaré que yo también lo hice) nos preocupamos de que el Papa pudiera estar olvidando la indisolubilidad del matrimonio sacramental y estuviera planeando invitar a los divorciados a la Sagrada Comunión.

 

Cuando murió Francisco, decidí volver a estudiar la exhortación. Rápidamente me convencí de que su autor no tenía intención de cambiar la disciplina sacramental establecida en la Iglesia durante siglos. Al mismo tiempo, era un pastor que verdaderamente amaba a la gente. Veamos el número 242: «Las personas divorciadas que no se han vuelto a casar, a menudo testigos de la fidelidad conyugal, deben ser animadas a encontrar en la Eucaristía el alimento que las sostiene en su estado. La comunidad local y los pastores deben acompañar con solicitud a estas personas, especialmente a los niños o a quienes se encuentran en situación de extrema pobreza». Después de todo, esto es exactamente lo que enseñó Saint. ¡Juan Pablo II!


Sobre el tema de las personas divorciadas que se han vuelto a casar, Francisco escribió: «Si bien la Iglesia comprende que toda ruptura matrimonial es contraria a la voluntad de Dios, también es consciente de la debilidad de muchos de sus hijos. Iluminada por la mirada de Jesucristo, la Iglesia se dirige con amor a quienes comparten su vida de forma incompleta, reconociendo que la gracia de Dios también actúa en sus vidas, dándoles la valentía de hacer el bien, de cuidarse con amor y de servir a la comunidad en la que viven y trabajan» (n.º 291).


Algo más adelante escribió:: «Necesitamos ayudar a cada uno a encontrar su manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia inmerecida, incondicional y desinteresada. Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio».

 

El fuerte énfasis del Santo Padre en el hecho de que hay un lugar para todos en la Iglesia fue percibido por algunos como un estímulo a no preocuparse demasiado por el principio hasta ahora inquebrantable de que sólo podemos recibir la Sagrada Comunión en un estado de gracia santificante. El mismo Papa, cuando se le preguntó directamente si efectivamente invita a la Mesa del Señor también a aquellos católicos que viven en matrimonios no sacramentales, rechazó tal interpretación de su exhortación. Al mismo tiempo, sin embargo, repitió que todos están invitados a unirse a la comunidad de la Iglesia, porque la Iglesia quiere ser madre de todos los bautizados.

 

Por eso, no es sorprendente que muchos católicos reaccionaran con firme oposición a una posición tan poco clara del pastor supremo. Esta objeción fue expresada de manera sencilla pero perspicaz en la opinión del cardenal Gerhard Müller, quien recordó que la condición para recibir el sacramento de la penitencia es la conversión genuina. Por eso en la Iglesia nos alegramos cuando personas que viven sin boda sacramental, pero están dispuestas a vivir como hermano y hermana, se confiesan y reciben la Sagrada Comunión.

 

Sin embargo, hay algo sospechoso en ese celo pastoral que está dispuesto a restar importancia a la clara enseñanza de la Iglesia. Cristo Maestro y Cristo Buen Pastor son, después de todo, una y la misma persona. Por lo tanto, ofrecer los sacramentos a alguien que no tiene ninguna intención de convertirse es probablemente algún tipo de malentendido. Es difícil no estar de acuerdo con el cardenal.

Pero el Papa Francisco también tenía toda la razón: Estaba tan interesado en asegurar que todos los posibles se sintieran como en casa en la Iglesia, y que nadie fuera despreciado o marginado. La exhortación Amoris laetitia merece sin duda ser recordada por nosotros en la Iglesia.

 

En resumen, parece tratarse de un caso de disputa en el que ambas partes tienen razón. Resolveremos esta difícil situación a la manera de Dios sólo con la condición de que cada parte intente escuchar atentamente y con simpatía los argumentos de la otra parte. Ambas partes de la disputa deberían realmente estar interesadas no en salirse con la suya, sino en asegurar que nuestra Iglesia sea realmente la Iglesia de Cristo, quien nos dio el Evangelio, murió por nosotros y resucitó de entre los muertos.


Jacek Salij OP

Publicado en EKAI – 30 de abril de 2025

 


lunes, 28 de abril de 2025

Novemdiale Sacrum – Nueve días de oración por el Papa Francisco

 


El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre, cualquiera sea la situación de quien pide perdón y vuelve al buen camino.

Quiso el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, destacando que la misericordia es “es el corazón del Evangelio”. Misericordia y alegría del Evangelio:  dos conceptos clave del Papa Francisco.

En contraste con lo que definió como “la cultura del descarte”, habló de la cultura del encuentro y de la solidaridad. El tema de la fraternidad atravesó todo su Pontificado con tonos vibrantes. En la Carta encíclica Fratelli tutti quiso hacer renacer una aspiración mundial a la fraternidad, porque todos somos hijos del mismo Padre que está en los cielos. Con fuerza recordó a menudo que todos pertenecemos a la misma familia humana. (Cardenal Giovanni Battista Re en laMisa de exequias)

Hoy, segundo domingo de Pascua, domingo in Albis, celebramos la fiesta de la Misericordia. Precisamente la misericordia del Padre, más grande que nuestros límites y que nuestros cálculos, es aquello que ha caracterizado el Magisterio del Papa Francisco y su intensa actividad apostólica, junto al deseo de anunciarla y compartirla con todos —el anuncio de la Buena noticia, la evangelización— que fue el programa de su pontificado. Él nos ha recordado que “misericordia” es el nombre mismo de Dios y, por lo tanto, nadie puede poner un límite a su amor misericordioso, con el que Él quiere volver a levantarnos y hacernos personas nuevas. (de la Homilia del Cardenal Pietro Parolin el Domingo de la Misericordia)  

La Eucaristía del domingo fue parte de los nueve días de oración por el Papa fallecido, conocidos en latín como Novemdiales, que están previstos en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis , que define los pasos posteriores de la liturgia funeraria después de la muerte del Sucesor de San Pedro. Según la tradición, la primera de estas Misas es la liturgia funeral del Papa difunto.

Novemdiales es el tiempo desde el funeral del Obispo de Roma (generalmente 4-6 días después de la muerte) hasta la reunión de la asamblea de cardenales electores en cónclave en la Capilla Sixtina, que ocurre como mínimo 15 días y como máximo 20 días después de la muerte del Papa. Durante este período, se celebran diariamente misas funerales por el alma del Papa fallecido. A partir del segundo día, están invitados a participar en esta oración: los residentes y empleados del Vaticano, la Iglesia de Roma, los capítulos de las basílicas papales, los miembros de la llamada Capilla Papal, los empleados de la Curia Romana, las Iglesias orientales, los miembros de las congregaciones religiosas y de los institutos de vida consagrada. El último día, el noveno, se celebra la Misa con todos los cardenales, reunidos en espera del inicio del cónclave que elegirá al nuevo Sucesor de San Pedro. Las celebraciones del Novemdiales tienen lugar en la Basílica del Vaticano.


El nombre de esta época proviene de la tradición de la antigua Roma. El noveno día del mes se consideraba un día de penitencia y ese día se celebraban servicios (los llamados novemdiales sacrum) por las almas de los difuntos.

Las misas individuales a celebrar (y celebradas):

26 de abril – Decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Giovanni Battista Re

27 de abril – Cardenal Pietro Parolin, ex Secretario de Estado de la Santa Sede

28 de abril – Cardenal Baldassare Reina, Vicario General de la Diócesis de Roma

29 de abril – Cardenal Mauro Gambetti, Arcipreste de la Basílica de San Pedro

30 de abril – Cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio Cardenalicio

1 de mayo – Cardenal Víctor Manuel Fernández, ex prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe

2 de mayo – Cardenal Claudio Gugerotti, ex Prefecto del Dicasterio de las Iglesias Orientales

3 de mayo – Cardenal Ángel Fernández Artime, ex Prefecto del Dicasterio para la Vida Consagrada y los Institutos de Vida Apostólica

4 de mayo – Cardenal Dominique Mamberti, Protodiácono del Colegio Cardenalicio

Del 28 de abril al 4 de mayo se celebrarán misas por el alma del Papa Francisco, a las 10:00 y a las 17:00 horas, en la Basílica de San Pedro.

En la constitución apostólica “Praedicate Evengelium” [Predicad el Evangelio]  sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia en el mundo, el Papa Francisco emitió, entre otras: instrucciones sobre su funcionamiento durante la “sede vacante”. La llamada vacante existe en la Santa Sede durante el período que sigue a la muerte o renuncia de un Papa hasta la elección de su sucesor. De acuerdo con esta normativa, algunos jefes de dicasterios de la Curia Romana cesan en sus funciones.

 

domingo, 27 de abril de 2025

Papa Francisco : “Tener vida” – Domingo de la Divina Misericordia 2024

 


En su último Ángelus para el Domingo de la Misericordia 2024 el Papa Francisco nos recordaba:

Hoy, segundo domingo de Pascua -dedicado por san Juan Pablo II a la Divina Misericordia-, el Evangelio (cfr. Jn 20,19-31) nos dice que si creemos en Jesús, el Hijo de Dios, podemos tener vida eterna en su Nombre (v. 31).

 “Tener vida”: ¿qué significa?

Todos queremos tener vida, pero existen diversos puntos de vista sobre cómo lograrlo. Por ejemplo, hay quien reduce la existencia a una carrera frenética para gozar y poseer muchas cosas: comer y beber, divertirse, acumular dinero y objetos, sentir emociones fuertes y nuevas, etc. Este es un camino que a primera vista parece atractivo, pero que no sacia el corazón. No es así como se “tiene vida”, porque siguiendo los caminos del placer y del poder no se encuentra la felicidad. De hecho, quedan sin respuesta muchos aspectos de la existencia como, por ejemplo, el amor, las experiencias inevitables del dolor, las limitaciones y la muerte. Y, además, no se hace realidad el sueño que todos tenemos en común: la esperanza de vivir para siempre, de ser amados sin fin.

Plenitud de vida

Hoy, el Evangelio dice que esta plenitud de vida, a la que cada uno de nosotros está llamado, se realiza en Jesús: es Él quien nos da la vida plena. Pero, ¿cómo acceder a ella, cómo experimentarla?

Veamos lo que les sucedió a los discípulos del Evangelio. Están atravesando el momento más trágico de su vida: después de los días de la Pasión, están encerrados en el Cenáculo, asustados y desanimados. El Resucitado se presenta en medio de ellos, y, en primer lugar, les muestra sus llagas (cfr. v. 20): son los signos del sufrimiento y del dolor, podrían suscitar sentimientos de culpa, y, sin embargo, con Jesús se convierten en canales de misericordia y perdón. Así, los discípulos ven y tocan con la mano que con Jesús la vida vence siempre, la muerte y el pecado son derrotados. Y reciben el don de su Espíritu, que les da una vida nueva, de hijos amados -vida de hijos amados-, hecha de alegría, amor y esperanza. Os pregunto: ¿tenéis esperanza? Que cada uno se pregunte: ¿cómo va mi esperanza?

He aquí qué hacer cada día para “tener vida”: basta con fijar la mirada en Jesús crucificado y resucitado, encontrarlo en los Sacramentos y en la oración, reconocerlo presente, creer en Él, dejarse tocar por su gracia y guiar por su ejemplo, experimentar la alegría de amar como Él. Cada encuentro con Jesús, un encuentro vivo con Él, nos permite tener más vida. Hay que buscar a Jesús, dejarse encontrar -porque Él nos busca-, abrir el corazón al encuentro con Jesús.

Pero preguntémonos: ¿creo en el poder de la resurrección de Jesús, creo que ha resucitado? ¿Creo en su victoria sobre el pecado, el miedo y la muerte? ¿Me dejo implicar en la relación con el Señor, con Jesús? ¿Y dejo que Él me empuje a amar a los hermanos y las hermanas, y a tener esperanza todos los días? Que cada uno piense en esto.

Que María nos ayude a crecer cada vez más en la fe en Jesús resucitado, para que “tengamos vida” y difundamos la alegría de la Pascua.

 

sábado, 26 de abril de 2025

Polonia le rinde homenaje al Papa Francisco con la Sinfonia de la Misericordia

 


Durante su pontificado el Papa Francisco visito solamente una vez la patria de Juan Pablo II y fue en aquella inolvidable Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.  En este blog hay una serie de 26 posts al respecto,  que hablan del entusiasmo y de la intensidad de aquella visita en la cual Francisco en el Via Crucis de los jóvenes, en pocas palabras,  se mostro abierto, sincero y expuso la misión de su pontificado:

“Hoy la humanidad necesita hombres y mujeres, y en especial jóvenes como vosotros, que no quieran vivir sus vidas «a medias», jóvenes dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente a los hermanos más pobres y débiles, a semejanza de Cristo, que se entregó completamente por nuestra salvación. Ante el mal, el sufrimiento, el pecado, la única respuesta posible para el discípulo de Jesús es el don de sí mismo, incluso de la vida, a imitación de Cristo; es la actitud de servicio. Si uno, que se dice cristiano, no vive para servir, no sirve para vivir. Con su vida reniega de Jesucristo.

Hoy, 26 de abril de 2025, día de los funerales de Francisco, en vísperas del Domingo de la Misericordia, Polonia le rinde homenaje, agradece su pontificado y reza por la paz en el mundo a partir de las 17.00 horas, en la plaza frente al Santuario de San Juan Pablo II, (ul. Totus Tuus 32, Cracovia) con una representación de la “Sinfonia de la Misericordia” en palabras de Santa Faustina Kowalska,  que se transmitirá por TVP”, EWTN y en línea. 



“Sinfonía de Misericordia. Yo estoy contigo, no temas nada” es una pieza para orquesta sinfónica, coros, solistas y un narrador, que será cantada en 16 idiomas para que el mensaje del Amor Misericordioso llegue a la mayoría de las personas de la Tierra. Las palabras de esta sinfonía fueron escritas por Santa Sor Faustyna Kowalska en su "Diario", algunos fragmentos del cual fueron compuestos en canciones. Cada pieza musical refleja la región y la cultura del idioma en el que se interpreta. Estos serán: polaco, ucraniano, portugués, lituano, español, inglés, alemán, sueco, italiano, suajili, hebreo, chino, árabe, francés, ruso y latín.  La música fue compuesta por BartłomiejGliniak, compositor polaco de música para cine y teatro y autor de numerosos oratorios, y la representación estará  dirigida por Halina Przebinda, con  participación de estrellas internacionales y artistas de seis continentes.

 

Esta es la invitación oficial:

¡Esta Sinfonía es para ti, Santo Padre Francisco!

Te agradecemos por tus palabras que trajeron paz y por tus gestos que transformaron el mundo. Tu llamado a la Misericordia ha tocado nuestros corazones, por eso en este Año Jubilar de la Esperanza respondemos con oración, canciones y comunidad. Con humildad y gratitud continuamos creando esta melodía de corazones, llevando Tu mensaje al mundo.

Será una velada de profundidad espiritual y belleza artística.


Cuándo: 26 de abril de 2025, 18:00 horas. 17:00–19:30
horas. Dónde: Cracovia, entre el Santuario de San Juan Pablo II y el Santuario de la Divina Misericordia.
Transmisión: TVP2, EWTN y en línea en symfoniamilosierdzia.pl
Entrada gratuita.

¡Únase a nosotros: cantemos juntos la Sinfonía de la Misericordia!


El icono de Salus Popoli Romani


Es variada y extensa la historia de las tradiciones del icono de Santa María Salus Populi Romani,   que se venera en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma,  una imagen muy popular y muy venerada, a la que todos los Papas han acudido en tiempos difíciles para la religión y para la humanidad.

El Papa Francisco era devotísimo de Santa María Salus Populi Romani (126 veces se postro ante Ella)  y antes de emprender un viaje apostólico, siempre iba a postrarse ante la imagen de la Virgen, visita que repetía a su regreso. “Por allí han pasado todos los viajes apostólicos, todas las «esperanzas y preocupaciones», las «alegrías y tristezas», los «sueños y expectativas» compartidos por el pueblo de Dios y por el «mundo entero». Desde su mirada. Desde el vientre de su madre. La última visita hace apenas unos días, en el umbral de la Semana Santa.”

El icono original es sin duda el icono de la Virgen María más importante de cuantos se conservan en Roma. Durante varios siglos estuvo colocado sobre la puerta del baptisterio de la Basílica de Santa María la Mayor. En 1613 se llevó al altar de la Capilla Paulina construida en dicha basílica. El icono tenía fama de milagroso y, por ello, fue sacado en procesión en varias situaciones de gran necesidad. En una ocasión se le atribuye el milagro de acabar con una plaga en Roma. Mide 117 x 79 centímetros, un tamaño elevado para ser un icono.

Desde el comienzo de su pontificado Juan Pablo II quiso que una lámpara estuviera encendida de día y de noche bajo el icono de María, Salus Populi Romani, como testimonio de su gran devoción. Con ocasiónde la solemnidad de la Inmaculada Concepcion de la Virgen Maria en su homilía en la Basílica de Santa Maria la Mayor expresaba:   

Salus Populi! Salus Populi Romani! Este titulo consagra justamente la devoción mariana de Roma. Puede remontarse a los mismos orígenes de esta basílica, puesto que ya mi predecesor Sixto III, en el siglo V, en la inscripción dedicatoria, llama así a la Virgen: Virgo Maria... nostra salus. La invocación se enriqueció en la alta Edad Media, favorecida por la solemne procesión del 15 de agosto, que unía la devoción a la imagen del Salvador, conservada en la Basílica Lateranense, con la de la Virgen de Santa María la Mayor. Entonces el pueblo romano cantaba a la Virgen durante la procesión: "Virgen María, mira propicia a tus hijos... Alma María, muéstrate benigna a las lágrimas de quien te suplica. Madre Santa de Dios, mira al pueblo romano...”

Desde el año 2003  una réplica del icono acompaña a la Cruz de los Jóvenes, que preside las jornadas desde la primera (año 1984). En aquella  de 2003 la XVIII JMJ con el lema  “Ahí tienes a tu madre” (Jn 19,27) les decia Juan Pablo II a los jóvenes: 

«Hoy yo les confío a ustedes… el icono de María. De ahora en adelante, juntamente con la Cruz, este icono acompañará las Jornadas mundiales de la juventud. Será signo de la presencia materna de María junto a los jóvenes, llamados, como el apóstol san Juan, a acogerla en sus vidas»