Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 21 de febrero de 2025

Basílica Menor de la Presentación de la Santísima Virgen María, Wadowice



 Historia de la Basilica

La mención más antigua de la iglesia de Wadowice data del año 1325. En aquella época era una rama de la parroquia de Mucharz. Diez años más tarde, por decisión del obispo de Cracovia en 1335, la iglesia de Wadowice fue incorporada a la parroquia de Woźniki.

Inicialmente era una pequeña iglesia de madera. La entonces pequeña ciudad comercial de Wadowice, situada en la confluencia de los ríos Skawa y Choczenka, era destruida con frecuencia por cataclismos: inundaciones e incendios. En 1440 se produjo uno de los mayores incendios de la historia de la ciudad. El incendio también destruyó la iglesia. La ciudad fue reconstruida tras su destrucción, entre otras cosas, gracias a los privilegios reales y a la renovación de los derechos de la ciudad según la ley de Chelmno. Fue entonces, a mediados del siglo XV, cuando comenzó la construcción de un templo de ladrillo orientado hacia la plaza del mercado de Wadowice. De esta época es el presbiterio de la iglesia actual, resto de aquel edificio gótico medieval.

La Iglesia fue destruida nuevamente en un gran incendio el 18 de mayo de 1726. La nueva iglesia fue construida bajo la supervisión del maestro albañil Franciszek Sosna recién en los años 1792-1798, en estilo barroco tardío, con una fachada frontal en forma de torre. El 29 de septiembre de 1808 la iglesia reconstruida fue consagrada por el obispo Andrzej Rawa-Gawroński.

En un principio el templo estuvo dedicado a Todos los Santos. Gracias a las gestiones del párroco, P. En 1836, el Papa Gregorio XVI cambió el título por el de Presentación de la Santísima Virgen María.

En 1857 se añadió una sacristía al este. A finales del siglo XIX, el famoso arquitecto cracoviano Tomasz Pryliński llevó a cabo una reconstrucción y restauración general de la fachada frontal de la iglesia de Wadowice en estilo neobarroco. La fachada fue adornada con una rica ornamentación y esculturas de piedra realizadas por el artista cracoviano Zygmunt Langman. Representan a la Madre de Dios rodeada de dos patronos de la Iglesia universal, San Pedro y San Pablo. En los nichos de abajo hay figuras de los santos patronos de Polonia, San. Estanislao y San Vojciech. De esta época también datan el pórtico de acceso principal con balcón y la modificación del casco de la torre, dándole una forma única y característica. En el muro exterior de la iglesia, en el lado sur, se incluyo un reloj de sol con el lema "El tiempo vuela, la eternidad espera". Este reloj se veía desde las ventanas del antiguo apartamento de la familia Wojtyla.

El Vía Crucis del interior de la iglesia fue realizado por Jan Nepomucen Bizański (1804-1878), pintor y dibujante de Wadowice y profesor de la Academia de Bellas Artes de Cracovia.

En 1922 se compraron nuevas campanas para sustituir las que se habían utilizado para la guerra. En 1931 se instaló iluminación eléctrica en el templo. En enero de 1945, la iglesia fue dañada por los bombardeos soviéticos. Hasta su reconstrucción estuvo cerrada durante todo el año y los servicios se celebraron en la Casa Católica construida entre 1933 y 1935. En los años 1945-1947 se añadieron pórticos a ambos lados del cuerpo, así como dos anexos a los lados de la sacristía.

Cuando el 16 de octubre de 1978 fue elegido para la Cátedra de San Pedro Karol Wojtyla de Wadowice – el Papa Juan Pablo II – la iglesia de Wadowice se hizo conocida en todo el mundo. Visitado por numerosos peregrinos de muchos países, es un centro de culto religioso de creciente importancia.

En 1986 las capillas laterales se conectaron con el presbiterio mediante grandes pasajes que se construyeron en lugar de las ventanas. Así se creó la actual iglesia de tres naves con presbiterio ligeramente alargado. El 25 de marzo de 1992, el Santo Padre Juan Pablo II elevó la Iglesia de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María a la dignidad de Basílica Menor.

En el año 2000, gracias a las gestiones del entonces párroco, P. Gracias al patrocinio del obispo Jakub Gil, se colocó un nuevo suelo de mármol en la iglesia. Una expresión de homenaje con motivo del 25 aniversario del pontificado del nativo de Wadowice en el Trono de Pedro es la policromía de la Basílica pintada en 2002-2003 por las artistas de Cracovia, Aleksandra Grochal y Katarzyna Dobrzyńska, bajo la supervisión del Padre. Dr. Józef Nowobilski. 

Esta singular policromía representa enseñanzas papales contenidas en encíclicas (nave principal, naves laterales y capilla papal), exhortaciones (capilla de la Sagrada Familia) y cartas apostólicas de Juan Pablo II (capilla de la Santa Cruz), que están ilustradas con escenas bíblicas o alegóricas referentes a la vida de Jesucristo.

Desde 1899 en el coro de la basílica había un órgano, fabricado por la empresa Hermanos Rieger de Jägendorf, que debido a muchos años de uso, a pesar de varias renovaciones, tuvo que ser sustituido. En 2009-2010, gracias a los esfuerzos del obispo Jakub Gil, se construyó un nuevo instrumento, que fue una ofrenda votiva de los feligreses para la beatificación de Juan Pablo II. El órgano de 27 voces fue construido e instalado por la empresa organera Zdzisław Mollin y consagrado el 13 de octubre de 2010 por el P. El obispo Jan Szkodoń durante su visita a la parroquia. La caja del órgano de cinco columnas está rematada con el escudo de armas papal de Juan Pablo II. La música de este maravilloso instrumento no sólo embellece la liturgia, sino que también enriquece la vida cultural de la ciudad gracias a los conciertos que organiza.

Capillas y altares

Presbiterio

En el presbiterio llama la atención el altar mayor restaurado y decorado policromadamente con la imagen de la patrona del templo, la Virgen María con el Niño, cuya figura está ataviada con un manto de plata. En la bóveda están pintadas imágenes de santos polacos, que hacen referencia a las Ocho Bienaventuranzas del Evangelio.

Capilla de la Sagrada Familia



En el lado noreste se encuentra la capilla de la Sagrada Familia..En la capilla hay una pila bautismal barroca de piedra con tapa dorada, rematada con una cruz. Fue allí donde el 20 de junio de 1920 Karol Wojtyła fue bautizado por el Padre. Franciszek Żak, capellán militar y vicario de la parroquia de Wadowice. En homenaje a su gratitud por el sacramento del Bautismo recibido, Karol Józef Wojtyła besó esta pila bautismal varias veces, entre ellas el 27 de noviembre de 1966 como arzobispo metropolitano de Cracovia durante las celebraciones del Milenio del Bautismo de Polonia el día de la feria parroquial en Wadowice, el 18 de mayo de 1970 como cardenal metropolitano de Cracovia con motivo del 50 aniversario de su nacimiento, y el 7 de junio de 1979 como papa Juan Pablo II durante su primera peregrinación a su tierra natal y ciudad natal.

Capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro



En el lado noroeste se encuentra la capilla de Nuestra Señora, de más de cien años de antigüedad, que alberga la imagen milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, coronada por el Santo Padre, nativo de Wadowice, el 16 de junio de 1999, durante su tercera visita a su ciudad.. La capilla está separada del templo por una reja negra con el escudo papal y la inscripción Totus Tuus, así como numerosos exvotos dejados por los fieles como muestra de agradecimiento por las gracias recibidas. En la parte inferior de la imagen se encuentra la inscripción en latín "S. Maria de Perpetuo Succursu” – Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. El cuadro goza de gran veneración en Wadowice y sus alrededores desde hace más de cien años. Goza de un culto especial entre los niños y los jóvenes. Karol Wojtyla rezaba allí todos los días antes de salir para la escuela. La pintura milagrosa se encuentra en el centro del altar neogótico construido en 1903. En el lado izquierdo del cuadro, sobre una almohada roja, hay un rosario papal dorado. En el lado derecho del altar hay un despertador, regalo de los habitantes de Lourdes a Juan Pablo II. Tras la muerte del Papa, el reloj que se encontraba en los apartamentos del Santo Padre fue donado como exvoto, convirtiéndose, junto con el reloj de sol situado en el alzado sur del templo, en un elemento de vínculo simbólico con la vida de Juan Pablo II.

Capilla del Cristo Crucificado



En el lado sureste se encuentra la Capilla de la Santa Cruz con la imagen de Cristo Crucificado. Allí también se colocaron las reliquias del santo Padre Maximiliano María Kolbe, San Simon de Lipnica y San Padre Pío.

Capilla de San Juan Pablo II

En el lado suroeste se construyó la capilla papal, en la que se encuentran las reliquias de San. Juan Pablo II. La decoración interior de la capilla incluye elementos del altar papal erigido delante de la Basílica con ocasión del encuentro de Benedicto XVI con los fieles en Wadowice el 27 de mayo de 2006, durante la peregrinación papal tras las huellas de su gran predecesor. La capilla está custodiada simbólicamente por figuras de guardias con los coloridos uniformes de la Guardia Suiza.

 

lunes, 17 de febrero de 2025

Ludmiła Grygiel: obispo Jan Pietraszko. El Profeta de Santa Anna

 


El padre Jan supo echar luz sobre la noche oscura del comunismo, atrayendo a los jóvenes al altar para que allí se sintieran seguros y en familia.

Apenas cuatro meses después  que el padre Pietraszko se convirtiera en  prefecto del seminario, el Obispo Metropolitano le confió una misión adicional delicada: el cuidado pastoral de los estudiantes de la colegiata de Santa Ana. Al parecer, creía que este sacerdote "humilde y santo" haría frente a todos sus deberes y, sobre todo, encontraría un lenguaje común con  jóvenes y docentes.. Hoy podemos afirmar cuánta razón tuvo. Fue la contribución más grande y original a la historia de la Iglesia polaca después de la Segunda Guerra Mundial, y estrictamente hablando, al renacimiento y la profundización de la vida religiosa. (...)

El arzobispo Sapieha [Adam Stefan Sapieha ], siempre preocupado por el desarrollo de la cultura cristiana, estableció,  ya en 1927,  un canon académico en la colegiata de St. Anna. Hasta el estallido de la guerra, trabajaron allí dos capellanes: el sacerdote Stanisław Sapiński y el sacerdote Tadeusz Kurowski. Este último fue trasladado en 1945 a la iglesia de St. Florian, donde comenzó a asistir un pequeño grupo de estudiantes .  Cabe recordar que cuando en enero de 1948 el padre Pietraszko inició su ministerio en santa Anna, todavía era prefecto del seminario. Por lo tanto, hay que admirar la diligencia de este amable sacerdote, que nunca se eclaro  "ocupado";  quienes se le acercaban siempre sentían que disponía de todo el  tiempo para él pues no dejaba de atender a nadie excusándose con sus otras actividades .

El inicio de su ministerio en la colegiata universitaria coincidió con la intensificación del terror comunista y la persecución de la Iglesia. Pietraszko debió actuar en una situación política y social, cuyos mecanismos entonces nadie conocía ni podía predecir.  Por lo tanto, debió poner en práctica un modelo completamente nuevo de pastoral, adaptado a la situación en la que se encontraban los católicos como ciudadanos que, como él mismo dijo, no comulgaban con  "la línea del pensamiento oficialmente aprobado". El padre Jan nunca elaboró ​​programas pastorales a largo plazo en su escritorio sino  que,  basado en la tradición centenaria de la Iglesia y el Evangelio,   iba tomando decisiones y resolviendo problemas a medida que se iban presentando.  No creó ninguna estructura organizativa, sino un espacio de libertad con la Eucaristía como centro.

Discreta pero decididamente

Este método resulto ser sumamente provechoso después de la disolución de las organizaciones católicas juveniles en 1949. Sacó fuerzas de la oración, del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia. La preocupación por el hombre y la intuición pastoral eran para el  iniciativas concretas y consejos prácticos en materia espiritual y material. Compartía preocupaciones y alegrías diarias con los estudiantes, rezaba con ellos y salía de excursión, hablaba mucho con ellos, y en las conversaciones y en el confesionario "aprendía" todos los días, como diría Liebert [Jerzy Liebert, poeta ] De esta manera, se creó un modelo original de pastoral y su creador se convirtió en el maestro de muchos sacerdotes, entre ellos Karol Wojtyła.

Para los jóvenes desorientados en la nueva situación, el padre Pietraszko se convirtió en director espiritual y  gran autoridad en todos los aspectos de sus vidas.. Los condujo con discreción, pero con firmeza,  como un padre amoroso y exigente, cuidando de no exponerse innecesariamente a la persecución que las autoridades comunistas llevaban a cabo con creciente fuerza. Gracias a esta actitud del sacerdote, diversas dificultades, interrogatorios, vigilancia intrusiva de los oficiales de la Oficina de Seguridad y sus asociados no lograron distanciar a los jóvenes de la Iglesia y del capellán.

El padre Jan trató de ser muy cauteloso, y recomendaba lo mismo a los jóvenes. Las vacaciones o los días de retiro se desarrollaban tranquilamente, en pequeños grupos. Fue entonces cuando se estableció la costumbre de llamar tío al sacerdote, que luego fue asumida por un grupo reunido en torno a Karol Wojtyła. Las autoridades comunistas resultaron impotentes contra este "método". Era común que los estudiantes y los jóvenes académicos fueran interrogados e intimidados; rara vez los que no ocultaban su fe podían llegar a ejercer una carrera científica.  Si bien en este sentido, Cracovia fue  excepción, lo que se debe al ministerio de Pietraszka. y Wojtyła; los participantes de su ministerio fueron tan numerosos y pudieron demostrar tales logros científicos que con criterios objetivos (especialmente en el campo de las ciencias exactas) nada podía impedir su promoción) (...)

La primera novedad introducida por el padre Pietraszko fue la apertura de la Iglesia de Santa Ana durante todo el día, mientras que otras iglesias se cerraban después de las misas matutinas. Realmente quería que sus estudiantes pudieran "descansar en la iglesia" de camino a la universidad. Abrió para los jóvenes no solo la iglesia, sino también su vivienda,  dos habitaciones en el primer piso.  Se había establecido la costumbre que después del servicio conversaran con el padre Jan en la sacristía y en el patio del presbiterio y el les preparaba  preparaba café, te y dulces. Todos podían acudir a el para pedirle consejo, ayuda o consuelo.

Quería que los jóvenes se sintieran como en casa en la iglesia y en la parroquia y crearan una comunidad con los profesores. De hecho, creó una comunidad, no una organización institucional; comunidad de personas unidas por lazos de amistad vividos en la cercanía de Cristo. El centro "material" de esta comunidad era el altar para que consideraran ese lugar como propio.  “Te esperamos - este misterio del amor de Dios te espera para enriquecer y llenar a todos ".

El padre Jan respondía a la necesidad natural de los estudiantes para que,  en los tiempos en los que tenían que estudiar,  pudieran sentir el apoyo de una comunidad que las instituciones estatales no pudieran dañar o  destruir. 

Józef Tischner, estudiante de primer año de derecho de la Universidad Jagellónica, cuenta su fascinación por esta comunidad y la figura de su "fundador": "Veo esta iglesia hace años. Tal vez fue 1949, tal vez 1950. Tiempos estalinistas profundos. El altar. Y frente al altar en la sotana negra del entonces capellán académico - sacerdote Jan.  Un gran número de  estudiantes alrededor del altar,  era un día común. Tal vez 200 o 300.  El Padre Jan habló del Evangelio. Mientras en Polonia estaban sucediendo cosas muy tristes; juicios políticos, purgas en las universidades, creciente persecución de la Iglesia. Los estudiantes nos sentíamos perdidos, sobre todo aquellos cuyo corazón aún tenía una chispa de fe. La historia parecía conspirar contra nosotros y contra nuestra fe (...). No tengo presente  exactamente lo que dijo entonces el Padre Jan pero recuerdo que  hablaba como nadie ”. (Agreguemos que al escuchar los sermones y conferencias del Padre Jan, Tischner descubrió su vocación sacerdotal.)

Nunca habia reclinatorios vacios

El padre Pietraszko no consideraba la religión como un elemento sociológico;  la Santa Misa y el Evangelio eran el centro de su enseñanza. Ponía gran énfasis en profundizar la vida religiosa de sus discípulos.  Enseñó que la fe no es una actitud o costumbre heredada, sino un encuentro personal e íntimo con Cristo. Porque "Dios vino personalmente a la tierra e hizo un pacto con el hombre." Por lo tanto, el cristianismo seguirá siendo una moralidad superficial, "si no llegas a la Persona, si no pones tu mano sobre las llagas de Cristo, si no dices - tú eres mi Dios y esperanza y mi amor ". Una de las primeras iniciativas en esta dirección fue introducir una vez al mes la adoración del Santísimo Sacramento durante todo el día, para lo cual Pietraszko preparó por escrito oraciones de meditaciones, y con el tiempo los estudiantes también lo hicieron. En las universidades se distribuían en secreto tarjetas con el número del reclinatorio, y de esta forma se establecían los "horarios de servicio" y nunca había reclinatorios vacíos. "practicar la oración en silencio y" visitar "al Señor Jesús, que está constantemente presente en el sagrario. El padre Pietraszko también introdujo a los jóvenes en la tradición de la confesión del primer viernes y la sagrada comunión, poco conocida por la intelectualidad. Aunque esto no sucedió, los participantes de la adoración fueron "entrenados" para practicar la oración silenciosa y "visitar" al Señor Jesús, quien está constantemente presente en el tabernáculo. 

 

Fragmento del libro de Ludmiła Grygiel, "El Profeta de St. Anna. Mons. Jan Pietraszko ", publicado por la Editorial Znak. Ludmila y su esposo Stanislaw pertenecían al grupo de amigos de Juan Pablo II.

 

(de la version polaca del articulo)

 

martes, 11 de febrero de 2025

Nuestra Señora de Lourdes – despedida de Juan Pablo II

 


La despedida – 14 de agosto 2004

  Al arrodillarme aquí, en la gruta de Massabielle, siento con emoción que he llegado a la meta de mi peregrinación. Esta gruta, donde se apareció la Virgen María, es el corazón de Lourdes. Hace pensar en la cueva del monte Horeb, donde Elías se encontró con el Señor, que le habló en el "susurro de una brisa suave"(1 R 19, 12).

Aquí la Virgen invitó a Bernardita a rezar el rosario, desgranando ella misma las cuentas. Así, esta gruta se ha convertido en la cátedra de una sorprendente escuela de oración, en la que Maria enseña a todos a contemplar con ardiente amor el rostro de Cristo.

Por eso, Lourdes es el lugar donde oran de rodillas los creyentes de Francia y de muchas otras naciones de Europa y del mundo entero.

Esta tarde, también nosotros, peregrinos en Lourdes, queremos recorrer de nuevo, orando juntamente con la Virgen, los "misterios" en los que Jesús se manifiesta "como luz del mundo". Recordemos su promesa:  "El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12

Queremos aprender de la humilde esclava del Señor la disponibilidad dócil a la escucha y el esfuerzo generoso por acoger en nuestra vida la enseñanza de Cristo.

En particular, meditando en la participación de la Madre del Señor en la misión redentora de su Hijo, os invito a orar por las vocaciones al sacerdocio y a la virginidad por el reino de Dios, a fin de que los que han sido llamados respondan con disponibilidad y perseverancia.

Contemplando a la santísima Virgen María, digamos con Bernardita:  "Mi buena Madre, ten misericordia de mí; me entrego totalmente a ti, para que me des a tu Hijo querido, al que quiero amar con todo mi corazón. Mi buena Madre, dame un corazón que arda completamente por Jesús”.

 

(Juan Pablo II peregrinación al Santuario de Lourdes  (Francia) 14-15 de agosto de 2004)

 

 

Invito visitar posts

Juan Pablo II y Lourdes (1) 

Juan Pablo II y Lourdes (2)

Juan Pablo II y Lourdes (3)
Oración de Juan Pablo II a Nuestra Señora de Lourdes

La canción de Bernardette (1)

La canción de Bernardette (2)

Jornada Mundial del Enfermo

El Santo Padre Benedicto XVI peregrina a Lourdes

Viaje apostólico de Benedicto XVI al Santuario de Lourdes

 

sábado, 8 de febrero de 2025

El arte de la oración y la pedagogía de la santidad

 


En la en la catequesis del 28 de marzo de 2001  sobre los Salmos en la tradición de la Iglesia, Juan Pablo II nos recordaba:


“En la 
carta apostólica Novo millennio ineunte expresé el deseo de que la Iglesia se distinga cada vez más en el "arte de la oración", aprendiéndolo siempre de nuevo de los labios mismos del divino Maestro (cf. n. 32), compromiso que ha de vivirse sobre todo en la liturgia, fuente y cumbre de la vida eclesial.”

Y en la carta apostólica citada leemos “Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas « escuelas de oración », (
33) donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el « arrebato» del corazón”[…] “ Es preciso aprender a orar” … como los primeros discípulos: « Señor, enséñanos a orar » (Lc 11,1)” […] En la plegaria se desarrolla ese diálogo con Cristo que nos convierte en sus íntimos: « Permaneced en mí, como yo en vosotros » (Jn 15,4). Esta reciprocidad es el fundamento mismo, el alma de la vida cristiana y una condición para toda vida pastoral auténtica“[…] “Una oración intensa, pues, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia: abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de Dios”.


En la misma carta apostólica 
(32) Juan Pablo II subraya la importancia de la oración en la pedagogía de la santidad, recordándonos que esa “ « vocación universal a la santidad » ese « alto grado » de la vida cristiana ordinaria” ese “don de santidad” personal que se da a cada bautizado” hay que descubrirlo. Y agrega - “También es evidente que los caminos de la santidad son personales y exigen una pedagogía de la santidad verdadera y propia, que sea capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona” y “para esta pedagogía de la santidad es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración”

 

Santa Josefina Bakhita : Madre Morita

 


“Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible. El ejemplo de una santa de nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana Josefina Bakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II.

Nació aproximadamente en 1869 –ni ella misma sabía la fecha exacta– en Darfur, Sudán. Cuando tenía nueve años fue secuestrada por traficantes de esclavos, golpeada y vendida cinco veces en los mercados de Sudán. Terminó como esclava al servicio de la madre y la mujer de un general, donde cada día era azotada hasta sangrar; como consecuencia de ello le quedaron 144 cicatrices para el resto de su vida. Por fin, en 1882 fue comprada por un mercader italiano para el cónsul italiano Callisto Legnani que, ante el avance de los mahdistas, volvió a Italia. Aquí, después de los terribles « dueños » de los que había sido propiedad hasta aquel momento, Bakhita llegó a conocer un « dueño » totalmente diferente –que llamó « paron » en el dialecto veneciano que ahora había aprendido–, al Dios vivo, el Dios de Jesucristo. Hasta aquel momento sólo había conocido dueños que la despreciaban y maltrataban o, en el mejor de los casos, la consideraban una esclava útil. Ahora, por el contrario, oía decir que había un « Paron » por encima de todos los dueños, el Señor de todos los señores, y que este Señor es bueno, la bondad en persona. Se enteró de que este Señor también la conocía, que la había creado también a ella; más aún, que la quería. También ella era amada, y precisamente por el « Paron » supremo, ante el cual todos los demás no son más que míseros siervos. Ella era conocida y amada, y era esperada. Incluso más: este Dueño había afrontado personalmente el destino de ser maltratado y ahora la esperaba « a la derecha de Dios Padre ». En este momento tuvo « esperanza »; no sólo la pequeña esperanza de encontrar dueños menos crueles, sino la gran esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa. 

A través del conocimiento de esta esperanza ella fue « redimida », ya no se sentía esclava, sino hija libre de Dios. Entendió lo que Pablo quería decir cuando recordó a los Efesios que antes estaban en el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperanza porque estaban sin Dios. Así, cuando se quiso devolverla a Sudán, Bakhita se negó; no estaba dispuesta a que la separaran de nuevo de su « Paron ». El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Confirmación y la primera Comunión de manos del Patriarca de Venecia. El 8 de diciembre de 1896 hizo los votos en Verona, en la Congregación de las hermanas Canosianas, y desde entonces –junto con sus labores en la sacristía y en la portería del claustro– intentó sobre todo, en varios viajes por Italia, exhortar a la misión: sentía el deber de extender la liberación que había recibido mediante el encuentro con el Dios de Jesucristo; que la debían recibir otros, el mayor número posible de personas. La esperanza que en ella había nacido y la había « redimido » no podía guardársela para sí sola; esta esperanza debía llegar a muchos, llegar a todos.

Benedicto XVI   Carta Enciclica Spe Salvi 

 

viernes, 7 de febrero de 2025

Juan Pablo II: Que es la libertad?

 


«La verdad os hará libres» (Jn 8, 32)

 

Estas palabras de Jesús constituyen el hilo conductor de la reciente encíclica Veritatis splendor, que ha querido ser un anuncio de verdad y un himno a la libertad: valor tan sentido por el hombre de nuestro tiempo y profundamente apreciado por la Iglesia. 

Pero, ¿qué es la libertad?

 La cultura contemporánea vive de modo dramático esa pregunta. En efecto, se halla muy difundida la tendencia a considerar la libertad algo absoluto, desligado de todo límite y sentido de responsabilidad. Ahora bien, una libertad así entendida seria evidentemente inauténtica y peligrosa. Por consiguiente, no es casualidad el hecho de que todas las sociedades sientan la necesidad de regular de alguna manera su ejercicio.

¿Dónde encuentra su legitimidad esa regulación? Si se tratara de una intervención puramente pragmática y convencional, sin un arraigo profundo, las sociedades quedarían radicalmente expuestas al triunfo del arbitrio, amenazadas siempre por el atropello y el dominio del más fuerte. La verdadera garantía de una libertad ordenada está en su fundamento moral, reconocido por los individuos y las comunidades en su conjunto.

Primera parte del ángelus del Domingo 17 de octubre de 1993sobre el tema de la libertad,   que Juan Pablo II aprovechaba para recordar también su  encíclica Veritatis Splendor

 


 


Etiquetas: EnciclicasLibertadVeritatis Splendor

 

lunes, 3 de febrero de 2025

Benedicto XVI : Arte y oración

 


Me permito transcribir completo este precioso texto  de la Audiencia General del Papa Benedicto XVI titulado Arte y Oracion, ofrecido en la Plaza de la Libertad de Castelgandolfo.

“Durante este período, más de una vez he llamado la atención sobre la necesidad que tiene todo cristiano de encontrar tiempo para Dios, para la oración…. El Señor mismo nos ofrece muchas ocasiones para que nos acordemos de él. Hoy quiero reflexionar brevemente sobre uno de estos canales que pueden llevarnos a Dios y ser también una ayuda en el encuentro con él: es la vía de las expresiones artísticas, parte de la «via pulchritudinis» —«la vía de la belleza»— de la cual he hablado en otras ocasiones y que el hombre de hoy debería recuperar en su significado más profundo.

Tal vez os ha sucedido alguna vez ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía o un fragmento musical, experimentar una profunda emoción, una sensación de alegría, es decir, de percibir claramente que ante vosotros no había sólo materia, un trozo de mármol o de bronce, una tela pintada, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande, algo que «habla», capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el alma. Una obra de arte es fruto de la capacidad creativa del ser humano, que se cuestiona ante la realidad visible, busca descubrir su sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las formas, de los colores, de los sonidos. El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos hacia lo alto.

Pero hay expresiones artísticas que son auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema; más aún, son una ayuda para crecer en la relación con él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que expresan la fe. Podemos encontrar un ejemplo cuando visitamos una catedral gótica: quedamos arrebatados por las líneas verticales que se recortan hacia el cielo y atraen hacia lo alto nuestra mirada y nuestro espíritu, mientras al mismo tiempo nos sentimos pequeños, pero con deseos de plenitud… O cuando entramos en una iglesia románica: se nos invita de forma espontánea al recogimiento y a la oración. Percibimos que en estos espléndidos edificios está de algún modo encerrada la fe de generaciones. O también, cuando escuchamos un fragmento de música sacra que hace vibrar las cuerdas de nuestro corazón, nuestro espíritu se ve como dilatado y ayudado para dirigirse a Dios. Vuelve a mi mente un concierto de piezas musicales de Johann Sebastian Bach, en Munich, dirigido por Leonard Bernstein. Al concluir el último fragmento, en una de las Cantatas, sentí, no por razonamiento, sino en lo más profundo del corazón, que lo que había escuchado me había transmitido verdad, verdad del sumo compositor, y me impulsaba a dar gracias a Dios. Junto a mí estaba el obispo luterano de Munich y espontáneamente le dije: «Escuchando esto se comprende: es verdad; es verdadera la fe tan fuerte, y la belleza que expresa irresistiblemente la presencia de la verdad de Dios». ¡Cuántas veces cuadros o frescos, fruto de la fe del artista, en sus formas, en sus colores, en su luz, nos impulsan a dirigir el pensamiento a Dios y aumentan en nosotros el deseo de beber en la fuente de toda belleza! Es profundamente verdadero lo que escribió un gran artista, Marc Chagall: que durante siglos los pintores mojaron su pincel en el alfabeto colorido de la Biblia. ¡Cuántas veces entonces las expresiones artísticas pueden ser ocasiones para que nos acordemos de Dios, para ayudar a nuestra oración o también a la conversión del corazón! Paul Claudel, famoso poeta, dramaturgo y diplomático francés, en la basílica de «Notre Dame» de París, en 1886, precisamente escuchando el canto del Magníficat durante la Misa de Navidad, percibió la presencia de Dios. No había entrado en la iglesia por motivos de fe; había entrado precisamente para buscar argumentos contra los cristianos, y, en cambio, la gracia de Dios obró en su corazón.

Queridos amigos, os invito a redescubrir la importancia de este camino también para la oración, para nuestra relación viva con Dios. Las ciudades y los pueblos en todo el mundo contienen tesoros de arte que expresan la fe y nos remiten a la relación con Dios. Por eso, la visita a los lugares de arte no ha de ser sólo ocasión de enriquecimiento cultural —también esto—, sino sobre todo un momento de gracia, de estímulo para reforzar nuestra relación y nuestro diálogo con el Señor, para detenerse a contemplar —en el paso de la simple realidad exterior a la realidad más profunda que significa— el rayo de belleza que nos toca, que casi nos «hiere» en lo profundo y nos invita a elevarnos hacia Dios. Termino con la oración de un Salmo, el Salmo 27: «Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo» (v. 4). Esperamos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, tanto en la naturaleza como en las obras de arte, a fin de ser tocados por la luz de su rostro, para que también nosotros podamos ser luz para nuestro prójimo. Gracias.”

BenedictoXVI, Audiencia General, Plaza de la Libertad Castelgandolfo, 31 de agosto de2011