Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 26 de enero de 2010

Juan Pablo II un gran comunicador de esperanza


(2da parte de la entrevista realizada por Angelo Zema, Director responsable del boletín Totus Tuus de la Postulación de la causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II
responden George Weigel, Mario Agnes y Joaquín Navarro-Valls
(invito leer el texto completo en Totus Tuus Nr 6 octubre 2006


Juan Pablo II ha sido un gran comunicador, y un gran comunicador de esperanza. Le ha dado el ejemplo a cada cristiano como vivir su propia fe. Personalmente no creo que este aspecto se circunscriba a su relación con los medios, sino que pienso que es posible hablar de un auténtico estilo en las comunicaciones - y de la comunicación de la verdad y de la fe, que ha signado toda su vida. Los gestos, las sonrisas, los abrazos y las caricias, la “onda” con los jóvenes, las ovaciones. Pero al mismo tiempo estar igualmente absorto en la oración, en los silencios y en las miradas, o resistiendo en situaciones extremas (pienso en la tempestad de nieve en Sarajevo, citando sólo un ejemplo) son todos ejemplos de ese estilo. Que le transmite esta herencia? Y cual cree Usted es el legado a la Iglesia y a las personas de nuestro tiempo?

George Weigel
Un pensador católico observó una vez que el gozo es el sello infalible de la verdadera fe. La capacidad de Juan Pablo II de “comunicar” no provenía del hecho de haber aprendido ciertas habilidades escénicas cuando se desempeñaba como joven actor: la capacidad de comunicar del Papa emanaba del hecho que él realmente tenia algo que comunicar y no podía dejar de comunicarlo. Su ferviente fe en Jesucristo y la esperanza para la humanidad que nacía de aquella misma fe. Aquella fe y aquella esperanza se abrieron en un verdadero dialogo con todos. Y esta es una lección importante: la verdadera fe cristiana no nos limita o cierra frente al prójimo sino que nos abre en un verdadero encuentro con los demás.

Mario Agnes
En el último viaje a Polonia me tocó asistir al Santo Padre en la visita a “su” Santuario de Czestochowa. La capilla donde está la Virgen es muy pequeña. Buscando un espacio para arrodillarme, me di cuenta a ultimo momento que estaba tan cerca del Santo Padre que casi podía tocarlo. Oraba. Y en un determinado momento oraba casi en voz alta. Parecía no terminar. Aquel encuentro con “la Madre” conmocionó todo el programa de la visita. Y yo desde aquel viaje llevo dentro de mí aquel coloquio. Sin haber comprendido una palabra. O bien habiéndolas comprendido todas.....
Su Pontificado, su haber sido el Sucesor de Pedro, ha sido un camino concreto, visible, sin pausa, entre hombres y pueblos. Un camino a través de la «geografía» de la fe, a través de la «geografía» de las situaciones, a través de la «geografia» de la cotidianidad (y entre esa « geografía » de la cotidianidad no puedo menos que reconocer que también está el "L'Osservatore Romano").
Ha sido un camino a través de la «geografía» del sufrimiento, de las ilusiones, de las desilusiones, apremios y opresiones, de las esperanzas de cada hombre, de cada pueblo, de cada nación. Y quiero destacar en particular : « de cada hombre ». Porque uno no es igual a otro según Juan Pablo II. Por cada hombre, por cada pueblo, por cada nación, el verdaderamente ha inaugurado aquello que guardaba tan cerca de su corazón: la nueva evangelización. Lo ha hecho mediante un itinerario que en casi 27 años se ha caracterizado y se sigue caracterizando cada vez más como juanino, paulino, petrino.
Se dirigía sobre todo a los jóvenes: les pedía que abrieran de par en par las puertas a Cristo, pero les pedia la audacia de la Verdad. Audacia de la Verdad abriendo brechas en los muros de piedra y en los corazones, a veces más duros que la piedra. Brechas a través de las cuales se pueda pasar de entre las vicisitudes humanas a tres realidades importantes: la gran Verdad de Dios sobre el hombre, el tierno Evangelio de la vida y el estupendo proyecto creativo de Dios.

Joaquin Navarro Valls
Juan Pablo II ha comunicado el universo de valores humanos y cristianos de la fe en un momento histórico y cultural de gran ambigüedad acerca de estos valores. Comenzó a viajar, a visitar países y naciones, culturas, sociedades y personas individuales para llevarles ante todo el mensaje cristiano. La opinión publica ha seguido fascinada a este “Papa vagabundo”, como una vez escuché decir de él. Pero esta fascinación dependía solo de su figura, su voz, sus gestos? No, en absoluto. Dependía en conjunto de aquello que decía y como lo decía. Aquello que fascinaba era la sensación de autenticidad que se sentía cuando se lo escuchaba. La unión perfecta entre los conceptos que comunicaba y el gesto que acompañaba a estos conceptos. Nada en el era “prefabricado”, aprendido como se aprenden los gestos en una escuela de declamación. Un critico televisivo americano escribió que el Papa “dominaba la televisión ignorándola”

A los jóvenes, como también a los no tan jóvenes, no proponía un cristianismo a medida, sino un cristianismo a veces exigente. Y lo seguían con entusiasmo, en la seguridad que el, el Papa, tenia razón no obstante las dificultades que se podían plantear para vivir los ideales que les proponía. No me agrada escuchar decir que Juan Pablo II era el Papa “de los gestos”

Fue el pastor que comunico de tal manera – concepto, gesto, palabra – las virtudes cristianas que hacia fácil al menos desear vivirlas.

Hay una frase en los Evangelios referida a Jesús, que dice que la gente lo seguía porque hablaba con autoridad y no como los fariseos. Naturalmente en otra dimensión, con Juan Pablo II, ocurría lo mismo; se tenia la sensación que los valores que predicaba eran verdaderos y que eran carne y hueso en él. Por eso convencía, por su autenticidad.

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