¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido.
"San Juan, en sus escritos, nos da una lección de amor. Juan no espera a Dios, acude a Él humildemente. Le busca constantemente “sin otra luz y guía/sino la que en el corazón ardía” en sus años de sequedad, añora su presencia. Juan nos enseña que esa permanente inquietud que tenemos todos los hombres en el corazón no es más que hambre de Dios. Juan la sació con creces.”
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