"No es preciso que escriba la carta, pues yo quiero seguir teniéndolo conmigo hasta el final".
Fueron las palabras que dirigió Juan Pablo II a Joseph Ratzinger cuando se aproximaba la fecha de su 75 cumpleaños y debía por tanto presentar la preceptiva carta de renuncia.
"Había depositado una gran confianza, una confianza muy cordial y profunda en mi persona; por así decirlo, era como la garantía de que seguiríamos el curso correcto en la fe".
Lo cuenta el propio interesado en el libro Luz del mundo. Y así fue hasta aquel apretón de manos final, cuando el Papa Wojtyla no podía ya articular palabra. Una amistad para la historia, que hace falta recordar ahora que hemos conocido que el próximo 1 de mayo Juan Pablo II será proclamado beato.
continuar leyendo en el articulo de Jose Luis Restan Una amistad que no nació de la carne
3 comentarios:
Gracias querida Ljudmila!
PS: desafortunado el título del art. del periodista espanol... ya que se puede entender que la amistad nace sólo o mayoritariamente "de la carne"
Tienes razón Marta, podria haberle puesto otro titulo…pero el artículo me gusto mucho y ni siquiera repare tanto en el titulo ;)y creo que el objetivo es claro.
sí, por supuesto ;)
un abrazo!
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