Con la
vista puesta en el fin de los recursos, el fin de una vieja época, el fin de
una determinada forma de vida, nuevamente y con toda fuerza tomamos consciencia
de la finitud de las cosas en sí mismas, también del fin de la vida en general.
Muchos ven ya en los signos de este tiempo el signo de un tiempo final. Advierten
que tal vez el mundo no sucumba, pero que se encamina en una nueva dirección. Y
que una sociedad enferma, en la que aumentan sobre todo los problemas psíquicos,
anhela hasta con animo suplicante sanación y salvación.
¿No habría
que reflexionar acerca de si esta nueva orientación puede estar relacionada con
el regreso de Cristo?
Benedicto XVI
Como usted
dice, lo importante es que existe una necesidad de sanación y que, de alguna
manera, se puede entender de nuevo lo que significa salvación. Los hombres
reconocen que, si Dios está ausente, la existencia se enferma y el hombre no
puede subsistir, que necesita una respuesta que el mismo no es capaz de dar. En
tal sentido, este es un tiempo de adviento que ofrece también muchas cosas
buenas.
Por
ejemplo, la gran comunicación con la que contamos hoy en día puede llevar, por
un lado, a una despersonalización total. En este caso no se está más que
inmerso en el mar de la comunicación pero no se produce ya encuentro alguno con
personas. Por el otro lado, sin embargo, esta comunicación puede constituir también
una oportunidad: por ejemplo, de que nos percibamos mutuamente, de que nos
encontremos, nos ayudemos, de que salgamos de nosotros mismos.
De ese
modo, me parece importante no ver solo lo negativo. Debemos percibir, si, con
toda agudeza lo negativo, pero también tenemos que ver todas las oportuniades de
bien que sehallan presentes, las esperanzas, las nuevas posibilidades que
existen para nuestra ondicon humana. En ultima instancia, para anunciar después
lanecesidad del cambio ,que no puede producirsesin una conversión interior.
Que significa eso?
Benedicto XVI:
Esta conversión
supone que se coloque nuevamente a Dios en primer término. Entonces, todo
cambia. Y que se pregunte por la por las palabras de Dios para dejar que ellas iluminen,
como realidades, el interior de la propia vida. Por así decirlo, debemos
arriesgarnos nuevamente hacer el experimento con Dios a fin de dejarlo actuar
en nuestra sociedad.
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