(de la conversación de Benedicto XVI con Peter Seewald en “Luz del
mundo, el Papa, la Iglesia y
los signos de los tiempos, Herder, 2010, cap 6)
Según su propia comprensión, el evangelio no contiene un
mensaje proveniente del pasado, un mensaje ya agotado. Por el contrario, la
presencia y la dinámica de la revelación de Cristo consiste justamente en que, en cierta
medida, proviene del futuro, y es a su vez de importancia decisiva para el
futuro de cada uno y el de todos. Cristo se aparece «la segunda vez, sin relación
ya con el pecado, a los que a Él aguardan, para darles la salvación», dice la
Carta a los hebreros.
¿La Iglesia no debería informar con mucha más claridad
acerca de que, según la Biblia, el mundo no se encuentra solo en el tiempo después
de Cristo, sino en medida mucho mayor aun, nuevamente en el tiempo antes de
Cristo?
Benedicto XVI:
Esa fue,
en efecto, una inquietud de Juan Pablo II, señalar con claridad que nuestra
mirada se dirige hacia el Cristo que viene. Es decir que all que ha venido es
mucho más aun el que está por venir, y que, en esa perspectiva, vivimos la fe
en orientación hacia el futuro. Eso
implica que estemos realmente en condiciones de xponer de vuelta el mensaje de
la fe desde la perspectiva del Cristo que viene.
A menudo,
esa condición de Cristo que viene se ha proclamado en formulas que, si bien son
verdaderas, al mismo tiempo han envejecido. Ya no hablan a nuestra constelación
de vida y, a menudo, han dejado de ser comprensibles para nosotros. O bien ese Cristo que viene sufre un
vaciamiento total y es falseado en el sentido de un tópico moral general del
que no proviene nada y que no significa nada.
Por
tanto, debemos procurar decir realmente la sustancia en cuanto tal, pero
decirla de forma nueva. Jürgen Habermas dijo que es importante que haya teólogos
que puedan traducir el tesoro que se conserva en su fe de tal modo que, en el
mundo secular, sea una palabra para este mundo. Tal vez él lo entiende de
manera algo diferente que nosotros, pero tiene razón en que el proceso interior
de traducción de las grandes palabras a la imagen verbal y conceptual de
nuestro tiempo está avanzando, pero aun no se ha logrado realmente. Y esto solo puede conseguirse si los hombres viven el cristianismo desde Aquel que vendrá.
Solo entonces podrán también expresarlo en palabras. La afirmación, la
traducción intelectual, presupone la traducción existencial. En tal sentido son
los santos los que viven el ser cristiano en el presente y en el futuro, y a
partir de su existencia el Cristo que viene puede también traducirse de modo de
hacerse presente en el horizonte de comprensión del mundo secular. Ésta es la
gran tara frente a la cual nos encontramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario