Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 9 de junio de 2022

La virginidad en el arte – P. Marko Ivan Rupnik, S.I. (1 de 3)

 


“Así pues, esa situación escatológica en la que “no tomarán mujer ni marido”, tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando después de la visión de Dios “cara a cara” nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismo, que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática”.  (Audiencia General Juan Pablo II 16/12/1981)  

Esta afirmación de Juan Pablo II coloca la virginidad bajo la óptica teológico espiritual conforme a la gran Tradición de un modo nuevo, utilizando palabras que la cultura de hoy pueda sentir como propias. La era del racionalismo y del moralismo no han favorecido ciertamente una visión espiritual, ni tampoco lo  hizo el periodo siguiente que dirigía – casi en forma de reacción pendular – toda la atención al enfoque de la ciencia auxiliar. Situar de hecho a la castidad en el campo de la psicología y de la sociología implica reducir la posibilidad de comprenderla y de vivirla en toda su amplitud. La virginidad tampoco puede ser entendida y vivida integralmente si no es en pos de Cristo Debe ser colocada en la antropología teológica, basada en la vida nueva recibida en el bautismo, o sea en la vida en Cristo, don del Espíritu Santo. Y esta vida tiene su fundamento inquebrantable en la plenitud escatológica, en aquella plenitud de Cristo de la que nosotros, mediante el sacramento de bautismo, participamos desde ahora y en la santa Eucaristía, que se nos ofrece como don continuo haciéndonos madurar hacia aquella plenitud.

 Jean Cobon señala muy acertadamente un aspecto de esta nueva vida al sostener que “Dios nos dona a nosotros los hombres la vida por medio del Espíritu Santo constituyéndose en cuerpo de Cristo”. De esta manera se resalta el aspecto eclesial de la vida nueva. La vida nueva no se recibe de modo individualista que después va siendo perfeccionada de manera altruista. La esencia de la vida nueva, que de hecho es Cristo, es la comunión. Se resucita a la vida nueva del bautismo descubriendo a los hermanos y hermanas en Cristo y participando por medio de Él, como criaturas, en la comunión trinitaria. Ya los antiguos monjes habían dejado en claro que la virginidad es el don de vivir ya hoy este amor que encuentra su único motivo en el amor de Cristo. Vivir ya hoy un amor que es libre de todos los móviles del do ut des que otros amores aun puedan requerir, significa testimoniar hoy aquella plenitud del tiempo en el cual Cristo será todo en todos.  La virginidad anuncia de esta manera al mundo la madurez de la Iglesia, aquella dimensión trinitaria – mejor dicho cristológica y pneumatológica – de las relaciones entre la personas, que en la historia viven según el misterio pascual, la dinámica de la muerte y la resurrección, camino que realza el amor.

 La virginidad está pues tan profundamente enraizada en la realidad escatológica que se nutre de su fuerza y convicción para saber morir, porque cree en la resurrección.  

  P. Marko Ivan Rupnik, S.I. Director del Centro de Estudios e investigaciòn Ezio Aletti

( Publicado en Totus Tuus, Boletin mensual de la Postulación  Nr 9 septiembre 2008)

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