Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 9 de junio de 2022

La virginidad en el arte – P. Marko Ivan Rupnik, S.I. (2 de 3)

 


En cierto sentido, la virginidad no sólo es testimonio de la plenitud de la vida en Cristo o sea del tiempo que vendrá, sino también es iluminación de la vida que la humanidad vive aquí abajo, como si fuese una presencia del mundo de allá en el mundo de aquí. La virginidad es participación real de la plenitud en Cristo y es por eso que estando arraigada en el más allá, posee la sabiduría para saber vivir ya hoy aquí abajo.  En realidad, es esto lo que distingue una virginidad que podemos llamar “ontológica” de una virginidad a la cual el hombre puede apelar moralmente y esforzarse por ella. La virginidad es un don que la persona con vocación adopta y vive, cada vez más plenamente.

 Este aspecto escatológico de la virginidad está muy bien indicado por el gran teólogo ruso Pavel Florenski. El, para hablar de la virginidad, o sea de la castidad, usa el término celomudrije (de celij, “integro”), precisamente para poder expresar mejor que la castidad es la sencillez, la unidad orgánica y la integridad de la persona porque está incluida en la comunión de toda la unidad eclesial. La castidad, pues, indica aquella integración sapiencial o, si se quiere, aquella sabiduría integral que ya hoy, aquí abajo sabe ver, discernir la historia según Cristo, aquella sabiduría que lleva a encontrar el nexo de todo aquello que se vive, que se comprende, que sucede con Cristo. Y cuando se dice “con Cristo” se dice también con su Cuerpo que esla Iglesia, por lo tanto es también relación con los hermanos y hermanas.

He tratado de expresar algo de esta realidad en dos momentos de mi creatividad artística. Uno se muestra en el mosaico titulado “La comida de Betania”. Aquí he querido integrar todos los textos evangélicos que se relacionan con Betania y la amistad entre Marta, Maria, Lázaro y Cristo El mosaico quiere centrarse precisamente sobre dos dimensiones contemplativas de las dos hermanas: a Maria la encontramos ungiendo los pies de Cristo, toda atenta a la palabra que el Maestro le dice. Marta le sirve y le ofrece un pescado sobre un mantel, que es el mismo con el que Maria envuelve los pies de Cristo, indicando así la unidad y la diversidad del amor y de la contemplación de las dos hermanas. Sólo de Marta se ha dicho explícitamente en el evangelio de Juan que reconoce en el Maestro al Hijo de Dios. Si tomamos como una de las definiciones más profundas de la contemplación aquella de san Máximo el Confesor, que señala que la contemplación es reconocer en una realidad aún más profunda hasta el rostro del Señor Jesucristo, entonces Marta es verdaderamente contemplativa. “Si, oh Señor, yo creo que tu eres Cristo, el HIjo de Dios que debe venir al mundo ((Jn 11,27). El mosaico expresa estas palabras de Marta con el pescado que ella le ofrece a Cristo, ichthys Jesucristo Hijo de Dios, Salvador.   Y de hecho Cristo con la mano derecha indica hacia lo alto, o sea al Padre.

 

P. Marko Ivan Rupnik, S.I. Director del Centro de Estudios e investigaciòn Ezio Aletti

 (Publicado en Totus Tuus, Boletin mensual de la Postulación  Nr 9 septiembre 2008)

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