La
Carta apostólica Salvifici Doloris del Santo Padre Juan
Pablo II dada en Roma, en la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, el
día 11 de febrero del año 1984,
sexto de su Pontificado, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano
comienza con estas palabras:
« Suplo en mi carne —dice el apóstol Pablo, indicando el
valor salvífico del sufrimiento— lo que falta a las tribulaciones de Cristo por
su cuerpo, que es la Iglesia ».(1)
Son casi las mismas palabras que Juan Pablo II le confió “con gran y serena naturalidad” al Dr Joaquín
Navarro-Valls despues de una de las intervenciones quirúrgicas de urgencia a
que fuera sometido en el Policlínico Gemelli. « Debemos
completar en nosotros aquello que falta a la Pasión de Cristo. Por
cierto, agregaba, todo ha sido
hecho ya, pero.....siempre es posible añadir un poco más..... » En
otra ocasión, siempre en el Gemelli, después de la reducción de una luxación de
hombro, le expresó « He recibido este
sufrimiento como un don ». (Totus Tuus octubre 2006). Llevaba
encarnado el sentido del sufrimiento. Habia comprendido tempranamente lo que
luego testimoniara con su vida.
“El sufrimiento ciertamente pertenece al misterio
del hombre En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio
del Verbo encarnado. Porque ... Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación
del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al hombre
y le descubre la sublimidad de su vocación … Estas palabras sobre el amor,
sobre los actos de amor relacionados con el sufrimiento humano, nos permiten
una vez más descubrir, en la raíz de todos los sufrimientos humanos, el mismo
sufrimiento redentor de Cristo” ….. El misterio de la redención del mundo está
arraigado en el sufrimiento de modo maravilloso, y éste a su vez encuentra en
ese misterio su supremo y más seguro punto de referencia”. « Por Cristo y en
Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte ». dice
en Salvifici Doloris. (101).
Es el sufrimiento del justo Job, ese mismo sufrimiento al cual se refiere una
de las primeras obras de Karol Wojtyla titulada precisamente “Job”, publicada para la Cuaresma de 1940, obra
que escribió cuando estudiaba teatro y aun no habia entrado al seminario. Habia
escrito “un nuevo drama, griego en forma,
cristiano en espiritu, eterno en su esencia” un drama que se
referia al sufrimiento de los Job de nuestros dias, al “tragico destino de los pueblos oprimidos” como
el mismo decia en el prefacio de su obra “Estas
cosas acaecieron en el Viejo Testamento antes de la llegada de Cristo. Pero son
cosas que están sucediendo también ahora, en nuestros días, en los tiempos de
Job de nuestra Polonia y del mundo”. Un drama acerca del dolor a
través de la historia, totalmente incomprensible si no es visto a la luz de la
Redención. Habia estallado la II guerra mundial, la Gestapo habia arrestado a
los profesores polacos, en un horizonte ensombrecido por completo Karol Wojtyla
sentia en carne propia el misterio de la historia biblica, reflejado en la
trágica historia de su querida Polonia, en la trágica historia de toda una
parte de Europa durante décadas.
A lo largo de su pontificado, Juan Pablo II fué modelo para los sufrientes,
comprendió a los que sufren, identificandose con ellos, legándonos su ejemplo a
ultranza, como lo expresa el Dr Navarro Valls en la entrevista citada “creo que una de las mayores y mas claras enseñanzas de Juan
Pablo II ha sido ayudarnos a darle un sentido mas profundo a todo aquello que
bajo el nombre de “Cruz” constituye el conjunto de disgustos, frustraciones,
dolores y ansiedades que todos conocemos ..:”
Juan Pablo II fue al mismo tiempo un modelo de esperanza haciendonos ver que
ésta pasa por la cruz y testimoniándolo con su existencia vivida hasta el final
por Cristo y en Cristo.
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