“Oh Dios, que hiciste de Santo Tomás un varón preclaro por su anhelo de santidad y por su conocimiento de las ciencias sagradas humildemente te rogamos nos concedas las gracias de comprender su doctrina y de imitar su vida”
Con ocasión de la celebración del primer centenario de la Encìclica “Aeterni Patris” publicada el 4 de agosto de 1879 por el Pontífice Leon XIII, deseoso de “reanudar y desarrollar la enseñanza sobre las relaciones entre fe y razón propuesta por el Concilio Vaticano I, en el que había tomado parte muy activa como obispo de Perusa” quería “proponer a los profesores y alumnos de filosofía y de teología un modelo incomparable de investigador cristiano”. Asì se expresaba el Papa Juan Pablo II en su discurso.
El Papa visitaba el Pontificio Ateneo y expresaba sus “sentimientos de intima alegría” recordando las tantas veces que había entrado allí como alumno en los años de su juventud.
En su profunda meditación el Papa Juan Pablo II hablo de las tres dotes del Aquinate además de los titulos de “Doctor Ecclesiae” y de “Doctor Angelicus” que le dio San Pio V y el de “Patronus caelestis studiorum optimorum” que le confirió León XIII con la Carta Apostólica “Cum hoc sit”
De las tres dotes la primera se refería a un “pleno obsequio de la mente y del corazón a la revelación divina”; la segunda “el gran respeto que profesó por el mundo visible como obra, y por lo tanto vestigio e imagen de Dios Creador” y la tercera dote que indujo a Leon XIII a proponer al Aquinate como modelo de “los mejores estudios” a los profesores y alumnos es la adhesión sincera y total que conservó siempre al Magisterio de la Iglesia, a cuyo juicio sometió todas sus obras, durante la vida y en el momento de la muerte”.
En su discurso Juan Pablo II recomienda a la juventud de nuestro tiempo un estudio atento de la filosofía de Santo Tomás “por su espíritu de apertura y de universalismo características que es difícil encontrar en muchas corrientes del pensamiento contemporáneo. Se trata de la apertura al conjunto de la realidad en todas sus partes y dimensiones, sin reducciones o particularismos (sin absolutizaciones de un aspecto determinado), tal como lo exige la inteligencia en nombre de la verdad objetiva e integral concerniente a la realidad.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario