(de la entrevita concedida por Rodrigo Guerra Lòpez
Sergio Sarmiento: Mencionabas al principio de este programa que no hay una necesaria continuidad entre el trabajo del filósofo polaco Karol Wojtyla, que fue posteriormente Cardenal, y Juan Pablo II. Finalmente como Papa Juan Pablo II toma decisiones que en algunos elementos pueden variar con las reflexiones que él hacía, pero también hay elementos de continuidad. ¿Cuáles son éstos, en dónde vemos una continuidad entre la filosofía de la persona que defendía Karol Wojtyla y las decisiones que Juan Pablo II ha tenido como Papa?
Rodrigo Guerra: Uno de los temas en donde es más nítida esta continuidad es el modo como él habla de la libertad. Para Juan Pablo II la libertad es la obediencia a la verdad. Hay definiciones muy comunes de libertad, como autodeterminación, como escoger de entre varios bienes el mejor, y sin embargo Juan Pablo II escoge esta expresión muy elemental, muy sencilla, de “obediencia a la verdad”. ¿Qué significa? Que lo importante en el ejercicio de la libertad es que el hombre descubra en conciencia la verdad de las cosas. ¿Por qué la expresión “en conciencia”? Porque de esta manera Juan Pablo II trata de reconocer que no todos descubrimos la verdad objetiva a la misma velocidad, de la misma manera, y por lo tanto que el tribunal de la conciencia es al que debemos de apelar al momento de tomar decisiones. Esto me parece que introduce un matiz interesante, muy oportuno, en materia moral, porque a veces se han enfatizado demasiado todas las prescripciones morales y normativas de la Iglesia católica, pero se olvida que Juan Pablo II en la encíclica Veritatis Splendor, el Esplendor de la Verdad - que es la encíclica más dedicada al tema moral de todo su pontificado -, insiste mucho en que la conciencia es la norma subjetiva de la moralidad y, para decirlo en términos menos filosóficos pero más entendibles, lo más importante es que un hombre y una mujer no nos mintamos a nosotros mismos a la hora de actuar y de decidir.
Sergio Sarmiento: Pero eso no significa que haya un relativismo en la moral, o sea, ¿habría una verdad objetiva, accesible a todos?
Rodrigo Guerra: Así es, para Juan Pablo II la verdad es un dato objetivo, pero que es descubierto por una conciencia que a veces, por distintos motivos, puede estar limitada en ese proceso de descubrimiento. No todos descubrimos con la misma facilidad las verdades más elementales y mucho menos las verdades de orden, por ejemplo, revelado o de orden moral en la Iglesia. Y por eso es que la Iglesia, teniendo una claridad muy grande en sus principios doctrinales, también tiene una paciencia pastoral respecto de nuestras fragilidades, limitaciones, lentitudes, en la comprensión de la verdad, que a veces no es sencilla de asimilar existencialmente, aunque intelectualmente todos digamos a veces frases muy correctas. La Iglesia es consciente, y Juan Pablo II como Sumo Pontífice es particularmente consciente, de que nos cuesta trabajo a veces aceptar la verdad como tal y vivir con coherencia de acuerdo a ella.
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