Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 15 de mayo de 2010

Benedicto XVI : “Sigamos caminando en la esperanza”.


(11-14 DE MAYO DE 2010)

El Santo Padre Benedicto XVI concluyó su viaje apostólico a Portugal, dejando tras si y en nuestros corazones una estela de esperanza. En Fátima, ha rezado por el mundo entero, “pidiendo que el porvenir nos depare una mayor fraternidad y solidaridad, un mayor respeto recíproco y una renovada confianza y familiaridad con Dios, nuestro Padre que está en los cielos”.
y rezó en silencio delante de la tumba de los pastores, los testigos de las apariciones marianas entre el 13 de mayo y 13 de octubre de 1917. Junto a él “ un océano de hombres y mujeres alzaron sus oraciones a la Virgen de Fátima, con ocasión del aniversario de la primera aparición de la Virgen a los tres pastores, el 13 de mayo de 1917.
Este Papa cuyo “verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia,” nos acaba de ofrecer un nuevo testimonio de coraje, sabiduría, fuerza espiritual y total entrega al Padre.

Al presidir la misa en la explanada del Santuario, el Papa nuevamente reafirmó su ser peregrino, su querer entrar en la escuela de la Madre Celestial, que introdujo "a los pequeños videntes al íntimo conocimiento del Amor Trinitario", llevándolos "a saborear a Dios mismo como lo más bello de la existencia humana".

He tratado de seguir en la medida de lo posible la trayectoria de este décimo quinto viaje internacional de Benedicto XVI, la emocionante procesión del “mar de luz para honrar a la Madre de Dios, y Madre nuestra, a la que los pastorcillos vieron volver de la tierra al cielo como una estela de luz” a lo cual agregaba el Santo Padre que “sin embargo, ni ella ni nosotros tenemos luz propia: la recibimos de Jesús. Su presencia en nosotros renueva el misterio y el recuerdo de la zarza ardiente, que en otro tiempo atrajo a Moisés en el monte Sinaí, y que no deja de seducir a los que se dan cuenta de una luz especial en nosotros, que arde sin consumirnos (cf. Ex 3, 2-5).”
Rezar el Santo Rosario unidos espiritualmente vivenciando y casi palpando ese santo lugar es un privilegio que nos ofrece la tecnología.
Escuchar y leer las palabras de este Papa sabio quien con profunda humildad encara el pasado y el presente de la Iglesia fortalece nuestro sentido de pertenencia.
“hemos de confesar también que la fe católica, cristiana, era con frecuencia demasiado individualista, dejaba las cosas concretas, económicas, al mundo, y pensaba sólo en la salvación individual, en los actos religiosos, sin ver que éstos implican una responsabilidad global, una responsabilidad respecto al mundo. Por tanto, también aquí hemos de entablar un diálogo concreto. En mi encíclica Caritas in veritate —y toda la tradición de la Doctrina social de la Iglesia va en este sentido— he tratado de ampliar el aspecto ético y de la fe más allá del individuo, a la responsabilidad respecto al mundo, a una racionalidad «performada» de la ética”

Ante el planteo de un Portugal “profundamente católico en el pasado y que ha llevado la fe por el mundo, pero hoy en vías de profunda secularización, tanto en la vida cotidiana como en el ámbito jurídico y cultural” el Santo Padre responde “la presencia del secularismo no es algo totalmente nuevo” y admite que se “ha radicalizado y se manifiesta con todos los signos del espíritu europeo de hoy”

El Papa Benedicto que ha analizado exhaustivamente el tercer secreto de Fátima es conciente que “El Señor nos ha dicho que la Iglesia tendría que sufrir siempre, de diversos modos, hasta el fin del mundo y que el mensaje, la respuesta de Fátima, no tiene que ver sustancialmente con devociones particulares, sino con la respuesta fundamental, es decir, la conversión permanente, la penitencia, la oración, y las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.” Además advierte que “hoy vemos de modo realmente tremendo: que la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender, de una parte, el perdón, pero también la necesidad de la justicia. El perdón no sustituye la justicia. En una palabra, debemos volver a aprender estas cosas esenciales: la conversión, la oración, la penitencia y las virtudes teologales. De este modo, respondemos, somos realistas al esperar que el mal ataca siempre, ataca desde el interior y el exterior, pero también que las fuerzas del bien están presentes y que, al final, el Señor es más fuerte que el mal, y la Virgen para nosotros es la garantía visible y materna de la bondad de Dios, que es siempre la última palabra de la historia.”

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