Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 7 de mayo de 2010

Del tríptico de Monte del Gozo


En aquel inolvidable encuentro de Juan Pablo II con los jóvenes de todo el mundo en Santiago de Compostela para la IV Jornada Mundial de la Juventud 1989, el Papa invito a meditar sobre el Camino, la Verdad y la Vida. Jornadas que tuvieron como punto central del tríptico a Jesucristo en cuanto es nuestro Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14,6).

Se acercan las JMJ en España. Transitando un nuevo camino de privilegio… Se aprestan los preparativos, se llama a voluntarios…. Faltan 464 dias. La Cruz y el icono han salido de la sede anfitriona de la próxima JMJ, Madrid, para comenzar su periplo por el resto de las provincias españolas que ya la esperan. La primera etapa comienza en una de las provincias más alejadas de Madrid…..las Islas Canarias, en el Atlántico, frente a las costas africanas.
Este verano los jóvenes tienen una cita en Santiago de Compostela. Coincidiendo con la celebración a lo largo de 2010 del Año Santo Compostelano, la archidiócesis ha organizado la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes (PEJ), que se celebrará entre el 5 y 8 de agosto de este año. Y algunos meses mas tarde el Santo Padre Benedicto XVI Padre visitará Santiago para consagrar el nuevo altar de la catedral, en una breve visita a España.
Ante un nuevo desafío y pasados ya los 20 años de aquel encuentro de 1989 volvemos atrás en el recuerdo para reflexionar junto a Juan Pablo II sobre la primera parte del Mensaje para aquellas Jornadas de 1989: El significado de la palabra «camino».
En una nueva etapa del mismo camino.
"1.2. Vamos a reflexionar sobre el significado de la palabra «camino», para que esta conversión del corazón y el encuentro con el Señor, que estamos viviendo, den sentido a nuestra vida.
La palabra «camino» está muy relacionada con la idea de «búsqueda», Este aspecto ha sido resaltado en la representación que estamos viendo.
¿Qué buscáis, peregrinos?, ha preguntado la Encrucijada de los caminos. Esta encrucijada representa la pregunta que el hombre se hace sobre el sentido de la vida, sobre la meta que quiere alcanzar, sobre la razón de su comportamiento.
Hemos visto representadas, de forma muy expresiva, algunas de las cosas que frecuentemente muchos hombres se ponen como meta de su vida y de su acción: el dinero, el éxito, el egoísmo, el bienestar. Pero los jóvenes peregrinos del escenario han visto que a la larga esto no satisface al hombre. Estas cosas no pueden llenar el corazón humano.
1.3. ¿Qué buscáis, peregrinos? Esta pregunta nos la tenemos que hacer todos aquí. Sobre todo vosotros, queridos jóvenes, que tenéis ahora la vida por delante. Os invito a decidir de forma definitiva la dirección de vuestro camino.
Con las mismas palabras de Cristo os pregunto: «¿Qué buscáis?» (Jn 1, 38). ¿Buscáis a Dios?La tradición espiritual del cristianismo no sólo subraya la importancia de nuestra búsqueda de Dios. Resalta algo todavía más importante: es Dios quien nos busca. El nos sale al encuentro.
Nuestro camino de Compostela significa querer dar una respuesta a nuestras necesidades, a nuestros interrogantes, a nuestra «búsqueda» y también salir al encuentro de Dios que nos busca con un amor tan grande que difícilmente logramos entender.
1.4. Este encuentro con Dios se realiza en Jesucristo. En El, que ha dado la vida por nosotros, en su humanidad, experimentamos el amor que Dios nos tiene. «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16).
Y al igual que Jesús llamó a Santiago y a los otros Apóstoles también nos llama a cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros, aquí, en Santiago, tiene que entender y creer: «Dios me llama, Dios me envía». Desde la eternidad Dios ha pensado en nosotros y nos ha amado como personas únicas e irrepetibles. El nos llama y su llamada se realiza a través de la persona de Jesucristo que nos dice, como ha dicho a los Apóstoles: «Ven y sígueme». ¡El es el Camino que nos conduce al Padre!Pero hay que reconocer que nosotros no tenemos ni la fuerza; ni la constancia, ni la pureza de corazón suficiente para seguir a Dios con toda nuestra vida y con todo nuestro corazón. Pidámosle a María, Ella que ha sido la primera en seguir el camino de su Hijo, que interceda por nosotros.
Jesús desea acompañarnos, como acompañó a los discípulos en el camino de Emaús. El nos indica la dirección del camino a seguir. El nos da la fuerza. Al volver a casa, al igual que los discípulos del relato evangélico, podremos decir que nuestro corazón ardía cuando nos hablaba en el camino y que le hemos reconocido al partir el pan (cf. Lc 24, 22.25). Será el momento de presentarnos a nuestros hermanos, sobre todo a los demás jóvenes, como testigos. ¡Sí! ¡Testigos del amor de Dios y de su esperanza de salvación!"

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