Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 10 de enero de 2011

Porque existe el sufrimiento? Juan Pablo II/ André Frossard (1)


Porque existe el sufrimiento?

Le pregunta André Frossard a Juan Pablo en su “conversación” publicada en forma de libro bajo el titulo No temais! Hay penas que pueden ser atenuadas solo mediante la presencia real de Dios que los asemeja tanto a quienes las padecen a Jesucristo que legítimamente solo pueden hablarle de ellas al Padre en persona?

Y Juan Pablo II responde:
“Se distingue la dimensión objetiva, los hechos, tales como el sufrimiento del inocente, de las reacciones subjetivas, la conciencia del mal, que constituye, como usted dice “un problema terrible para el creyente” y un “escollo insalvable para el no creyente”. Eso es verdad. Los no creyentes a menudo niegan la existencia de Dios por el mal presente en el mundo, y por esa misma razón la fe de los creyentes se pone a prueba. Esta segunda dimensión, la conciencia del mal, es a veces más dolorosa que el mal mismo. Por cierto, es difícil medir este tipo de realidad, pero puede admitirse, por ejemplo, que la conciencia del sufrimiento de otros, particularmente de aquellos que sentimos mas cercanos, es a veces mas dolorosa que el sufrimiento que las ocasiona.”

A esto reflexiona Andre Frossard:
La compasión puede ser más dura que el sufrimiento, porque éste posee limites naturales, mientras que la compasión abre el ser al infinito y lo desgarra sin matarlo. El Papa me haría entender de inmediato que la compasión de Cristo (por la humanidad) era un elemento agregado a la Pasión.

Y continúa Juan Pablo II:
“Por experiencia puedo decirle que en mi adolescencia me sentí ante todo intimidado por el sufrimiento humano. Hubo momentos en que temía acercarme a quienes estaban enfermos: sentía una especie de remordimiento frente a este sufrimiento del que me veia librado. Además, me sentía incomodo: pensaba que todo lo que podía decirle al enfermo era solo como un “cheque sin fondos” , un cheque extendido a su propia cuenta, porque eran ellos los que sufrían, y no yo.
Hay cierta verdad en la frase “La persona sana no entiende al enfermo” aunque puede decirse a la inversa que tampoco el enfermo siempre entiende a la persona sana que también sufre, de otra manera, frente al sufrimiento del enfermo.
Mis actividades pastorales me posibilitaron desembarazarme de ese periodo de timidez al visitar y encontrarme con enfermos cada vez con mayor frecuencia, enfermos de toda índole. Y debo agregar que fueron los enfermos mismos quienes me ayudaron a hacerlo. Visitándoles llegue a darme cuenta, primero gradualmente, más tarde de una manera que disipaba toda duda que establecían relaciones totalmente inesperadas entre el sufrimiento y su conciencia de el. Luego que llegue al máximo del entendimiento cuando escuche de boca de un hombre muy enfermo las palabras “Padre, no sabe lo feliz que me siento!”
Estaba frente a un hombre postrado, invalido que había perdido todo durante la revuelta de Varsovia y en vez de quejarse este hombre me decía “Que feliz soy”! Ni siquiera tuve que preguntarle porque. Me di cuenta sin tener que preguntarle lo que debía estar sucediendo en su alma, como podía ocurrir este tipo de transfiguración y sobre todo quien podía realizarla. A partir de entonces pude visitar en sus casas o en hospitales mucha gente torturada por el dolor, y mas de una vez pude discernir en ellos rastros de esa misma evolución interior, reconociendo las diferentes etapas y variaciones. He conocido médicos, enfermeras y otras personas que prestan servicio a los enfermos que sabían como preparar el camino para este proceso místico”.

Reflexiona Andre Frossard
Podría haber agregado, aunque no lo hizo, que había visto a estos doctores y enfermeras a los pies de su propio lecho y de su experiencia personal de la enfermedad: después del intento de asesinato del 13 de mayo bebió hasta el fondo de ese manantial amargo que no había tenido el coraje de acercarse en su juventud. Durante su segunda permanencia en el Hospital Gemelli - del cual se retirara prematuramente debido a su excesivo optimismo - y hacia donde debió regresar, por al virus contraído durante las transfusiones de sangre el dia del intento de asesinato, debilitado, demacrado y febril, irreconocible y según me dijo al borde de la muerte Comentare ese momento mas adelante, pues el no me hablo de ello aquel día particular

2 comentarios:

Marta Salazar dijo...

gracias mil!!!

Ludmila Hribar dijo...

Gracias Marta. Ya viene la 2da parte ;)