Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 30 de mayo de 2011

Beatificación Juan Pablo II – Mi diario de viaje (3b) 1 de mayo 2011 La fiesta de la fe

Esta vez el Regina Caeli del Santo Padre Benedicto XVI consistió en saludar a los fieles en varios idiomas, siempre refiriéndose al nuevo beato y a la celebración. A los hispanoparlantes nos dijo: “El nuevo beato recorrió incansable vuestras tierras, caracterizadas por la confianza en Dios, el amor a María y el afecto al Sucesor de Pedro, sintiendo en cada uno de sus viajes el calor de vuestra estima sincera y entrañable. Os invito a seguir el ejemplo de fidelidad y amor a Cristo y a la Iglesia, que nos dejó como preciosa herencia. Que desde el cielo os acompañe siempre su intercesión, para que la fe de vuestros pueblos se mantenga en la solidez de sus raíces, y la paz y la concordia favorezcan el progreso necesario de vuestras gentes. Que Dios os bendiga.”

Terminada la Misa y el Ángelus nos separamos con Myriam que iba a buscar a su madre. Ya que teníamos cierta prioridad como invitados formé fila para entrar a la Basílica, donde estaba expuesto el ataúd de Juan Pablo II, para tener el enorme privilegio de rendirle homenaje, antes de ser trasladado a la capilla de San Sebastian. Quien se ubicaba discretamente un poco lejos se le permitía quedarse un rato para rezar.


Era fuerte el recuerdo de aquellos días de abril de 2005 en la Plaza…. En cierta como revivir aquellos memorables momentos, aunque hoy todo era diferente, pero a su vez similar. También hoy elevábamos el Te Deum con todas nuestras fuerzas, pero hoy - indudablemente mas que entonces - las lágrimas que asomaban en mas de un rostro eran de gozo, emoción y agradecimiento por haberlo tenido entre nosotros, por su legado, su Mensaje, - en mayúscula, señalandonos el camino a la santidad, por haber defendido la vida y la dignidad de todos los hombres sin distinciones, por haber hablado claro, por haber sido exigente cuando tenia que serlo, pero sobre todo por su amor a todos. Si bien su querida Polonia siguió profunda, indeleblemente arraigada en su corazón, Roma y el mundo eran su patria, todos los fieles sus hijos.
Estando frente a su tumba brotan espontáneamente un Gracias de corazon! Gracias, gracias!


Qué emoción estar allí donde se sentia su presencia, casi al lado de la estatua del primero de los Papas, San Pedro apóstol, nacido en Betsaida, quien recibió la potestad del mismo Jesús; y allí abajo su “lugar de reposo” bajo el altar mismo; hacia ambos costados las dos capillas emblemáticas del pontificado de Juan Pablo II, la de Nuestra Señora de Guadalupe, que nos recuerda su primer inolvidable viaje apostólico a México, y la de Nuestra Señora de Czestochowa, su Madre de siempre y Reina de Polonia.
Hemos vivido momentos especiales, sin dudas, allí delante del “altar de la Confesión”, lugar que indica la tumba de San Pedro recordando “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y a ti te daré las llaves del Reino de los cielos”.


Estremece pensar que tuvo lugar hace mas de dos mil años!




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