Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 13 de septiembre de 2011

La Jornada de un Papa – (2 de 4) - por el cardenal Stanislaw Dziwisz en “Una vida con Karol”







“Para las siguientes excursiones volvimos a elegir lugares solitarios. Pero en algunas estaciones de esquí era imposible evitar a la gente. Y, además, ¿Qué más daba? El Santo Padre se portaba como cualquier otro esquiador. Iba vestido como todos: mono, gorro y gafas oscuras. Hacía la cola como todo el mundo – aunque, como precaución, uno de nosotros estuviera delante de él y otro detrás – y enseñaba el forfait para usar los remontes.
Parecerá increíble pero nadie lo reconocía. También porque ….¿Quien iba a imaginarse a un Papa esquiando? Uno de los primeros que lo descubrió fue un niño de apenas diez años.
Ya era por la tarde. Don Josef y yo nos habíamos adelantado. Don Josef, finalizado el descenso, se había detenido al pie de la bajada para aguardar al Santo Padre. Justo en esos instantes, más abajo, acababa de pasar un grupo de esquiadores de fondo. Al poco, apareció un niño, jadeante, angustiado; era evidente que se había quedado rezagado. «Los ha visto?» preguntó. Y mientras don Tadeusz le indicaba por dónde se había ido su grupo, se volvió a mirar al Santo Padre, que acababa de llegar en ese preciso instante. Se quedó boquiabierto, con los ojos como platos, y empezó a gritar: «¡El Papa! ¡El Papa!» Y don Tadeusz: «¿Pero qué dices bobo? Anda, date prisa en alcanzar a tus compañeros, mira que te vas a perder….» El niño desapareció siguiendo a s grupo y nosotros, apenas estuvimos todos abajo, nos apresuramos a subir al coche y regresar a Roma…
Más tarde, cuando todo el mundo supo que el Papa esquiaba y que podía encontrárselo en cualquier pista, pensamos que era mejor dejarnos acompañar «oficialmente» por los servicios de vigilancia (así, en vez del coche, empezamos a movernos en un pequeño autocar, también porque se nos había incorporado Angelo Gugel) por un vehículo del Ispettorato de PS junto al Vaticano (para no tener a las autoridades italianas con el alma en vilo). Seguíamos acudiendo, de todas formas, a lugares poco concurridos. A veces nos quedábamos en la montaña hasta entrada la noche. Encendíamos el fuego, preparábamos algo de cena, charlábamos y terminábamos cantando todos juntos.”

Stanislao Dziwisz Una Vida con Karol – conversación con Gian Franco Svidercoschi (La Esfera de los Libros, Madrid, 2008)


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