Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

domingo, 28 de octubre de 2012

Karol Wojtyła (Juan Pablo II) y la familia Połtawski: Vivir un milagro y volver a nacer (2 de 2)




El  7 de diciembre Karol Wojtyla responde en una carta a los esposos Poltawski:

Queridos Dusia y Andrzej:
“….Por el restablecimiento de la salud de Dusia (Wanda) debemos dar gracias: ojala fuéramos capaces de dar gracias con la misma devoción con que sabemos pedir. La gratitud siempre nos pone de una manera particular ante la Persona. Además se trata otra vez del mismo problema: es necesario saber incorporar esta gracia en la propia vida, poco a poco, descubriendo su significado cada vez más profundo, en toda  nuestra vida y en nuestra vocación. Es como una continuación de la gratitud o, incluso, simplemente su profundidad y lentitud. Quizás sea también en las relaciones entre personas. Te diré, Dusia (esto quizás te alegre) que la progresiva incorporación en la vida de lo que recibimos, puede incluso ser más importante que el doctorado”

Y ella responde:
Escribiste «ojalá fuéramos capaces de dar gracias con la misma devoción con que sabemos pedir», pero yo no pedí por mi salud, no pedí un milagro. ¡No podía creer en un milagro y no soy capaz de vivir con el milagro!
¡No se trata precisamente de eso? ¿De que no soy capaz de vivir con el milagro? ¡Por qué? Intento analizarlo. Quizás algo en mí se rebela contra semejante «manipulación» de mi persona. Y la realidad de la curación, en vez de ponerme de rodillas para agradecérsela a Dios, suscita rebelión en mí.
Escribiste: «Es necesario saber incorporar esta gracia en la propia vida, poco a poco, descubriendo su significado cada vez más profundo.» Poco a poco….
Quizás solo tendría que esperar mientras no esté preparada.
Tengo miedo de ese Dios que me asestó un fuerte golpe y aunque fue positivo, dejó en mí un temor que me  impide darle gracias. Estoy aturdida por esa experiencia de la gracia. Estoy abatida….no sé cómo expresarlo.
Esta curación milagrosa me impide ser yo misma. ¡Quizás he empezado a descubrirme? No lo sé, pero esta conciencia o mejor dicho, esta experiencia de dependencia absoluta de Dios me tienen aterrorizada.

El 9 de diciembre continúa escribiendo:
Intento comprender mi estado. El análisis psicológico es bastante sencillo: era necesario que se produjese una reevaluación. En efecto, me había preparado para aceptar la muerte precedida de una enfermedad terrible, y me había dispuesto heroicamente a soportar el dolor y la desdicha. De repente, todo esto ya no era necesario. ¿Quizás simplemente sufre mi orgullo?
Ahora vivo de nuevo y tengo que retomar esta vida de alguna manera .Me parece que es preciso revalorizar todo de otra forma, pero no soy capaz. No sé aceptarlo y por eso me deprimo.
Dios mío, perdóname que no sepa simplemente dar gracias como un niño. No puedo evitarlo. Por ahora, alejo ese pensamiento de que fue un milagro, de que me he curado milagrosamente. Me resulta más fácil así.
Lo escondo en el fondo del alma y pido perdón a Dios, pero también hago que vea, me hago ver a mí misma….  Toda entera.

El capítulo III termina con la carta que Karol Wojtyla enviara al Padre Pio desde roma el 17 de noviembre de 1962:
Reverendo Padre
Aquella mujer de Cracovia, Polonia, madre de cuatro hijos, el 21 de diciembre antes de la intervención quirúrgica recupero inesperadamente la salud. Demos gracias a Dios. También a ti, Reverendo Padre, quiero darte sinceramente las gracias en su nombre en nombre de  su marido y de toda su familia.
En el nombre de Cristo
Karol Wojtyła
Vicario capitular de Cracovia
Roma, 28 de noviembre de 1962

Wanda Poltawska:  DIARIO DE UNA AMISTAD, la familia Poltawski y Karol Wojtyla

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