Imploración de Juan
¡Oh Madre! No detengas el ritmo del corazón
que sube a tu mirada,
no cambies en nada este sentimiento,
en tus manos transparentes has de traerme
la misma oleada.
Es Él quien te lo pide.
Yo soy Juan el pescador, merezco poco que
se enamoren de mi. Todavia lo recuerdo a orillas del
lago,
la menuda arena bajo mis pies,
cuando de repente, El.
No podrás recoger este misterio en mí,
pero dulcemente yo estaré en tus pensamientos,
como una hoja de mirto.
Que pueda decirte madre, como El lo quiso,
te ruego que no toques en nada esa palabra:
en verdad no es fácil medir su hondura,
cuyo sentido para ambos fue inspirada por El,
para que en El encuentre cobijo todo nuestro amor
ancestral.
Karol Wojtyla . Poesias, La Madre, II, 1
(Biblioteca de Autores Cristianos, 1979)
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