“Fue el deseo de Jesús también establecer las
celebraciones de la fiesta de la Misericordia. Su introducción en el calendario
litúrgico encontró objeciones significativas por parte de los liturgistas. La
necesidad de su establecimiento era motivada por el Rev. M. Sopocko con
insuficiente presencia de esta verdad en la enseñanza de la Iglesia y en la
vida cristiana. La elección del segundo Domingo de Semana santa como fecha de
dicha fiesta, debe ser vista como recapitulación de la obra de salvación de la
Pascua. La realización del misterio de salvación en los sacramentos del
bautismo y la reconciliación, se manifiesta en las oraciones de la misa y en
las lecturas de la Biblia, especialmente la de los Evangelios que da testimonio
de su establecimiento. Fue también a voluntad de Jesús que santa Faustina antecediera
la fiesta con una novena en forma de la coronilla a la Misericordia (diario
1209-1229, 796). La práctica sistemática de esta celebración constituye la
posibilidad de practicar de manera permanente la actitud de confianza como
camino que aproxime a la misericordia y al encuentro del refugio en ella. A
esta celebración Jesús adjuntó también la promesa de conceder a las almas toda clase de gracias (Diario 796), sin
limitarlas a los que recen la Coronilla, prometió también conceder el indulto completo de penas y culpas, por
lo cual urge a los pecadores a suplicar con valor por diversas gracias. La celebración
contiene dos ingredientes propios, o sea la veneración pública (adoración) del
cuadro así como el pregonar por los sacerdotes la verdad sobre la gran e infinita misericordia de Jesús
(Diario 570). El objetivo de la enseñanza es el despertar y el revivir en los
oyentes la actitud de confianza para que, lo que es específico, la celebración de la Misericordia sea refugio
y amparo para todas las almas, y especialmente, para los pobres pecadores
(Diario 699). La única y adecuada respuesta de un alma a tal generosidad
ilimitada del Salvador puede ser solamente confianza absoluta – confianza más
fuerte ya que la gracia anunciada del
indulto pleno de culpas y penas es equivalente a los resultados del
bautismo. El requisito adjunto a la celebración de confesarse y recibir la
Sagrada Comunión introduce el oficio religioso en la vida de la Iglesia y su
apostolado, por lo cual constituyen su legitimización particular.
En una de las indicaciones del Diario se encuentran las palabras de Jesús que determinan la celebración
de la Misericordia como última tabla de salvación
(Diario 965). Sin embargo como la celebración es uno de los elementos del
oficio religioso y la fórmula de la última
tabla de salvación se refiere también a la coronilla (Diario 687) y a la misericordia
como tal (Diario 998), parece que hay que interpretar esa declaración teniendo
en cuenta las circunstancias de su anotación, o sea la estancia de la hermana
Faustina en el hospital en Pradnik así como sus problemas con la memoria. Como
la esencia del culto de la Divina Misericordia es la confianza depositada en
ella así como la confianza como actitud de la vida, es ella pues la que
constituye en realidad la última tabla de
salvación (compara Diario 1059), o sea confianza dirigida hacia Jesùs como “el
Amor y Misericordia Mismos” (Diario 1074). La voluntad del Salvador fue más bien que la celebración
fuera para los pecadores una forma más
perfecta de huida – más perfecta primero por razón de su disponibilidad plena, también
para los pecadores que se conviertan en el mismo día de la celebración, segundo
por la promesa conectada de suministro de todo tipo de gracias divinas en la
vida espiritual y cotidiana. La condición de que la celebración sea fructuosa,
esta condición constante e indiscutible, es el valor de abrirse para los llamados
ardientes del Redentor y dirigirse hacia Él con todas las necesidades de una firme
pero también ilimitada confianza.
(de la ponencia del Arzobispo Władysław Ziołek (Lødz, Polonia en el II Congreso Mundial de la Divina
Misericordia, celebrado en Cracovia en octubre de2011)
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