Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

domingo, 23 de marzo de 2014

San Benito de Nursia, la medalla, su significado, reglas, celebraciones




La liturgia de la Iglesia Católica celebra a San Benito Abad en dos ocasiones. El día 21 de marzo es la fecha tradicional para conmemorar el Tránsito de San Benito, o sea el día de su muerte y entrada al cielo. El día 11 de julio, que recuerda la Traslación de las reliquias de San Benito desde Montecassino hasta el monasterio de Fleury, en Francia, fué la fecha elegida por el Papa Pablo VI para conmemorar a San Benito como Patrono de Europa.

San Benito fue el patrono del pontificado de Benedicto XVI, quien en brevísimas palabras nos revela el “secreto” de este “fundador del monacato occidental” en una Audiencia : “Al contemplar a Dios comprendió la realidad del hombre y su misión. En su Regla se refiere a la vida monástica como «escuela del servicio del Señor» (Prol. 45) y pide a sus monjes que «nada se anteponga a la Obra de Dios» (43, 3), es decir, al Oficio divino o Liturgia de las Horas. Sin embargo, subraya que la oración es, en primer lugar, un acto de escucha (Prol. 9-11), que después debe traducirse en la acción concreta. «El Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos», afirma (Prol. 35). 

Juan Pablo II en su recordada visita aMontecassino (para él también una experiencia fuerte como polaco) sintetizaba “De su vida interesante y venturosa recordemos sólo los extremos: Nacido en Nursia hacia el 480, o sea en las montañas interiores de la Umbría, Benito estudió algún tiempo la retórica en Roma, después, asustado o disgustado por la corrupción del ambiente, se retiró junto al lago Aniene, en Subiaco, en la soledad, donde surgieron nada menos que 13 monasterios. Obligado a abandonar el valle del Aniene, Benito se dirigió a esta alta colina que domina la villa de Cassino, donde en el 529 fundó el célebre monasterio y se dedicó a !a evangelización de aquellas poblaciones todavía paganas, mientras su hermana Escolástica dirigía el cenobio de las religiosas.”
Dotado de una profunda sensibilidad humana, San Benito en su proyecto de reforma de la sociedad miró sobre todo al hombre, siguiendo tres líneas directivas:
— el valor del hombre individual. como persona;
— la dignidad del trabajo, entendido como servicio a Dios y a los hermanos;
— la necesidad de la contemplación, o sea, de la oración: habiendo comprendido que Dios es el Absoluto, y que vivimos en el Absoluto, el alma de todo debe ser la oración: Ut in omnibus glorificetur Deus (Regla).



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