Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 10 de octubre de 2020

Juan de Dios Larru: El grupo Środowisko y la vocación a amar el amor humano

 


Tras ocuparse inicialmente de los monaguillos, Karol Wojtyła comenzó a trabajar con los jóvenes, provenientes principalmente del Politécnico de Cracovia. En torno a él, comienza a formarse un grupo de oración que tiene su centro en la Eucaristía, y que recibe originalmente el nombre de Rodzinka (“pequeña familia”). La necesidad de una verdadera libertad y de una amistad con una profunda intimidad, amenazada por el régimen soviético, condujo al naciente grupo a sentir la fuerte necesidad de salir de los ambientes donde se encontraban estrechamente vigilados. Movidos por su amor a la naturaleza, en los años 1951- 1952 se comienzan a organizar las primeras excursiones a la montaña. Tras una de ellas, organizada en 1952, Wojtyła, por iniciativa de Danuta Rybicka, comenzará a ser llamado con el apelativo cariñoso de Wujek (“tío”). Posteriormente, cuando comienza a ser profesor, la comunidad se separa en cierto modo de la parroquia, creciendo y tomando diversos nombres como Paczka12 (“pandilla”), Towarzystwo (“compañía”), y Środowisko (“ambiente”) que es el que finalmente ha permanecido hasta hoy.

De este grupo forman parte personas que se confiesan con don Jan Pietrazsko, de modo que los domingos solían asistir juntos a la Eucaristía presidida por éste en la colegiata de Santa Ana. Sus homilías se convirtieron en un instrumento de formación fundamental para el grupo. Karol Wojtyła se convirtió muy pronto, con su extraordinaria y gigantesca personalidad, en el auténtico guía espiritual y humano del grupo entrando en contacto con los padres y hermanos de los jóvenes, para conocer de primera mano sus relaciones familiares. Como afirmó Benedicto XVI en la homilía de la Eucaristía celebrada con motivo del cuarto aniversario de su muerte: “Como padre afectuoso y atento educador, indicaba seguros y puntos firmes de referencia indispensables para todos, de modo especial para la juventud”. Es en este contexto donde hemos de situar esta íntima confesión de Karol Wojtyła: “Siendo aún un joven sacerdote aprendí a amar el amor humano” . Se trata de una ex presión específicamente sacerdotal con un sustrato muy fuerte en su propia vocación personal. Podríamos denominarla como una intensa llamada interior en su incipiente misión sacerdotal. Esta experiencia le va a marcar con un sello muy característico como discípulo del amor humano, que le impulsa a dedicar todas sus fuerzas a la búsqueda de un “amor hermoso”. La afirmación revela una singular sensibilidad para descubrir en el amor el lugar privilegiado donde Dios en Cristo se revela al hombre. Aprender a penetrar en el misterio del amor humano le va a permitir conocer el corazón del hombre y de la mujer de un modo novedoso. Este particular discipulazgo en la escuela del amor humano va a consistir para él en aprender a rastrear en el amor el modo como Dios comunica al hombre su plan de salvación.

Con el paso del tiempo Wojtyła se va a convertir en maestro y en testigo del amor humano, de modo que su entera biografía se puede leer bajo esta óptica15. A medida que los jóvenes comenzaron a ennoviarse, el tema del matrimonio y la familia comenzó a emerger como una de las cuestiones más relevantes. En una carta personal escrita a una de las integrantes del grupo escribe: “Normalmente se piensa de mí más o menos esto: Wujek desearía que todos se casasen. Pienso, sin embargo, que ésta sea una imagen falsa. Se trata, en realidad, de algo bien diferente. Mira, el hombre vive gracias al amor. La capacidad de amar determina su personalidad en profundidad, -no sin razón es éste el mandamiento mayor-, no una gran capacidad intelectual, sino la capacidad del amor auténtico, que consiste en un cierto salir de sí, en un cierto aprobar al otro y a los otros, en dedicarse a la realidad del hombre, de los hombres, y primero de todo en el dedicarse a Dios (…) no pienses ni por un instante que yo quiera algún atajo para tu camino. Quiero solamente tu propio camino. Wujek”.

Al inicio del verano de 1953, Wojtyła presentó al grupo de jóvenes un estudiante del Politécnico, llamado Jerzy Ciesielski, que había perdido a su padre hacía poco tiempo, y que deseaba agregarse al grupo. Jerzy era un joven ingeniero que había estudiado también educación física. Por sus cualidades y su amistad con Wujek, se va a convertir en el líder natural de Środowisko, impulsando con su espíritu las diferentes acciones del grupo . Organizaban con cierta frecuencia excursiones a la montaña y, de vez en cuando, otras en bicicleta o para ir a esquiar. También les gustaba ir en kayak. Jerzy era un gran aficionado a este último, y organizó en septiembre la travesía del río Brda, alquilando unos kayaks plegables. Jerzy solicitó aquel verano que su amiga Danuta, que posteriormente se convirtió en su mujer, pudiese incorporarse al grupo como así sucedió. Durante las excursiones, la jornada se iniciaba siempre con la santa Misa celebrada al aire libre. Si alguno deseaba hablar más personalmente con el sacerdote, podían ir en el mismo kayak o caminaban juntos a cierta distancia de los demás. Wojtyła les sugería contemplar a ratos en silencio la naturaleza, los bellos paisajes que les rodeaban con frecuencia. De este modo, el contacto con el misterio de la creación favoreció enormemente la profundización en la espiritualidad conyugal como una espiritualidad que brota del misterio del amor creador, de un amor que nos precede y del cual el nuestro es siempre respuesta. Ya los teólogos medievales, a la luz de su interpretación de Gn 2, 24, habían afirmado que entre los siete sacramentos, el matrimonio es el primero instituido por Dios, habiendo sido instituido ya en el momento de la creación, en el Paraíso, al principio de la historia, y antes de cada historia humana. Es un sacramento del Creador del universo, inscrito por lo tanto precisamente en el ser humano mismo, que es orientado hacia este camino.

Karol Wojtyła escribirá posteriormente en sus catequesis que: “en el hombre creado a imagen de Dios se ha revelado, en cierto sentido, la sacramentalidad misma de la creación, la sacramentalidad del mundo. Efectivamente, el hombre, mediante su corporeidad, su masculinidad y feminidad, se convierte en signo visible de la economía de la verdad y del amor, que tiene su fuente en Dios mismo y que ya fue revelada en el misterio de la creación”. Como es bien conocido, en 1958, durante una de estas excusiones en kayak sobre el río Lyna, a Karol Wojtyła le llegó la comunicación de haber sido nombrado obispo auxiliar de Cracovia. Comenzó, de este modo, una nueva etapa para el grupo. El número de actividades en las que podía participar directamente el nuevo obispo se iban reduciendo, pero, sin embargo, continuaba visitando las casas de los miembros del grupo, se interesaba por sus cuestiones profesionales y seguía con atención el crecimiento de sus hijos.

 del texto de Juan de Dios Larru: ¿CUÁL ES EL FUNDAMENTO DE LA ESPIRITUALIDAD CONYUGAL? LA PROPUESTA DE JUAN PABLO II A LA LUZ DE LA “REGLA DEL AMOR”

(presentado en la Jornada Lateranense celebrada el 10 de noviembre de 2009,  Campus de Santa Úrsula de la Universidad Católica de Valencia, presentación de

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