Completado
el ciclo cristológico de las Audiencias Generales el 26 de abril de 1989 el Papa Juan Pablo II
abria el neumatológico, “que el Símbolo de los Apóstoles expresa con
una fórmula concisa: “Creo en el Espíritu Santo”.
A continuación, a partir del 3 de abril de 1991 Juan Pablo II seguirian las otras diez catequesis relacionadas con los dones del Espíritu Santo que recibe el hombre, aclarando que “En las catequesis anteriores, dedicadas a la influencia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, hemos subrayado la multiplicidad de los dones que él concede para el desarrollo de toda la comunidad. La misma multiplicidad se realiza en la vida cristiana personal: todo hombre recibe los dones del Espíritu Santo en la condición existencial concreta en que se halla, en la medida del amor de Dios, del que derivan la vocación, el camino y la historia espiritual de cada uno.
Varios años mas tarde el Papa retomaría el tema del Espiritu Santo a partir de la Audiencia del 13 de mayo de 1998 , en preparación para el gran jubileo del año 2000, año particularmente dedicado al Espíritu Santo, serie que seria anunciada con estas palabras: “Prosiguiendo por el camino iniciado por toda la Iglesia, después de haber concluido la temática cristológica, comenzamos hoy una reflexión sistemática sobre el Espíritu Santo, «Señor y dador de vida». De la tercera persona de la santísima Trinidad he hablado ampliamente en muchas ocasiones. Recuerdo, en particular, la encíclica Dominum et vivificantem y la catequesis sobre el Credo. La perspectiva del jubileo inminente me brinda la ocasión para volver una vez más a la contemplación del Espíritu Santo, a fin de escrutar, con espíritu de adoración, la acción que realiza en el decurso del tiempo y de la historia.
Esta serie se extendería hasta el 9 de diciembre de 1998 , Audiencia
dedicada a “Maria, Madre animada por el Espiritu Santo”. En ella el Papa
concluiría: “Como culminación de la reflexión sobre el Espíritu Santo,
en este año dedicado a él durante el camino hacia el gran jubileo, elevamos la
mirada hacia María. El consentimiento que dio en la Anunciación, hace dos mil
años, constituye el punto de partida de la nueva historia de la humanidad. En
efecto, el Hijo de Dios se encarnó y comenzó a habitar entre nosotros cuando
María declaró al ángel: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu
palabra» (Lc 1, 38).
Y ya el 16 de diciembrede 1998 ya comenzaba una nueva serie de catequesis centrada en la figura de Dios Padre, siguiendo así las indicaciones temáticas sugeridas en la carta apostólica Tertio millennio adveniente con vistas a la preparación para el gran jubileo del año 2000”
o Reflexión
sobre los siete dones del Espíritu Santo
(2 de abril de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
o Don
de la Sabiduría (9 de abril de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
o Don
de la Inteligencia (16 de abril de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
o Don
de la Ciencia (23 de abril de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
o Don
del Consejo (7 de mayo de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
o Don
de la Fortaleza (14 de mayo de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
o Don
de la Piedad (28 de mayo de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
o Don
del Temor de Dios (11 de junio de 1989)
[Español, Inglés, Italiano]
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