Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 3 de junio de 2022

El Espíritu Santo en las catequesis y Regina Caeli/Angelus de Juan Pablo II

 


Completado el ciclo cristológico de las Audiencias Generales el 26 de abril de 1989 el Papa Juan Pablo II abria el  neumatológico, “que el Símbolo de los Apóstoles expresa con una fórmula concisa: “Creo en el Espíritu Santo”.

 Fue una serie extensa de catequesis que comenzarían ese 26 de abril de 1989   y durarían el resto del año 1989,  con solo algunas breves interrupciones para comentar viajes o reflexionar sobre festividades, y se extenderían luego en 1990 hasta el 28 de noviembre de 1990 cuando el Papa anunciaría “Hoy comenzamos una nueva serie de catequesis del ciclo pneumatológico, en el que he querido atraer la atención de los oyentes, cercanos y lejanos, sobre la verdad fundamental cristiana del Espíritu Santo… Hablemos, ante todo, del Espíritu Santo como principio vivificante de la Iglesia.”   

 Esta serie finalmente concluiría el 20 de marzo de 1991 (en total dos años dedicados al Espiritu Santo, a lo cual debemos agregar las diez catequesis adicionales sobre los dones) en una catequesis que introduciría con estas palabras   “En una catequesis precedente había anunciado que volvería a tocar temas relacionados con la presencia y la acción del Espíritu Santo en el alma. Temas fundados teológicamente y ricos desde el punto de vista espiritual, que ejercen un atractivo e, incluso una cierta fascinación sobrenatural sobre aquellas personas que desean profundizar en su vida interior, atentas y dóciles a la voz de Aquel que habita en ellas como en un templo y que, desde su interior, las ilumina y las sostiene por el camino de la coherencia evangélica. En estas almas pensaba mi predecesor León XIII cuando escribió la Encíclica Divinum illud acerca del Espíritu Santo (9 de mayo de 1897) y, luego la carta Ad fovendum sobre la devoción del pueblo cristiano hacia su divina Persona (18 de abril de 1902), estableciendo en su honor la celebración de una novena especial, dirigida de modo particular a obtener el bien de la unidad de los cristianos («ad maturandum christianae unitatis bonum»). El Papa de la Rerum novarum era también el Papa de la devoción al Espíritu Santo, pues sabía a qué fuente era preciso acudir para obtener la energía a fin de realizar el bien verdadero, incluso en el ámbito social. Hacia esa misma fuente quise atraer la atención de los cristianos de nuestro tiempo con la encíclica Dominum et vivificantem (16 de mayo de 1986), y a ella quiero dedicar la parte conclusiva de la catequesis pneumatológica.

A continuación,  a partir del 3 de abril de 1991 Juan Pablo II  seguirian las otras diez catequesis relacionadas con los dones del Espíritu Santo que recibe el hombre, aclarando que “En las catequesis anteriores, dedicadas a la influencia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, hemos subrayado la multiplicidad de los dones que él concede para el desarrollo de toda la comunidad. La misma multiplicidad se realiza en la vida cristiana personal: todo hombre recibe los dones del Espíritu Santo en la condición existencial concreta en que se halla, en la medida del amor de Dios, del que derivan la vocación, el camino y la historia espiritual de cada uno.

Varios años mas tarde el Papa retomaría el tema del Espiritu Santo a partir de la Audiencia del 13 de mayo de 1998 ,  en preparación para el gran jubileo del año 2000,  año  particularmente dedicado al Espíritu Santo,  serie que seria anunciada con estas palabras: “Prosiguiendo por el camino iniciado por toda la Iglesia, después de haber concluido la temática cristológica, comenzamos hoy una reflexión sistemática sobre el Espíritu Santo, «Señor y dador de vida». De la tercera persona de la santísima Trinidad he hablado ampliamente en muchas ocasiones. Recuerdo, en particular, la encíclica Dominum et vivificantem y la catequesis sobre el Credo. La perspectiva del jubileo inminente me brinda la ocasión para volver una vez más a la contemplación del Espíritu Santo, a fin de escrutar, con espíritu de adoración, la acción que realiza en el decurso del tiempo y de la historia.


Esta serie se extendería hasta el 9 de diciembre de 1998 , Audiencia dedicada a “Maria, Madre animada por el Espiritu Santo”. En ella el Papa concluiría: “Como culminación de la reflexión sobre el Espíritu Santo, en este año dedicado a él durante el camino hacia el gran jubileo, elevamos la mirada hacia María. El consentimiento que dio en la Anunciación, hace dos mil años, constituye el punto de partida de la nueva historia de la humanidad. En efecto, el Hijo de Dios se encarnó y comenzó a habitar entre nosotros cuando María declaró al ángel: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).

Y ya el 16 de diciembrede 1998  ya comenzaba una nueva serie de catequesis centrada en la figura de Dios Padre, siguiendo así las indicaciones temáticas sugeridas en la carta apostólica Tertio millennio adveniente con vistas a la preparación para el gran jubileo del año 2000”

 Y tomado del sitio que cito más abajo el Papa Juan Pablo II también había dedicado, en 1989,   una serie de Regina  Caeli/Ángelus a los dones del Espíritu Santo.   

o    Reflexión sobre los siete dones del Espíritu Santo
(2 de abril de 1989)

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o    Don de la Sabiduría (9 de abril de 1989)
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o    Don de la Inteligencia (16 de abril de 1989)
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o    Don de la Ciencia (23 de abril de 1989)
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o    Don del Consejo (7 de mayo de 1989) 
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o    Don de la Fortaleza (14 de mayo de 1989) 
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o    Don de la Piedad (28 de mayo de 1989) 
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o    Don del Temor de Dios (11 de junio de 1989)
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     Invito además visitar el Sitio de la Santa Sede donde además de los textos correspondientes a la celebración de Pentecostés 2010 se han recopilado documentos, catequesis, reflexiones y mensajes de años anteriores correspondientes a varios Pontífices,

 

 

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