Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 8 de noviembre de 2022

Karol Wojtyla: La verdad de la “Humanae Vitae” (1 de 4)

 


Parecerá extraño que comencemos nuestras reflexiones sobre la en cíclica Humanae vitae tomando como punto de partida la autobiografía de M. Gandhi.  «A mi parecer - escribe este gran hombre indio - afirmar que el acto sexual es una acción espontánea, análoga al sueño o a la nutrición, es signo de crasa ignorancia La existencia del mundo depende del acto del multiplicarse - de la procreación, diríamos nosotros - y puesto que el mundo es dominio de Dios y reflejo de su poder, el acto de multiplicarse -  de la procreación, diríamos nosotros - debe quedar sometido a la norma establecida con miras a salvaguardar el desarrollo de la vida sobre la tierra. El hombre que tiene presente todo esto aspirará a toda costa a lograr el domino de sus sentidos y se pertrechara de aquella ciencia necesaria para promover el crecimiento físico y espiritual de su prole. Después comunicara los frutos de esta ciencia a las generaciones sucesivas, además de usarlos siempre en beneficio de las mismas.»  En otro pasaje de su autobiografía, Gandhi declara que ha padecido dos veces en su ida el influjo de la propaganda que recomendaba los medios artificiales para excluir la concepción en la convivencia conyugal.  Sin embargo, llego a la convicción «de que se debe más bien actuar a través de la fuerza interior, en el señorío de sí mismo, es decir, mediante el autocontrol».

Por lo que respecta a la encíclica Humanae vitae, estos pasajes de la autobiografía de Gandh adquieren el significado de un testimonio particular.  Nos recuerdan las palabras de San Pablo en la carta a los Romanos, relativas a la sustancia de la ley esculpida en el corazón del hombre y de la cual da testimonio el dictamen de la rectda conciencia  (Rm 2,15). También en tiempos de San Pablo esa voz de la recta conciencia constituía un reproche para aquellos que, a pesar de ser los «poseedores de la ley», no la observaban. Quizas nos conviene también a nosotros tener ante los ojos el testimonio de este homre no cristiano. Es oportuno tener presente la «sustancia de la ley» escrita en el corazón del hombre y de la cual da testimonio la conciencia, para conseguir penetrar en la profunda verdad de la doctrina de la Iglesia contenida en la encíclica Humanae vitae de Pablo VI.  Por esta razón, al inicio de nuestras reflexiones, que intentan aclarar la verdad ética y el fundamento objetivo de la enseñanza de la Humanae vitae hemos recurrido a semejante testimonio.  El hecho de que sea históricamente antecedente a la encíclica, por lo menos en varias décadas, n disminuye en nada su significado. «La esencia del problema, en efecto, sigue siendo la misma en ambos casos, mas aun las circunstancias son muy parecidas.»

Con el objeto de responder a las preguntas formuladas al principio de la encíclica (HV 3,) Pablo VI realiza un análisis de dos grandes y fundamentales «realidades de la vida matrimonial»: el amor conyugal y la paternidad responsable. (n.7) en su mutua relación. El análisis de la paternidad responsable constituye el tema principal de la encíclica, puesto que las preguntas con que se inicia plantean precisamente este problema:  «No se podría admitir que la intención de una fecundidad menos exuberante, pero más racional, transformase la intervención materialmente esterilizadora en un control licito y prudente de los nacimientos? Es decir, no se podría admitir que la finalidad procreadora pertenezca al conjunto de la vida conyugal más bien que a cada uno de los actos?  Se pregunta también si dado el creciente sentido de responsabilidad del hombre moderno, no ha llegado el momento de someter a su razón y a su voluntad mas que a los ritmos biológicos de su organismo, la tarea de regular la natalidad.»(m3) Para dar una respuesta a estas preguntas, el Papa no recurre a la tradicional jerarquía de los fines del matrimonio, entre los cuales destaca en primer lugar la procreación, sino que, como ya se ha dicho, realiza el análisis de la relación mutua entre el amor conyugal y la paternidad responsable. Se trata del mismo planteamiento del problema que realizó la constitución pastoral Gaudium et spes.

Un análisis correcto y penetrante del amor conyugal presupone una idea exacta del matrimonio mismo. Este no es «producido por la evolución de fuerzas naturales inconscientes» sino «comunión de personas»(n.8) basada en su reciproca donación. Y por eso un juicio recto acerca de la concepción de la paternidad responsable presupone una« visión integral del hombre y de su vocación» (n.7) Para conseguir formular semejante juicio no son suficientes «las perspectivas parciales, provenientes de los ordenes biológico o psicológico, demográfico  o sociológico.» (n.7) Ninguna de setas perspectivas puede servir de base para una adecuada y justa respuesta a las preguntas arriba formuladas.


 (Fuente: L Osservatore Romano 1 de mayo 2011)

 

 

 

No hay comentarios: