Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 17 de junio de 2016

Adam Chmielowski patriota-pintor-santo su vida fascinó a Karol Wojtyla

Hoy la Iglesia (en especial la polaca) celebra la memoria litúrgica de San Alberto Chmielowski. 

“Juan Pablo II canonizando a Adam Chmielowski, cerraba un círculo de relaciones que habían definido su vida. No era  ya  el dramaturgo sino el primer Papa eslavo en la historia de la Iglesia, no escribía ya reseñas con el seudónimo de Andrzej Jawien sino encíclicas que sacudían el mundo. El actor apasionado que recitaba los versos de Slowacki en la “catacumba” de Debnniki, en la Cracovia ocupada por los nazis, se había transformado en el  atleta de Dios que gritaba al mundo y a su patria, no tener miedo. Sobre los prados a la sombra del Castillo de Wawel, ante su Polonia todavía “en estado de asedio”, Juan Pablo II sabía que cualquier palabra suya tenía gran peso: a los polacos encerrados y humillados les ponía como referencia un “rebelde”, Adam, un héroe de la  insurrección, de la resistencia moral y cultural. No era ya un autor a la conquista del propio personaje, sino un pastor consciente de la carga moral explosiva de una existencia plasmada por el amor. Una gran distancia separaba al joven sacerdote, que se ensayaba con el Teatro Rapsódico, del pontífice que hablaba a través de las homilías. La escena era distinta. Punto de unión, Adam Chmielowski: es él quién había empujado a Karol Wojtyla a abandonarse a su destino.

La canonización del 12 de noviembre de 1989, no es el acto conclusivo de la relación entre Hermano Alberto y Juan Pablo II. Adam, en la ejemplaridad como en la dramaticidad de su existencia, retorna en la obra y en el magisterio del Papa. Es el arquetipo del hombre autentico, que lucha, se debate, se interroga y al fin se rinde al Misterio. Adam, o deberíamos decir en este punto Adán, es aún la fascinación de Karol Wojtyla. Los confines históricos se difuminan y permanece la esencialidad de la vida de Adam-Adán. Es una criatura que vive el difícil don de la libertad. Es el ser humano que en todo instante debe escoger la Verdad y con ella descubrir el dolor de pertenecer a Otro, la dependencia del Ser que lo crea.”


(Comunicación presentada en las I Jornadas de la AEP: “Itinerarios del personalismo”, UCM, 26-27 de noviembre de 2004)

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